La excepcionalidad y las Altas Capacidades Intelectuales (ACI)

  • 19/12/2025 00:00

Algunos suponen que las Altas Capacidades Intelectuales (ACI) salen de algún lugar misterioso, de una genética especial, que no cuentan con una línea temporal asociada a oportunidades, educación diferenciada y contextos facilitadores. Salvo excepciones, muy pocos colegios realizan los ajustes razonables del curriculum en el grado que corresponden en respuesta a la precocidad, creatividad y a la rapidez/profundidad conque estos alumnos aprenden.

Las Altas Capacidades o la excepcionalidad por encima de la media y más allá, es un paraguas o concepto macro. Bajo su cobertura se asocian a los héroes, a las élites o a los triunfadores. Todos ellos de alguna manera lograron la experticia en un dominio o campo, como resultado de la interacción entre habilidad, competencia y ejercicio reiterado. Los triunfadores destacan en áreas de interés específico, combinando talento, esfuerzo y dedicación. Son aquellos que aprovecharon las oportunidades que quizás otros no vieron, alcanzando resultados excepcionales. En general la humanidad ha conocido a sus héroes a través de las epopeyas y a sus lideres sobresalientes en la guerra, en la paz y en los campos y dominios (reiteramos) de toda índole profesión, arte o ciencia. Son modelos para imitar y por lo regular, forman parte de la narrativa fundacional de cualquier cultura o civilización.

Los concursos mediáticos de oratoria o canto, temáticos como las olimpiadas de física, matemática y robótica, torneos deportivos (ajedrez, futbol, natación entre otros), certámenes culturales y emblemáticos como el Premio Miró, Premio Nobel, Pulitzer, Festivales Internacionales de cine, recrean de otra forma la diversidad excepcional personificada. Son talentos específicos o complejos al que pertenecen el 2, 5 o 10 % de la población distribuida en la campana de Gauss. Si están ahí es porque que de alguna manera la cultura local y el ecosistema educativo formal o informal u otros intereses socio económicos los promocionan y los favorecen en su detección previa, promoción y premiación incluso económica.

Sin embargo, las ACI, la superdotación y el talento académico en el entorno escolar, no conviven en una relación armónica con la comunidad educativa. Sus poseedores siguen padeciendo una escolaridad normada por currículos rígidos aplicados para la media y basados en la edad y no en competencias o habilidades. No se sabe a ciencia cierta, porqué dentro de un aula de clases o del sistema educativo no hay tal respeto o admiración por los mejores, tal como lo hay por los héroes, los triunfadores o las élites. Observamos por ejemplo que nadie le dice al equipo escolar de robótica o al representante de la olimpiada de física que llegue en segundo o tercer lugar, pero si le decimos a los niños brillantes o superdotados, que participen lo menos posible para no importunar la clase (o al maestro) y que esperen a los más rezagados del salón. No le dedicamos un planeamiento personalizado, pero si miramos a un lado si es humillado y maltratado en cualquier escenario. Hacemos nuestra la gloria de cualquiera de nuestros triunfadores (Irvin Saladino, Mano de Piedra Duran, nuestra Sele) pero condenamos a la exclusión escolar o social a los ACI o superdotados mediante nuestras acciones u omisiones. Es impropio hablar de fuga de cerebros cuando lo real es que estos son cercenados desde un salón de clases donde son discriminados o se aburren soberanamente, En consecuencia, no hay fuga (de cerebros) ni hay donde irse. No hay esperanza ni futuro reconocimiento, “me quedo en la normalidad, al menos así tengo validación y aceptación social”. Cruel pero cierto.

Las consecuencias a la salud mental de las ACI no atendidas de forma oportuna, eficaz y eficiente están registradas en investigaciones y estudios de expertos en la temática. Ser brillante puede ser disruptivo o incómodo en el menor de los casos. Cuando ese niño brillante, por ejemplo, que comprende y maneja con fluidez material curricular superior muy por encima de su edad cronológica, preguntón, aburrido hasta el hartazgo, quiere de mayores complejidades y retos cognitivos y se le obliga literalmente a esperar a los demás, el comportamiento disruptivo, probable fracaso escolar y rebeldía no se harán esperar.

Para este colectivo se demanda una acción articulada y científica, oportuna y sostenida, pues su pronta y adecuada atención puede maximizar su potencial y evitar consecuencias negativas como el abandono escolar, la desmotivación y los problemas emocionales. Ellos responden muy bien a la educación diferenciada, a respuestas educativas fundamentadas en criterios científicos y humanísticos, necesitan mucha ayuda para crecer emocionalmente y sobre todo para ser inteligentemente felices y exitosos.