Junta de embarra: Embarrar con barro
- 02/08/2025 00:00
Según la Real Academia de la Lengua Española, “el verbo embarrar es un verbo transitivo y, en algunos contextos, pronominales. Es transitivo porque generalmente requiere un objeto directo para completar su significado (por ejemplo, “embarrar la pared”). También puede ser pronominal, significando “mancharse con barro”. En cuyo caso el sujeto es afectado por la acción (por ejemplo, ‘se embarró los zapatos’)”.
El verbo embarrar, según la misma fuente, la principal acepción es:
Relleno de las paredes, formado por cañas bravas verticales y horizontales unidas entre sí por fuertes y resistentes bejucos.
El Diccionario de Americanismos define embarre como:
Suciedad causada por alguna sustancia pegajosa.
Asunto turbio o ilegal.
Es, por lo tanto, definitivamente correcto referirse a esa aglomeración de gente de comunidades interioranas, con el elemental propósito de apoyar a un vecino o familiar para construirle o repararle la casa de quincha o barro, y que por tradición los campesinos panameños han llamado junta de embarra. Es incorrecto referirse a este evento como junta de “embarre”, porque esta es una expresión traída de otros países como Colombia, en donde la palabra “embarre”, significa echar a perder o dañar algo, y es frecuente escucharles vociferar, “lo que hiciste fue un embarre”, porque el significado real de esa expresión es que ese “embarre”, fue con excremento o mierda.
Aunque las juntas de embarra y de otro tipo que se desarrollan en la península varían un poco en cada región o provincia, no es menos cierto que su verdadero propósito es el mismo, que consiste en la más genuina manifestación de ayuda mutua de las comunidades interioranas.
Es posible que las juntas de embarra de la provincia de Los Santos sean las más conocidas. En todo caso, la preparación de estos eventos comunitarios conlleva meses de organización de una serie de aspectos, que van desde el matrimonio de la pareja a quienes se les construirá su vivienda, hasta la selección del “prao” o prado (lugar) donde habitarán. De gran importancia es la selección del “parador” de la casa o carpintero especializado en hacer el esqueleto o estructura de la misma, quien en conjunto con los dueños decidirán de cuántas “varas” será dicha casa; en ese orden también está la selección de la madera, los bejucos, la paja, las cañazas y la tierra para preparar el barro. Por otro lado, está la selección de la comida, la vaca, puercos y aves para su preparación, según la cantidad de invitados.
Como antesala del gran evento, está la realización de la “piladera” (del arroz y el maíz para las tortillas), en la que se destaca la juventud de ambos sexos, quienes comparten de una manera festiva y coqueta, al ritmo de tamboritos, violín o acordeón, guitarra, tambor y caja; eso sí... muchas “gritaderas y salomas”.
Tal vez el personaje más importante en la junta de embarra es el “hombre barro”, quien dirige y ordena cada paso de la obra en medio de alegría, tragos, salomas; en quien recae la responsabilidad, sobre todas las cosas, de dejar embarrada la casa, para que luego de la colocación de las banderas por los padrinos, sea entejada la nueva vivienda de los recién casados, antes que llueva.
Según nuestro gran amigo, folclorista, animador de cantaderas, político y gran defensor de la tradición, el licenciado Rubén Darío Campos, oriundo de Las Margaritas de Las Minas, municipio de la provincia de Herrera, en su región, la junta de embarra es un acontecimiento comunitario festivo, cuyos propósitos y afanes son similares a los de la provincia de Los Santos: la ayuda mutua. Nos cuenta que durante su niñez las “juntas de embarra” eran pequeñas porque se trataba de embarrar ranchos, hasta que fue mejorando la economía y dio paso a mejores viviendas de “madera labrada” y barro, dando nacimiento al “baile del bastón”, tradición que se mantiene en pueblos como Las Margaritas, Los Pintos, Chorrerita, hasta Los Cerritos de Los Pozos, entre mucho más. Esta tradición consiste en que según el tamaño de la casa, se calculan los recursos y la fuerza humana necesarios; por ejemplo: si la casa requiere de 100 campesinos expertos en el manejo del barro, el dueño de la nueva vivienda visita a 10 líderes comunitarios y les entrega un bastón de madera a cada uno, con el compromiso de traer el día de la junta de embarra a 10 hombres de su comunidad dispuestos a trabajar.
Unos días antes, se organizaba una gran piladera de arroz y maíz, que serían utilizados en la comida de la junta; a esta actividad se le conoce como “piladera con rabo”; lo de “con rabo” indicaba que habría una “curacha”, generalmente, amenizada por el violín de Matilde Amaranto. A esta actividad se invitaba a los líderes con bastón, por ello le llamaban a esta curacha, “el baile del bastón”.
En efecto, desde muy temprano en la madrugada, el día de la actividad iban llegando los líderes, con sus 10 hombres cada uno dispuestos a la faena. Mucha comida, “chirrisco” y “chicha fuerte”, daban el toque de alegría al evento festivo, llamado por siempre junta de embarra.