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El sistema público de salud que exigimos

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  • 13/09/2025 18:07

Le dedico esta entrega a reflexionar sobre el sistema público que exigimos los panameños. Para ello, a partir de una mirada a la percepción que tiene la ciudadanía _la que solo puede acceder al sistema público_ del desempeño de éste, compartiré las características que debe tener el sistema para garantizar el acceso universal, la calidad de los servicios y la sostenibilidad en el tiempo.

Para comenzar, subrayo que las quejas repetidas de los panameños sobre la atención en el sistema público de salud no son simples molestias pasajeras, sino un reflejo de problemas estructurales que impactan de manera directa la vida de miles de personas.

La experiencia de los pacientes que acuden a la red pública de servicios de salud, está marcada por largas esperas, incluso cuando se cuenta con una cita programada, y por la incertidumbre de tener que aguardar meses _en ocasiones años_ para acceder a procedimientos especializados o cirugías.

A esto se suma la escasez de médicos, especialistas y enfermeras, especialmente en las áreas rurales y comarcales, lo que genera desigualdades profundas en el acceso a la salud. La falta de medicamentos e insumos básicos agrava la situación, obligando a las familias a asumir gastos adicionales en clínicas y farmacias privadas.

Como si fuera poco este asunto de la carencia de recursos materiales y humanos, el sistema público adolece de un trato impersonal, burocrático y carente de la calidez necesaria, lo que erosiona aún más la confianza ciudadana. No son extraños los relatos de pacientes que sienten ser vistos como “números” en lugar de personas, lo que genera frustración y descontento.

Esta situación empuja al paciente a buscar atención en el sector privado, lo cual contribuye al empobrecimiento de la población que tiene que endeudarse o vender sus escasos bienes para financiar una atención médica que debería brindar el sistema público. Y no perdamos de vista que, el gasto de bolsillo en salud en Panamá ronda el 37% del gasto total en salud. Este porcentaje indica que una parte significativa del gasto en atención médica es asumida directamente por los hogares y las personas.

Frente a este panorama, surge la pregunta: ¿qué características debe tener el sistema de salud que los panameños exigimos? La respuesta no es novedosa, pues está contenida en múltiples documentos de política pública elaborados en las últimas décadas, pero sí es urgente de retomar y poner en práctica.

Un buen sistema debe garantizar universalidad y equidad, asegurando acceso sin discriminación socioeconómica, geográfica o cultural, y reduciendo las brechas entre zonas urbanas y rurales. También debe ofrecer accesibilidad real, con servicios cercanos, infraestructura adecuada y personal suficiente, eliminando barreras económicas, geográficas y culturales.

Debe ser integral, cubriendo todo el ciclo de vida con acciones de promoción, prevención, atención curativa, rehabilitación y cuidados paliativos. En ese marco, resulta indispensable atender áreas como la salud mental, la salud materno-infantil, las enfermedades crónicas y transmisibles, y la preparación para emergencias y desastres.

La calidad y seguridad deben estar garantizadas por estándares claros de atención, protocolos basados en evidencia, mecanismos de supervisión y mejora continua, y la formación permanente del personal. A su vez, el sistema debe asumir un enfoque intersectorial, basado en el abordaje de los determinantes sociales de la salud, reconociendo que la salud depende también de educación, agua potable, vivienda, alimentación, transporte y medio ambiente.

Otro rasgo imprescindible es la eficiencia y sostenibilidad, que exige un uso adecuado de los recursos humanos, financieros y tecnológicos, evitando duplicaciones, corrupción y despilfarro. Para ello, se requiere un financiamiento estable y solidario. Finalmente, debe existir participación social y rendición de cuentas, con espacios efectivos donde la ciudadanía pueda opinar, vigilar y proponer mejoras.

Todo esto, aunque repetido hasta el cansancio, no se traduce en hechos. No es por falta de dinero que el sistema de salud panameño está en crisis. El problema radica en tres grandes vertientes: la ineptitud de no pocos funcionarios, que carecen de la aptitud necesaria para ocupar sus cargos; la ineficiencia, producto de la desorganización y del descontrol que facilita la corrupción; y la indiferencia, manifestada en la falta de compromiso en la gestión pública.

La conclusión es clara: Panamá necesita un sistema público de salud que ponga a la persona en el centro, y responda a las necesidades de todos. No uno que profundice las desigualdades ni empuje a los más pobres a la ruina económica. La ciudadanía tiene derecho a exigir un sistema universal, accesible, integral, de calidad, eficiente y transparente. Tenemos los recursos humanos y financieros para desarrollar un sistema digno para todos. Que no falte la voluntad para hacerlo realidad.