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Familia frente al consumo de drogas: análisis de su impacto y prevención

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  • 28/06/2025 01:00

Al hablar de familia nos referimos a aquel grupo de personas unidas por lazos, tanto sanguíneos como afectivos, que comparten vínculos emocionales y un espacio en común. Para efectos de estructura, se clasifican en familias estructuradas, no estructuradas y neoestructuradas, entendiéndose estas últimas como los nuevos modelos que conocemos en la sociedad moderna actual.

El funcionamiento de las familias permite conocer la diversidad y complejidad de las interacciones sociales que se dan dentro de un espacio familiar. Este ha sido un aspecto de vital importancia para las investigaciones realizadas en torno a las dinámicas familiares.

Dentro de este orden de ideas, hablar de drogas hace mención a aquellas sustancias que alteran el funcionamiento del cuerpo y los pensamientos, siendo utilizadas desde tiempos inmemoriales con fines recreativos, medicinales y, en el peor de los casos, adictivos. En relación con lo expuesto, las drogas en la familia juegan un papel preponderante, influyendo y creando cambios en los patrones de interacción, comunicación y comportamiento que caracterizan las relaciones intrafamiliares.

El impulso familiar de contener y resolver el problema genera estrés en la dinámica familiar. Por ello, la capacidad de una familia para adaptarse y recuperarse del impacto del consumo de drogas depende, en gran medida, del grado de unión y apoyo mutuo que exista entre sus miembros, así como del intercambio de valores compartidos como la empatía y la perseverancia, entre otros. La familia busca mantener su clima emocional de manera efectiva y lograr que prevalezcan los valores mediante los esfuerzos diarios que realizan cada uno de sus miembros como mecanismo de supervivencia ante tal problemática. Asimismo, las familias que utilizan esta problemática a su favor, buscando rescatar la comunicación y lograr así mejorar, dado que la armonía familiar y las normas de conducta claras refuerzan los valores positivos en sus miembros.

La predisposición de cualquier miembro de la familia hacia el uso de las drogas constituye el grado de vulnerabilidad de su actitud frente a su consumo. Factores como la curiosidad, la presión social, la personalidad individual o simplemente una mala toma de decisión pueden tener mucha más influencia que los antecedentes familiares para el consumo de drogas, dado que, por lo general, el inicio del consumo suele darse en la adolescencia y adultez temprana. Esto es un factor de riesgo para las familias, en el sentido de que la actitud suele reflejar sus valores morales.

En función de lo planteado, cabe considerar que los programas de prevención deben estar enfocados en la ampliación de alternativas al consumo de drogas, es decir, que se ofrezca una variedad de actividades de ocio que favorezcan el tiempo libre en las familias, desde los deportes, el cine, el teatro, la animación a la lectura hasta las actividades de aventura. Así como el entrenamiento en habilidades para la vida, convirtiendo estos en factores protectores que fortalecerán los vínculos familiares. Una familia con fortaleza, con pleno desarrollo de relaciones afectivas estables y con el establecimiento de normas claras y razonables en el hogar, podrá hacer frente a esta adversidad, ya que el entorno donde se desarrolla el consumo de drogas determina su impacto.

*La autora es trabajadora social