La asamblea constituyente, única alternativa para el verdadero cambio
- 25/08/2025 00:00
Empiezo este artículo de opinión aclarando que no tengo ni he tenido vinculación política partidista, que no voté en las pasadas elecciones por el presidente José Raúl Mulino, ni pertenezco hoy día a los llamados “Paso Firme”. Dicho lo anterior, y entrando al tema que nos ocupa, reconozco que la propuesta del presidente de convocar, mediante un decreto de gabinete, una asamblea constituyente en el país sería el más grande legado que un presidente en democracia le deje a nuestro querido Panamá.
La creación, por parte del presidente de la República, del Decreto de Gabinete 488 del 28 de agosto de 2024, de la Secretaría Presidencial para la Reorganización del Estado y Asuntos Constitucionales (Sepresac), sus pronunciamientos en los discursos del pasado 2 de enero y 1 de julio en la Asamblea Nacional, así como en algunas conferencias de prensa donde menciona el tema de la alfabetización constitucional y el proceso constituyente, y, por último y no menos importante, la designación como coordinador ejecutivo de la Sepresac del doctor Miguel Antonio Bernal, quien, además de ser catedrático de Derecho Constitucional por más de cuatro décadas, lleva esa misma cantidad de años promoviendo una asamblea constituyente que derogue la militarista de 1972, son pruebas evidentes de sus buenas intenciones en este proyecto del cambio constitucional que requerimos en nuestro país.
Reconozco que ningún presidente, tal vez por el costo político que esto conlleva, por enfrentar a sus copartidarios, es decir, a la muy desprestigiada clase política panameña que pretende mantener, a costa del pueblo, sus prebendas y beneficios, se atrevió a dar semejante y trascendental paso. El mismo representa, en mi opinión, la única opción de un verdadero cambio en las estructuras de los tres órganos del Estado, donde nos demos las herramientas de participación ciudadana que nos permitan erradicar la corrupción, la impunidad y los abusos de poder, y los grandes cambios que el país requiere. Como bien lo señaló recientemente un reconocido analista político, “es la única forma de darle un vuelco a este sistema político putrefacto”.
Mucho se ha comentado, tal vez por desconocimiento, mala fe o por razones politiqueras, que la constituyente ya está hecha y que lo que busca la misma es que el presidente Mulino se reelija. Nada más lejos de la realidad. En primera instancia, en este proceso, que aún no tiene nada escrito, se requiere la participación de todos los panameños. Es indispensable que sea un proyecto incluyente. Por otro lado, lo que menos queremos la mayoría de los panameños es la reelección, no solo del presidente de la República, sino de todos los cargos de elección popular, incluyendo magistrados, rectores, entre otros.
El proyecto de la constituyente tiene varias fases, y las mismas están divididas en cuatro etapas, a saber: alfabetización constitucional, donde se va motivando a la ciudadanía al conocimiento de sus derechos y deberes; la preparación de la elección de los constituyentes y la aprobación de la nueva Constitución; la divulgación de la misma; y su aprobación mediante referéndum, para que entre a regir en el año 2029, sin que se afecte o se trastoque el actual orden constitucional.
¿Cuáles serían las propuestas de cambio para la nueva Constitución? Sería largo enumerarlas, pero puedo mencionar algunas que, a todas luces, la ciudadanía aspira, como lo son, por ejemplo: la creación de un Tribunal Constitucional (que hubiera puesto un alto a los abusos que hoy vemos en la Corte Suprema de Justicia); la forma como se eligen los diputados, magistrados y procuradores; elecciones de diputados a medio término del mandato presidencial; reducción de diputados y representantes de corregimientos; el establecimiento de un régimen municipal; una segunda vuelta electoral que lleve al ganador a tener una mayor representatividad; la revocatoria de mandato en todos los cargos de elección; el juzgamiento de los magistrados y diputados; la acción de tutela (como está establecido en la Constitución colombiana); la creación de mecanismos de participación ciudadana que nos dé a los panameños las herramientas para tener mayor control, fiscalización y toma de decisiones en el quehacer nacional; en fin, cambios en temas económicos, ambientales, sociales y culturales.
El artículo 2 de nuestra Constitución es claro: el poder emana del pueblo. El presidente Mulino nos ha puesto en bandeja de plata la oportunidad para que ejerzamos, como ciudadanos panameños, ese poder. Somos más los decentes y preocupados por dejar un mejor país para nuestros hijos y las futuras generaciones. La Constitución que nos rige, dentro de algunos meses, está por cumplir 53 años. Fue hecha sin la participación ciudadana, en plena dictadura militar; la hicieron en función y beneficio propio y, en muchos aspectos, el desgreño administrativo que, como país, vivimos hoy día es consecuencia de ella. Hagamos juntos el cambio que el país requiere. Sumémonos todos a este proyecto de la constituyente como la única alternativa para el verdadero y urgente cambio que este país requiere.