La Asamblea Nacional y el desafío pendiente de la legitimidad

Archivo | La Estrella de Panamá
  • 21/12/2025 00:00

La Asamblea Nacional de Panamá, atraviesa uno de los momentos de mayor fragilidad política de su historia reciente. Aunque su evaluación ciudadana ha sido persistentemente negativa a lo largo de los últimos años, la llegada de nuevos diputados por libre postulación, así como la renovación de figuras en algunas bancadas de los partidos políticos, generó la expectativa de un cambio en la relación entre el Legislativo y la ciudadanía. Esa esperanza, que se expresó con fuerza tras el proceso electoral, parecía anunciar un giro en la percepción pública. Sin embargo, el paso de los meses demuestra otro escenario, poco o nada ha cambiado. Este estancamiento en el imaginario social no es casual. La Asamblea Nacional ha operado, en la práctica, divorciada de la realidad social del país, legislando con escasa conexión los problemas urgentes que enfrentan los panameños.

Esta percepción trata un problema de larga data, arrastrado por varias legislaturas, que ha erosionado progresivamente la credibilidad del Órgano Legislativo. A ello se suma, una idea cada vez más extendida de la Asamblea, como un “territorio de nadie”, marcado por denuncias recurrentes, conflictos, acomodos y acusaciones que, más allá de un desenlace legal, profundizan la sensación de desorden, impunidad y ausencia de rumbo.

La encuesta Vea Panamá de octubre de 2025 confirma esta brecha entre la Asamblea Nacional y la ciudadanía. Ante la pregunta ¿Cómo considera la actuación de la Asamblea Nacional?, apenas un 29% de los encuestados expresa una percepción positiva, mientras que un 62% la evalúa de manera negativa. Si bien estos resultados muestran una mejora respecto a la medición de julio, cuando la percepción negativa alcanzaba el 80%, la lectura de fondo sigue siendo preocupante, tres de cada cinco panameños mantienen una valoración desfavorable del Órgano Legislativo, lo que evidencia que la reducción del rechazo no se ha traducido en una recuperación real de la confianza ciudadana.

Algo similar ocurre con los diputados de libre postulación o independientes. Cuando se preguntó a los entrevistados, ¿Cuál es su opinión sobre la actuación de los diputados/as de libre postulación frente a los diputados/as de los partidos políticos tradicionales?, apenas un 5% consideró que los legisladores de partidos políticos presentan un mejor desempeño, mientras que un 31% opinó que los independientes o de libre postulación lo hacen mejor. Sin embargo, el dato más revelador es que un 59% afirmó que no existen diferencias entre ambos, percibiéndolos como iguales.

Este resultado es especialmente significativo cuando aquellos diputados que irrumpieron en la escena política como una promesa de cambio hoy son evaluados bajo la misma lógica que quienes, en su momento, fueron objeto de su crítica y rechazo ciudadano.

La Asamblea Nacional de Panamá, hoy en receso, enfrenta de cara a 2026, un desafío que va más allá de la agenda legislativa, reconstruir su legitimidad ante una ciudadanía profundamente escéptica. Los ciudadanos no demandan discursos ni gestos simbólicos, sino leyes que respondan a los problemas reales del país, decisiones valientes y una práctica sostenida de transparencia y rendición de cuentas. De no asumir este reto, el Órgano Legislativo seguirá perdiendo espacio en el pensamiento ciudadano y debilitando su espacio dentro del sistema democrático.

En 2026, la Asamblea no solo decidirá qué leyes aprueba, sino qué lugar quiere ocupar en la democracia panameña y en el imaginario social...