Homenaje a Jorge Ledezma B.
- 25/08/2025 00:00
El jueves 14 de agosto pasado se celebró el concierto cierre del VIII Festival Internacional de Coros, un esfuerzo extraordinario que hace la provincia chiricana bajo los auspicios de la Dirección de Extensión Cultural de la Unachi y el grupo “A Viva Voz” dirigido por Wanda Castillo, este año realizado en homenaje al maestro Jorge Ledezma B., director orquestal y coral y entrañable amigo que ha sembrado en el país semillas musicales imperecederas del pentagrama panameño.
El acto, sumamente emotivo, en el que vimos pasar coros de todas las edades de Panamá y otros países culminaba con la canción “Angüé”, cantada por todos los coros, una creación de la que somos coautores el maestro Ledezma y mi persona, razón por la cual me pidieron dar algunas explicaciones, quizás por lo que lleva de forma y contenido, los premios ganados y la manera sui géneris como nace.
Comenzaría por decir que el arte es el producto de momentos del alma cuyo sentir se transforma en creación del autor; creación que refleja el entorno que lo interviene en su andar y que él incorpora mediante el pensar, como razón del sentimiento. Creo que es lo que exactamente sucedió con Jorge y la música de esta canción, a cuyo sentimiento musical le agregamos la necesaria razón con el corto texto.
Estábamos en una fiesta de las que muy regularmente hacíamos en la “Casa Azul” del poeta Carlos Wong y la poetisa Esther María Osses; y apoyados en la bondad divina del “jugo de caña” la creación comenzó a florecer. Un gran percusionista, “Memo” Rodríguez (q.e.p.d.), comenzó a interpretar en su tumba los sonidos percutivos de una cumbia Congo la cual hizo vibrar rápidamente los espíritus del colectivo, al igual que el balde-contrabajo de “Tato” Ledezma.
Lo inesperado brotó: ante la riqueza de la rítmica de este “Cumbé” africano, originario de la cultura Yoruba, Jorge inicia un canto con el “Je, ajé” del hoy tema musical, que recoge en esencia el lamento esclavo, lleno de nostalgia por sus raíces y muy recurrente en sus danzas de desahogo y resistencia. Todos los presentes nos fuimos sumando voluntariamente al coro del “Je, ajé”, absorbidos por la melodía y el ritmo; y en un momento, no sé por el impulso de cuál “Orisha” se nos salió el “Angüé, Angüé, Angüé” como grito de invocación, que selló la canción.
¿Qué o quién es el o la Angüé?... Los propios “congos” no saben bien cómo describirlo, o describirla; pero es seguro que representa una deidad producto —en mi criterio—, de estos sincretismos religiosos entre lo Yoruba y lo católico que toman forma y vida en los palenques de la resistencia, representando algo así como “la esperanza”, si nos atenemos a que, uno de los bailes destacados en sus juegos ceremoniales comienza con el verso: “Dame la vida Angüé...”
Jorge llegó días después de aquella fiesta a mi oficina y me dice: tengo la música y necesito la letra: ¿me la puedes hacer?... Sin pensarlo dos veces acepté y me fui donde mi madre, que acababa de publicar el libro “Textos del Tamborito”, contándole la historia. Por igual puso de inmediato sobre la grabadora todo su archivo musical para escuchar los más diversos tambores congo.
Semanas más tarde Jorge me llama... había concluido, me dice, toda la música; aunque sin saber nada de la letra... Aun así, confieso que, solo con el “Je, ajé” y el “La, lalá”, escucharla en las voces de “Música Viva” era como entrar en un universo de armonías mágicas que llevaba el perdón de los “Orishas” con un primaveral “Cumbé” en tiempo de Yoruba. Las entradas que hace Jorge en su composición y las armonías disonantes que utiliza, llevan claramente un sabor eclesial de raíces mitológicas afrocaribeñas, que quizás podríamos encontrar en el haber popular de guitarras como las de Baden Powell o Toquinho (por hablar del país donde estudio) o de un Román Aizprúa (q.e.p.d.), mejoranero extraordinario de nuestro país.
Y bien; de la copla de una danza llamada “del Pajarito” —príncipe y vigía del Palenque para los Congos—, me quedó grabado un verso que dice: “Pajarito azul y rojo” ... Azul y rojo; de hecho, para mí ¡la Patria!... la Patria y su bandera enarbolada por la máxima aspiración de libertad de nuestro pueblo; porque todo esto se producía a comienzos de 1977 cuando vivíamos la gran batalla por recuperar la Zona del Canal, una lucha sin igual que vibraba minuto a minuto en nuestros corazones.
Bajo tales premisas surge entonces la razón del sentir de Angüé... Y lo dice en su primera estrofa:
Pajarillo azul y rojo
Tú, que vuelas más que el viento
Dile al tambor que repique
Con el canto del lucero.
Angüé, Angüé, Angüé...
Dile que traiga en sus alas la libertad ...
Y eso esperamos... ¡Que Angüé nos escuche!...