Columnistas

La línea del destino: Un trazo sobre la fatalidad y la resiliencia en el cuadrilátero del tiempo

Pixabay
  • 23/08/2025 00:00

En el panorama de la cuentística contemporánea, la obra de Alexander J. Bermúdez, “La línea del destino”, irrumpe con la fuerza de un puñetazo certero, dejando en el lector una impresión indeleble. Galardonado con el Premio Nacional de Cuento “José María Sánchez” 2021, este volumen de cuentos se erige como una muestra vibrante de la madurez narrativa de su autor, un repaso por sus propias etapas creativas que culmina en historias de una intensidad conmovedora.

El título, “La línea del destino”, ya prefigura la preocupación central que articula el volumen: la ineludible danza entre el albedrío humano y las fuerzas del destino. Es una exploración de cómo las decisiones, los accidentes y las circunstancias externas tejen una red de la cual es difícil, si no imposible, escapar. Cada cuento se convierte en un fragmento de este gran tapiz, ofreciendo distintas perspectivas sobre la fatalidad y, paradójicamente, sobre la inextinguible llama de la esperanza y la resiliencia humana.

El cuento homónimo, “La línea del destino”, es una incursión fascinante en el realismo mágico y la ciencia ficción. Su protagonista, atrapado en un bucle temporal, revive una y otra vez un momento crucial de su vida en un restaurante. La repetición, lejos de ser monótona, se vuelve angustiosa al revelar la implacabilidad de un destino que parece burlar cualquier intento de alteración. La elección de un postre o un mínimo detalle, se convierte en el epicentro de un universo donde el tiempo es el verdadero antagonista. La prosa ágil y sensorial de Bermúdez nos sumerge en la psique del personaje, logrando que el lector experimente la frustración y la desesperación de quien se sabe condenado a repetir un instante que lo lleva a un presente indeseado, a la vejez o a la inmovilidad. La tensión se construye magistralmente, manteniendo la incertidumbre sobre si alguna “línea” podrá ser finalmente modificada. La resolución, abierta y simbólica, invita a la reflexión sobre la predestinación y la capacidad humana de aferrarse a la posibilidad de un cambio, por mínima que sea.

Sin embargo, es en ¿“Quién mató a Bartolomé Hamsa?”, donde la obra alcanza una de sus cumbres. Este cuento, disfrazado de crónica deportiva, es un profundo estudio sobre la figura del héroe olvidado y el peso de las expectativas. Bartolomé Hamsa, el “Parco”, un boxeador que nunca quiso serlo, cuya verdadera vocación era la medicina, encarna la paradoja de un individuo arrojado a un destino que no eligió, pero en el que, irónicamente, encuentra su gloria y su tragedia. La narración se desdobla en un análisis forense de su última y fatídica pelea por el título mundial. La descripción del combate contra Rodolfo “Escopeta” López es de una visceralidad asombrosa, casi cinemática. Cada golpe, cada herida, cada decisión de la esquina y del árbitro se diseccionan con una precisión implacable, tejiendo una atmósfera de fatalidad inminente. El cuento no solo relata una pelea, sino que se transforma en una alegoría sobre el sacrificio, la ambición, la indiferencia del público y el precio de la fama. La pregunta retórica que titula el cuento se expande en las reflexiones finales, involucrando al lector en la culpabilidad colectiva del olvido. Es una crítica feroz a la mercantilización del deporte y a la efímera memoria de aquellos que se consumen en él.

Los otros cuentos, “La Habana, sin pecado concebida...”, “El jabón”, “Primera plana”, “Los amigos de Luis”, y “Una mañana en Las tres Marías”, complementan el volumen, mostrando la versatilidad de Bermúdez en el manejo de géneros y tonos. Desde la intriga y el espionaje en una Habana decadente pero vigilada, hasta el humor negro, el drama humano y la exploración de las emociones más primarias. Es notable la diversidad de temas, lo que convierte a “La línea del destino” en una obra que, sin perder su hilo conductor sobre la fragilidad y la fuerza del ser humano, ofrece una rica variedad de experiencias narrativas.

La prosa de Alexander J. Bermúdez es directa, concisa y cargada de imágenes potentes. Maneja el ritmo de manera impecable, acelerando cuando la acción lo requiere y deteniéndose en la introspección cuando la profundidad de los personajes lo demanda. Su capacidad para crear atmósferas y para sumergir al lector en los escenarios, ya sean un restaurante atemporal o un ruidoso coliseo de boxeo, es sobresaliente. La estructura narrativa, elogiada por el jurado del Premio José María Sánchez, es uno de sus grandes aciertos, demostrando un dominio técnico que pocos logran en su primera publicación.

En definitiva, “La línea del destino” no es solo un libro de cuentos; es una reflexión incisiva sobre la condición humana, un viaje a través de los recovecos del alma, donde la voluntad choca con la predestinación y la esperanza se abre paso en medio de la adversidad. Alexander J. Bermúdez entrega una obra que resonará con fuerza en aquellos que se atrevan a transitar sus líneas, invitándolos a cuestionar el rumbo de su propio destino.

*El autor es crítico literario, especialista en literatura hispanoamericana moderna