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Encuestas, percepción y realidad

Pixabay
  • 23/08/2025 00:00

Como sucede regularmente, a un año de gestión del presidente Mulino, comienzan a aparecer encuestas auspiciadas por medios de comunicación y organizaciones de la sociedad civil que intentan dar un diagnóstico de la situación del Estado y la confianza que tiene la ciudadanía en las instituciones.

Debemos partir del aforismo de que “lo que no se mide no se conoce, no se controla y no se puede mejorar”. Es un criterio cierto, pero no una verdad absoluta. Medir la opinión pública, a diferencia de la opinión técnica, conlleva considerar subjetividades intrínsecas de la formación, circunstancias e influencias que pesan sobre quien opina, dicho en lenguaje simple, las encuestas miden percepciones, no realidades.

A mi juicio, toda encuesta que se precie de seria, debería exhibir, además de la ficha técnica, metodología y cobertura humana y geográfica, un elemento de evaluación sociológica y sicológica del encuestado, que permita entender y medir de donde proviene la motivación de su respuesta.

La sociedad de hoy vive influenciada por medios formales y redes sociales, cuyo afán en ocasiones está muy lejos de informar objetivamente y educar a la sociedad y que solo buscan un buen rating que les garantice buenos ingresos.

Lo vemos a diario en muchos noticieros. La pésima calidad de la noticia, la superficialidad periodística, el destaque desproporcionado de noticias policivas, de la situación de las calles, la basura, del agua, de las escuelas, de los centros de salud y las trágicas circunstancias de la pobreza. Esas “noticias” acaparan el 90% de nuestros noticieros, mientras los pocos programas de opinión, que analizan con algo de objetividad los problemas nacionales, están relegados a horarios donde la penetración es mínima.

Es un hecho que producto de la corrupción y la ineficiencia de los gobiernos, la sociedad ha perdido en gran medida la confianza en los gobernantes, en las instituciones y en los partidos políticos, y eso lleva a muchos a opinar negativamente, sin analizar.

En este entorno, La Estrella de Panamá hace una nota sobre una encuesta que señala que “el 73,6% de los encuestados afirma tener poca o ninguna confianza en el presidente Mulino, una cifra que representa una caída considerable respecto al 26,4% que confiaba en él tras sus primeros 100 días en el cargo, y hoy, solo el 7,8% expresa algún nivel de confianza en su liderazgo”.

Que motiva semejante percepción negativa: o reflejan el sentimiento de rechazo a las ejecutorias de este primer año de gobierno, o son el reflejo de un sentimiento de rechazo y desconfianza heredado por el actual gobierno, producto de la conducta de anteriores administraciones.

Para establecer si es uno u otros el motivo, habría que hacer un análisis de las acciones relevantes de la administración Mulino, y creo, en mi entendimiento, que no hay motivo para sostener que ha sido un mal año. Si ha sido un año traumático; la aprobación de las reformas a la seguridad social, son un hito histórico, se logró a pesar de toda suerte de movilizaciones politizadas cuyos argumentos fueron abatidos, y que, en su balance, solo podemos observar pérdidas, la de la industria bananera, la del año escolar, la del impulso del sector construcción entre otras.

Las finanzas públicas se estabilizan, el “conflicto” con Estados Unidos, se ha disipado, salimos de listas, el presupuesto del 2026 permite ver una reactivación económica importante, se va poniendo orden en la burocracia, en fin, mientras todos los indicadores científicos dicen que el país va bien, las encuestas dicen lo contrario. Es eso reflejo de un pensamiento sostenible o de una percepción creada.

Se sostiene que el resultado de la encuesta plantea un desafío para el Presidente Mulino, “quien además de enfrentar un entorno económico y social complejo, también debe enfrentar la pérdida sostenida de respaldo ciudadano”.

Creo que al presidente Mulino lo que menos le preocupa es la perdida de respaldo ciudadano. Y eso no significa que desprecie a la opinión pública. Es simplemente por dos razones, 1. Porque tiene claro el objetivo institucional que necesita el país, y 2. Porque entiende que el respaldo que necesita es el que recibió en las pasadas elecciones y no el que puedan medir estas encuestas.

Hace décadas los panameños clamábamos por un mandatario que dejara la política a un lado, que tomara decisiones duras pero necesarias, que comenzara a cambiar la dinámica del chantaje partidista, en fin, que gobernara en beneficio de todos y no que negociara para unos cuantos, y yo creo que va en buen camino.

Qué falta mucho, sin duda. Qué son necesarios ajustes, sí; qué vendrán nuevos conflictos, también, la mina, río Indio, etc., pero en la medida que en lugar de criticar aportemos, estaremos contribuyendo a resolver problemas estructurales históricos y construir un mejor país.

*El autor es abogado