En este tiempo: leer y escuchar
- 18/08/2025 00:00
No hay nada que me guste más en las mañanas que sentarme a leer el periódico. Por una vieja costumbre que se remonta a mi adolescencia, mi día comienza con este acto sencillo de desplegar las páginas de un diario y leer titulares y los artículos interesantes.
Nada como leer en papel, por ello, la crisis de los medios de comunicación escritos, que se inició hace algunos años, me ha privado quizás por mi edad o mi formación cultural, empezar así el día. Reconozco que recurro a los medios digitales y, de hecho, cada vez más hago uso de ellos para la lectura de poesía, novelas, de política o noticias y poseo una biblioteca digital con muchos ejemplares.
Si bien es verdad que ese contacto con las páginas de un periódico o un libro produce una sensación de contacto más directo con lo que allí está escrito, también es cierto que las ediciones en papel han ido reduciendo el tipo de letra —precisamente por los elevados costos—, que se dificulta la lectura, no solo para quienes ya tenemos apuro con nuestra visión, sino también para muchos jóvenes y niños. Algo en este sencillo acto de tener enfrente las palabras, volver sobre ellas y, en el caso de algunos textos, poder subrayar o marcar los pensamientos o ideas que nos han impactado —también todo esto se puede hacer en la lectura digital—, más el texto escrito en papel seguirá siendo fundamental.
Hago estos comentarios porque desde hace un tiempo el abrir un periódico en la mañana en Panamá es más un ejercicio de disciplina o hasta masoquismo, por la calidad del material informativo. Con titulares tan ambiguos y confusos en su redacción, que exigen de una segunda lectura para decidir si vale la pena continuar con el texto que lo acompaña.
Además, la sección informativa de los diarios nacionales se ha ido reduciendo hasta el punto de no tener más de 10 a 12 páginas, incluyendo anuncios gubernamentales y la omnipresente sección de avisos judiciales y clasificados, que suele tener más páginas que las dedicadas a la información nacional e internacional.
El esfuerzo de obtener una información periodística de calidad, independiente, profesional y seria se ha ido desvaneciendo, hasta el punto de presentar como noticias las gacetillas o comunicados ministeriales y con glosas muchas veces infames, todo ello redactado de manera confusa.
El número de columnistas respetados se ha ido reduciendo, unas veces por el desaliento de los que colaboran con artículos bien pensados, con planteamientos acordes a la realidad o relatan hechos históricos o científicos de un atinado análisis, que ayuden al lector a obtener una visión ilustrada y completa sobre un tema. De esta mediocridad tampoco escapan las notas editoriales, que solían resumir en textos no muy largos la posición del diario.
Si pasamos revista a los noticieros y a los programas de comentarios, el desconcierto y la frustración es aún mayor para la mayoría de los que diariamente encendemos la televisión o la radio para saber qué sucede, tanto en Panamá como en el mundo.
Los programas de opinión, ya sea en la televisión o la radio, muestran un agotamiento rayando en la pesadumbre con polémicas estridentes y superficiales, con participantes que desconocen el tema o buscan defender a como dé lugar su posición y, salvo con algunas excepciones, más bien invitan a apretar el botón para cambiar el canal o apagar el aparato.
Abruman las exposiciones de autonombrados expertos comentaristas, identificados como analistas políticos y politólogos, quienes no suelen presentar reflexiones valiosas y, más bien, no pasan más allá de las frases hechas, repetidas consignas y, a veces, burda demagogia.
Ojalá pueda servirnos de modelo para este rescate de los medios de comunicación nacionales, tanto la transferencia de calidad, organización y oferta en el trabajo periodístico como la alcanzada por El País, The New York Times o BBC, que han logrado esta transición del periodismo en papel al digital.
Llamo a todos los periodistas a devolver el orgullo a su profesión, saliéndose del lenguaje trillado, la repetición de argumentos que rápidamente la misma realidad descarta. Quiero regresar a abrir el periódico o bien entrar a una página web, para gozar del buen periodismo y del aporte vivencial e intelectual de los que aún tienen mucho que decir.
Si algo necesita el país en estos momentos es un periodismo serio y ético, comprometido con una gestión que privilegie la presentación de la noticia y el análisis formal y profundo del acontecer nacional; sin rastro de falacias, doble moral o ideas sin sustento. Animo a todos aquellos que tienen algo que decir a tomar la palabra y la digan con valentía y honestidad.