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La huella paterna: un viaje a través del desarrollo psicológico infantil

Cedida | Udelas
  • 21/08/2025 00:00

La sociedad panameña actual mantiene un ritmo de vida acelerado debido a diversos factores como la tecnología adictiva, la cultura del rendimiento, urbanización deshumanizante, lo cual tiene repercusiones en los niños, en los adultos y en las familias. Vivimos en una era de contradicciones, en donde la tecnología promete conectarnos, sin embargo, ese ritmo frenético de la vida moderna nos ha llevado a desconectarnos de lo esencial: nuestro bienestar psicológico, los vínculos familiares y hasta de nuestra propia identidad. Las jornadas laborales interminables, la hiperestimulación digital y la cultura de la inmediatez han creado un fenómeno algo paradójico: “Somos más eficientes que nunca, pero también más agotados, solos y desconectados de nosotros mismos”.

Jamás habíamos tenido tantas herramientas para ahorrar tiempo. Hemos normalizado este ritmo de vida que contradice con nuestros ciclos biológicos y necesidades psicológicas básicas. Este estilo de vida no es sostenible ni humano, lo cual urge replantear prioridades: ¿De qué sirve la “productividad” si perdemos la capacidad de estar presentes en nuestras propias vidas? Esto tiene incidencia en los divorcios, por ejemplo, en el 2024 a nivel del país se contrajeron 7.857 matrimonios, mientras que los divorcios sumaron 23.634; solo en la provincia de Panamá se dieron 3.042 matrimonios, pero 1.010 divorcios según datos del INEC. En lo que va de enero a julio del 2025, las cifras preliminares indican que se registraron 4.534 matrimonios a nivel nacional y se registraron 1.202 divorcios. Mientras las empresas promueven el equilibrio vida-trabajo, los sistemas económicos premian a quienes sacrifican salud y relaciones por resultados y lo que era la familia, un refugio emocional, se ha convertido en otra lista de tareas por cumplir. Esto lleva a pensar en nuestros hijos y los hogares monoparentales que se van dando en la medida que crecen los divorcios o separaciones.

Hay mucha literatura que habla sobre la figura materna, o la paterna en donde demuestra la importancia que ha adquirido en la dinámica familiar, en el desarrollo psicológico del niño, a pesar de que no haya referencias teóricas o modelos conceptuales científicos que acrediten esa importancia por lo que está un poco desorganizada.

Actualmente conocemos sobre la función y la importancia paterna en los aspectos cognitivos y sociales de los hijos, pero no sabemos nada de la manera en que ayuda al niño en su desarrollo. El padre, al ser un gran ausente de los modelos teóricos debido al concepto del apego monotrópico o el concepto de impulso secundario que explica el apego del niño a la madre por satisfacer sus necesidades primarias, llega al punto de alterar cualquier otro tipo de relación. El padre no ha sido considerado un elemento de promoción o de estructuración en la personalidad del niño.

En la actualidad se ha realizado una tentativa de aclarar la influencia del padre en la dinámica familiar, por lo cual se ha sustituido al concepto de apego hacia otras figuras o en la teoría psicoanalítica que eleva al rango de objeto al padre, aunque sea secundario. El padre es la otra figura de apego. Las madres y los padres no se pueden intercambiar porque son dos perspectivas diferentes de afectos y relaciones.

Los padres tienen una configuración muy diversa a la madre, dando como ejemplo la voz, el olor, el rostro, hasta incluso la presencia de barba, lejos de ser un elemento decorativo, tiene una función discriminatoria. El padre ayuda a mejorar en los aspectos de la autonomía e independencia, o en la misma línea con la diferenciación y la tipificación sexual en los hijos o en el desarrollo moral o en adquirir valores sociales. La figura materna y paterna son dos puntos fijos para el niño que deben producir un espacio afectivo y emotivo para el desarrollo del niño.

La relación con el padre es diferente por contenidos, competencias, calidad afectiva y no simbiótica como la de la madre. Es de suma importancia analizar el entorno y ambos roles debido a que los padres en la actualidad han perdido influencia por las transformaciones de la sociedad y la estructura familiar, aunque sus enseñanzas siguen siendo fundamental e insustituible como conceptualizó Carl Jung la relación de los padres a través de arquetipos y complejos psicológicos, mientras el arquetipo de la Madre representa la nutrición, protección y cuidado, el arquetipo del Padre simboliza la autoridad, la ley, el orden y la estructura. Los complejos son conjuntos de ideas y emociones asociadas a experiencias con figuras parentales. Cuando están desequilibrados, pueden generar problemas en la vida adulta, como dificultades en las relaciones, problemas de autoridad.

Al final, como redactó Carl G. Jung: “Los padres deben comprender que son árboles de los cuales la fruta cae en otoño. Los hijos no pertenecen a sus padres, y solo son engendrados por ellos en apariencia”.

*El autor es docente, psicólogo clínico y del deporte y director de escuela de Salud Pública en la Facultad de Biociencias y Salud Pública de la Udelas