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Israel frente a Irán propicia un cambio y defiende occidente

Rokas Tenys | Shutterstock
  • 22/06/2025 01:00

Con las últimas acciones, de carácter militar, tomadas por Israel, esta vez, contra el régimen autocrático radical en Irán, una vez más, el gobierno israelí no ha dudado, un minuto, en defender su integridad territorial y su pueblo, al mismo tiempo que, con sus acciones, ha salido “al rescate” de las democracias occidentales que seguirán, por descontado, negándose a reconocer esta realidad.

Aunque, la propia ONU y gran parte de las capitales europeas, con Bruselas y su eurocracia a la cabeza, y las izquierdas populistas, mal llamadas progresistas, hayan tildado, irresponsable y falsamente, de “genocidio”, “matanza”, “crimen”, y tantos otros calificativos, las acciones militares israelíes contra el terrorismo palestino de Hamás en Gaza; o hayan criticado y rechazado, por “excesivas” aquellas otras acciones, siempre defensivas de Israel, contra el terrorismo de Hezbolá, desde el sur del Líbano; o de los hutíes, desde Yemen, entre otros grupos obsesionados con la destrucción de Israel y su pueblo, —todo ello financiado y apoyado desde Teherán y con el silencio cómplice de las autoridades palestinas en Ramalah—, la realidad es una: Al atacar y buscar la destrucción, ojalá que total, de todos estos grupos terroristas islámicos, Israel contribuye a mejorar la seguridad y la paz en Occidente, a la par que debilita al mayor “financiador” e “instigador” de dicha fuente de inestabilidad que no es otro que el régimen iraní.

Ahora le ha tocado el turno al propio régimen de Irán. Israel ha dejado claro al mundo que no podía esperar más frente a la mayor amenaza a su existencia como nación. Soy de los que cree que el pueblo israelí ha sido muy paciente ante tanto odio y violencia sembrados desde Irán y ha estado en su legítimo derecho para tomar las acciones defensivas que ha lanzado contra el régimen de los ayatolás. Una vez más, desde la ONU y muchas de las democracias occidentales, sobre todo las europeas, en lugar de apoyar el derecho de Israel a defenderse, y exigir al régimen iraní que detenga su histórica campaña contra Israel y su programa nuclear, se pide “contención y diálogo a las partes”, no queriendo ver que, es Israel, —con el invaluable apoyo de la administración estadounidense del Presidente Trump—, quien ha afrontado un problema que, la ONU, la Unión Europea y las administraciones de los presidentes demócratas Obama y Biden en EE.UU., dejaron crecer a la sombra de los regímenes chino y ruso que lo alimentaron.

Los últimos acontecimientos parecen indicar que la determinación del gobierno israelí es inequívoca: Irán no puede tener armas nucleares, su capacidad militar debe ser neutralizada, y el régimen dictatorial de los ayatolás debería ser desmantelado. La inestabilidad que ese régimen ha venido generando no sólo en la región del golfo pérsico, sino en el mundo entero, debe terminar si occidente quiere tener paz y seguridad. La geopolítica en torno a Irán debe llevar a esa nación a reubicarse, nuevamente, bajo el paraguas occidental. Israel lo tiene muy claro y, estoy seguro, que los EE.UU. también. Es cuestión ahora que, con el liderazgo mundial del Presidente Trump, los EE.UU. exija a los demás estados líderes de occidente, como pueden ser Francia, Gran Bretaña, Italia, Canadá, Japón, Australia o Alemania, abandonar su “cobardía diplomática” frente al riesgo mundial que supone el régimen iraní, y de forma decidida propicien el tan anhelado y necesario cambio de modelo político en esa gran nación.

En ese sentido, que bueno sería que no se cometieran los graves errores políticos y culturales que se dieron en Afganistán, luego de la caída del régimen talibán en 2001, y la creación, equivocada a mi modo de ver, de una república islámica, en 2004, en lugar de reinstaurar la monarquía constitucional que existió desde 1926 hasta 1973, —fecha en que el rey Mohamed Zahir Shah, fue derrocado—, período de mayor desarrollo y crecimiento de esa sufrida nación. En el caso de Irán, no cabe duda que la reinstauración del Estado Imperial de Irán, —que llevó a ese país a su máximo desarrollo y bienestar hasta que, el Emperador (Sah) Mohamed Reza Pahleví, fuese derrocado, y la monarquía constitucional abolida en 1979, por la revolución fundamentalista del ayatolá Jomeini—, sería la solución más acertada para Irán. Reza Ciro Pahlaví, legítimo príncipe heredero del trono iraní, sería el líder adecuado para guiar un nuevo Irán, democrático, parlamentario, abierto y occidental.

EE.UU. y el resto de sus aliados, incluido ciertamente Israel, deberían trabajar por materializar un escenario como este, para así evitar que un Irán, “post-ayatolás”, se mantenga, irremediablemente, en manos de Rusia y China, en lugar de retomar su justo puesto entre las naciones democráticas occidentales. Un modelo político así es más que necesario y urgente en el Medio Oriente, hoy día. Ante esta coyuntura internacional de tanta importancia, que bueno sería ver a Panamá, miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU hasta 2026, posicionado del lado correcto de la historia y la diplomacia, apoyando a los EE.UU. y a Israel, en la consecución de una transición política para Irán que la libre del infierno autocrático y dictatorial que ha sufrido su pueblo por más de cuarenta y cinco años ya, haciendo con ello el mundo uno mucho mejor y, sobre todo, más seguro.