En la víspera del primer cumpleaños
- 19/06/2025 00:00
Próximo a cumplirse el primer año del mandato constitucional, por cuanto cumpliendo con el ritual tradicional el presidente comparecerá a la Asamblea el venidero 1 de julio para rendir cuenta de su gestión y exponer cómo su gobierno enfrentará el segundo año, la ocasión, aparte de propicia para que, como es usual, sea utilizada para descargarse de culpas, será un reto para que termine de aclarar cuál será el rumbo de su administración; que anuncie las decisiones con las que enfrentará los problemas presentes hasta ahora acumulados y que también le revele al país su visión del resto de su período y cuáles son los logros que espera alcanzar y dejar como su legado.
Como he señalado en varios artículos precedentes, uno de los principales saldos negativos de su gestión es que nunca dedicó su atención a ampliar el precario piso político con el que llegó a la presidencia. Haber recibido solo el 34 % de los votos válidos, que en términos reales solo es representativa de menos del 30 % de apoyo popular, le imponía tratar de fortalecer ese mandato mediante una acción de gobierno abierta al diálogo y la construcción de consensos.
La primera oportunidad que tuvo en ese sentido fue la necesaria e impostergable reforma de la seguridad social. Las acciones del gobierno se miden por sus resultados y, en este caso, el fracaso ha sido total. Desde el inicio fue claro que de parte del presidente nunca hubo la intención de ubicarse como receptor de las demandas ciudadanas, sino la de imponer las reformas que, según su leal saber y entender, todavía sigue erróneamente considerando que son las que deben aplicarse, sin margen para la reconsideración.
Desde la génesis del proyecto reformatorio era evidente que el futuro era un horizonte de confrontaciones que, aunque aparentemente algunos puedan estimar que están en vías de solucionarse, la realidad es completamente distinta, y el debate se reabrirá en el ámbito legislativo tan pronto se instale la nueva legislatura.
¿Qué actitud tomará el gobierno cuando, como es absolutamente cierto que ocurrirá, se presenten las iniciativas para reformar la Ley 462? Por ese tema debiera el presidente comenzar su informe a la nación.
Los gobiernos y más específicamente quienes solicitan que el pueblo les otorgue el mandato para gobernar, invariablemente “se venden” como los más capaces para resolver los problemas que enfrenta la nación. Por consiguiente, quienes reciben ese voto de confianza, desde el primer día de su gestión son y serán medidos mediante la comparación entre las promesas hechas y los resultados que puedan acreditar. Así de simple y así de claro.
Si se recuerdan los términos del discurso inaugural del presidente, lugar destacado en ese mensaje, lo ocuparon sus promesas de solucionar, aparte de la ya mencionada de la seguridad social, la crisis del agua, la de la minería y, como gran corolario, la promesa de mejorar las condiciones económicas que padecen y angustian a la mayoría de la población.
¿En cuales podrá decir el presidente que ha habido avances medibles como positivos? Para el pueblo, el sentir mayoritario, que lo expresa diariamente, en ninguno. Por tanto, el esperado mensaje del 1 de julio, como segunda prioridad debe ser una exposición pormenorizada que cubra y despeje las cada día más creciente opinión de que el gobierno está muy lejos de haber, sino satisfecho, por lo menos hecho avances concretos y demostrables en esos temas medulares.
En el momento actual el país navega en un mar de incertidumbres. Aparte de los temas que configuran el saldo negativo de la gestión presidencial, la impaciencia crece y las esperanzas del cambio que el país necesita y se le prometió se desvanecen a un ritmo peligrosamente acelerado.
Y si del lado de la parte ejecutiva del gobierno no hay luces que alumbren un mejor porvenir, del lado de la Asamblea, que debe ser la representación de la voz popular, tampoco, por los constantes desencuentros que allí son la tónica diaria, se vislumbran mejores horizontes. Esa, lamentablemente, es la encrucijada presente, cuando apenas está por cumplirse el primer año de las presentes autoridades.