La cooperación con EE.UU. fortalece a Panamá y su soberanía
- 11/05/2025 00:00
Meses atrás, escribí un artículo titulado: “La OTAN, un buen aliado para Panamá”, donde planteaba que la política exterior y de seguridad de Panamá obliga a mirar más allá de sus fronteras y aceptar que, por pequeña que territorialmente sea, no escapa a la realidad de los retos del mundo de hoy y que, en consecuencia, debería considerar los beneficios de trabajar en una relación bilateral con la OTAN y sus Estados miembros, igual que lo ha hecho Colombia, o lo avanzan Argentina y Brasil, en torno a los programas de cooperación técnica de dicha organización con estados no miembros. Esto con miras a brindar a Panamá mayores capacidades y mejores relaciones en un momento de su historia que enfrenta riesgos, potenciales y reales, a su integridad territorial y marítima, incluyendo el área y la operación del canal interoceánico.
Es en línea con esa realidad que considero fundamental para Panamá, la cooperación en seguridad y defensa con EE.UU., su aliado más importante. De ahí que, el memorando de entendimiento (MoU) suscrito entre el Departamento de Defensa de ese país y el Ministerio de Seguridad de Panamá, durante la reciente visita del secretario de Defensa de EE.UU. a Panamá, es una herramienta más con la que seguir trabajando en la mejora de las capacidades defensivas y de seguridad, así como de sus relaciones bilaterales con EE.UU., a la par que sirve como un claro mensaje a la comunidad internacional, particularmente al régimen chino, sobre donde se ubican las prioridades y alianzas del país.
En un artículo de opinión publicado, recientemente, en el prestigioso Americas Quaterly de EE.UU., el exvicecanciller de la República, Carlos Ruiz-Hernández, comentaba que “... La soberanía de Panamá no se defiende retirándose del mundo, ni reusándose a negociar con aliados porque sus peticiones no fueran redactadas educadamente. ...”. Esta es una gran verdad que algunos “patriotas” deliberadamente ignoran o, tristemente, olvidan. Esto es así porque la seguridad hemisférica, guste o no, es una parte importante de lo que debe ser la política exterior para un Panamá que no vive en un mundo aislado, donde servir como ruta privilegiada y neutral para el comercio marítimo mundial lo exige.
El tan atacado MoU se ajusta a ese objetivo, pues viene a ser una muestra más del compromiso, de largo plazo, que EE.UU. tiene con Panamá. Un compromiso que se debe convertir en una oportunidad inteligente para que Panamá pueda seguir construyendo capacidades con las que garantizar su seguridad y defensa, para cumplir, además, con sus obligaciones recogidas en el Tratado de Neutralidad, a la par que brindar cooperación a su aliado más importante, los EE.UU. Un hecho que parecen ignorar u olvidar, nuevamente, los supuestos “patriotas” que buscan generar confrontación, con argumentos demagógicos y claramente populistas.
Si bien este MoU no es un tratado internacional, aunque algunos digan lo contrario, sí es un instrumento ejecutivo de cooperación que persigue, en línea con otros suscritos anteriormente, fortalecer las capacidades de las fuerzas de seguridad pública de Panamá, —dado que no se cuenta ya con “fuerzas militares” ni “sitios de defensa” a los que, claramente, hace referencia el Tratado de Neutralidad—, que le permitan cumplir mejor obligaciones constitucionales tales como: salvaguardar la paz, la seguridad, la institucionalidad democrática, o la soberanía nacional, y, por supuesto, la seguridad y defensa del canal interoceánico, esta última, a tenor de lo establecido también en el Tratado de Neutralidad del Canal y en conjunto con EE.UU.
En mi opinión, este instrumento de cooperación confirma que los esfuerzos de Panamá por mejorar y aumentar sus capacidades de seguridad y defensa son de interés para EE.UU. Un interés demostrado, una vez más, con una relación cercana y fuerte para, con ello, enfrentar retos existentes, sin pasar por alto el reconocimiento y el respeto a la soberanía panameña.
No me cabe duda de que se debe exigir respeto a la soberanía nacional. Una soberanía que trae consigo obligaciones que no se puede “escoger” obviarlas. Las obligaciones soberanas se tienen que cumplir siempre y, entre ellas, está garantizar la seguridad y la defensa necesarias para su territorio, incluida la vía interoceánica al servicio del mundo, en cuyo caso, —no se puede olvidar—, debe trabajar con EE.UU.
Como muy bien señaló también el exvicecanciller Ruiz-Hernández en su artículo precitado: “... Panamá no es una superpotencia. Reconocer este hecho no es ni derrotista ni humillante; es una realidad estratégica y muy honorable. ...”. Panamá debe aceptar esta realidad y comportarse con madurez e inteligencia. El mundo cambió y las reglas del juego con ello. En este sentido, hay que reconocer que la seguridad hemisférica vuelve a ser, afortunadamente, de sumo interés para EE.UU. y en ella, la participación y colaboración de Panamá juega un papel fundamental. Un papel que Panamá, —una nación responsable, y de vocación internacional—, debe asumir con altura y compromiso de futuro. Con ese objetivo en mente, pues, qué mejor aliado para ello que EE.UU., con quien Panamá comparte un pasado, un presente y un futuro, que afortunadamente también incluye el importante activo que es el Tratado de Neutralidad del Canal, un tratado que, no se puede ignorar ni olvidar, es de ambas naciones, —no sólo de una— y que ambas —no sólo una— deben cumplir.