La misión del Grau y el Urubamba en Panamá
- 26/07/2025 00:00
Los navíos “Grau” y “Urubamba” llegaron a Panamá desde Perú en octubre de 1937 El 15 de octubre de 1937 llegó al puerto de Balboa el crucero peruano “Grau”. La visita comportó un doble propósito, tareas de mantenimiento del buque en el astillero panameño y la preparación de un plan de acción que, juntamente con la Legación peruana en el istmo, debía acordarse con el “Urubamba” —próximo en llegar— para repatriar a compatriotas que deseaban regresar al Perú debido a fallidas experiencias laborales. El comandante de la escuadra fue el capitán de navío Enrique Labarthe y el jefe de Estado Mayor fue el capitán de Corbeta Ernesto Rodríguez. El mismo día de su arribo visitaron, acompañados por Luis Cúneo Harrison, jefe de la Legación peruana, al canciller Lefevre y al presidente de la República Juan Demóstenes Arosemena (Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú, Caja 5-20-A,of.34,doc.39,1937).
Panamá agasajó a la oficialidad del “Grau” con un baile, el 16 de octubre, en el “Club Unión” y, al día siguiente, el almirante Yancey Williams, comandante de la escuadra estadounidense del Pacífico, ofreció un cóctel en honor de Cúneo, Labarthe y Rodríguez, evento que fue recogido en una nota social publicada en La Estrella de Panamá (MRE, Caja 5-20-A,of.35,doc.40,1937). El 19 el Ministro Plenipotenciario Cúneo ofreció una recepción en honor a los oficiales del “Grau” a la que asistieron altos funcionarios de la administración pública panameña, el cuerpo diplomático, el gobernador y jefes militares del Canal y miembros distinguidos de la sociedad panameña. Noticia que también fue publicada en La Estrella de Panamá (MRE, Caja 5-20-A,of.36,doc.41,1937).
Dos días después llegó el “Urubamba”, carguero de la Compañía Peruana de Vapores (CPV), con el presidente del directorio Luis Gallo Porras y veinte turistas peruanos que aprovecharon la ocasión para recorrer el país mientras se acondicionaba la nave para la repatriación —ya que viajarían también niños— y se hacía una limpieza externa del casco (MRE, Caja 5-20-A,of.38,doc.43,1937). Paralelamente, el consulado culminaba con el papeleo burocrático de cada pasajero.
El 2 de noviembre estaba todo listo para el zarpe —que fue a día siguiente— con la relación de pasajeros, tripulantes y repatriados aprobada por el propio Gallo Porras. Se convino que los varones mayores de edad trabajarían como parte de la tripulación para pagar su pasaje y el transporte de su menaje. El grupo estaba constituido por treinta personas y Cúneo describe las situaciones de los que regresan a la patria, por ejemplo, de Roberto Carrillo (24 años), exmarinero que viajó con su esposa Delia Pérez y sus hijos Roberto y Delia, ambos nacidos en Panamá; de Matías Gonzáles (46 años), natural de Cañete; de José Querie (25 años), casado con Elijia Vásquez, con cuatro hijos, Diógenes, José, Julio y Marie, todos nacidos en Panamá; de Saturnino Cabrera (31 años), natural de Andahuaylas, llegó en 1925 como obrero, pero sufrió una caída y no quedó bien de la operación. Se unió con la panameña Julia Guevara en 1930 y tuvieron cuatro hijos Cristina (6 años), Inés (5 años), Alicia (4 años) y Augusto (1 año). Inicialmente los menores estaban inscritos solo como panameños y no como “peruanos nacidos en el extranjero” lo que fue solucionado por el consulado. Desafortunadamente para Saturnino, su mujer no viajó porque huyó con otro hombre (MRE, Caja 5-20-A,of.40,doc.45,1937). En el “Urubamba” se embarcó además el segundo secretario de la legación peruana, Gonzalo Pizarro, debido al lamentable deceso de su padre acontecido pocos días antes (MRE, Caja 5-20-A,of.41,doc.46,1937).
En el “Urubamba” se repatriaron también las pertenencias del marinero peruano Manuel Mantilla Aparcana —para ser entregadas a su familia en Lima—, quien en vida fue parte de la tripulación del barco peruano “Sea King” comprado en los Estados Unidos con pasavante provisional expedido por el cónsul del Perú en Filadelfia. Mantilla había desaparecido en el mar en abril de 1937, el entonces capitán de la nave Arturo Garro Reátegui había reportado que a la altura de las islas San Salvador y Bahamas este marinero cayó al océano sin que se le pudiese auxiliar. El capitán Garro solicitó dejar registro del accidente en el consulado peruano en Colón y entregó, asimismo, un inventario de las pertenencias del fallecido marinero y el dinero de su póliza. El entonces cónsul Fernando Rodríguez Pastor y el jefe administrativo consular Jorge Osorio visitaron posteriormente el buque y tomaron declaraciones a los oficiales y a algunos tripulantes (MRE, Caja 8-39-B,of.23,doc.23,1937); de la pesquisa realizada se determinó que la víctima era natural de Ica —al sur de Lima—, con pasaporte 377 expedido en El Callao el 20 de febrero de 1937 y Libreta de Inscripción Marítima 4055 expedida en El Callao el 31 de mayo de 1929. Mientras que el “Urubamba” llegó sin novedad a El Callao, el crucero “Grau” había sufrido una avería durante las operaciones de atraque en el muelle de Balboa, lo que retraso su partida hasta el 10 de noviembre (MRE, Caja 5-20-A,of.46,doc.50,1937). Finalmente, en diciembre de 1937, Cúneo informó a Lima que la misión naval había alcanzado sus objetivos al repatriar al mayor número de connacionales de aquella década. Estos hechos evidencian la amplia experiencia acumulada de la cancillería peruana en este tema.
*El autor es exembajador de Perú en Panamá, Honduras y Guatemala
El 15 de octubre de 1937 llegó al puerto de Balboa el crucero peruano “Grau”. La visita comportó un doble propósito, tareas de mantenimiento del buque en el astillero panameño y la preparación de un plan de acción que, juntamente con la Legación peruana en el istmo, debía acordarse con el “Urubamba” —próximo en llegar— para repatriar a compatriotas que deseaban regresar al Perú debido a fallidas experiencias laborales. El comandante de la escuadra fue el capitán de navío Enrique Labarthe y el jefe de Estado Mayor fue el capitán de Corbeta Ernesto Rodríguez. El mismo día de su arribo visitaron, acompañados por Luis Cúneo Harrison, jefe de la Legación peruana, al canciller Lefevre y al presidente de la República Juan Demóstenes Arosemena (Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú, Caja 5-20-A,of.34,doc.39,1937).
Panamá agasajó a la oficialidad del “Grau” con un baile, el 16 de octubre, en el “Club Unión” y, al día siguiente, el almirante Yancey Williams, comandante de la escuadra estadounidense del Pacífico, ofreció un cóctel en honor de Cúneo, Labarthe y Rodríguez, evento que fue recogido en una nota social publicada en La Estrella de Panamá (MRE, Caja 5-20-A,of.35,doc.40,1937). El 19 el Ministro Plenipotenciario Cúneo ofreció una recepción en honor a los oficiales del “Grau” a la que asistieron altos funcionarios de la administración pública panameña, el cuerpo diplomático, el gobernador y jefes militares del Canal y miembros distinguidos de la sociedad panameña. Noticia que también fue publicada en La Estrella de Panamá (MRE, Caja 5-20-A,of.36,doc.41,1937).
Dos días después llegó el “Urubamba”, carguero de la Compañía Peruana de Vapores (CPV), con el presidente del directorio Luis Gallo Porras y veinte turistas peruanos que aprovecharon la ocasión para recorrer el país mientras se acondicionaba la nave para la repatriación —ya que viajarían también niños— y se hacía una limpieza externa del casco (MRE, Caja 5-20-A,of.38,doc.43,1937). Paralelamente, el consulado culminaba con el papeleo burocrático de cada pasajero.
El 2 de noviembre estaba todo listo para el zarpe —que fue a día siguiente— con la relación de pasajeros, tripulantes y repatriados aprobada por el propio Gallo Porras. Se convino que los varones mayores de edad trabajarían como parte de la tripulación para pagar su pasaje y el transporte de su menaje. El grupo estaba constituido por treinta personas y Cúneo describe las situaciones de los que regresan a la patria, por ejemplo, de Roberto Carrillo (24 años), exmarinero que viajó con su esposa Delia Pérez y sus hijos Roberto y Delia, ambos nacidos en Panamá; de Matías Gonzáles (46 años), natural de Cañete; de José Querie (25 años), casado con Elijia Vásquez, con cuatro hijos, Diógenes, José, Julio y Marie, todos nacidos en Panamá; de Saturnino Cabrera (31 años), natural de Andahuaylas, llegó en 1925 como obrero, pero sufrió una caída y no quedó bien de la operación. Se unió con la panameña Julia Guevara en 1930 y tuvieron cuatro hijos Cristina (6 años), Inés (5 años), Alicia (4 años) y Augusto (1 año). Inicialmente los menores estaban inscritos solo como panameños y no como “peruanos nacidos en el extranjero” lo que fue solucionado por el consulado. Desafortunadamente para Saturnino, su mujer no viajó porque huyó con otro hombre (MRE, Caja 5-20-A,of.40,doc.45,1937). En el “Urubamba” se embarcó además el segundo secretario de la legación peruana, Gonzalo Pizarro, debido al lamentable deceso de su padre acontecido pocos días antes (MRE, Caja 5-20-A,of.41,doc.46,1937).
En el “Urubamba” se repatriaron también las pertenencias del marinero peruano Manuel Mantilla Aparcana —para ser entregadas a su familia en Lima—, quien en vida fue parte de la tripulación del barco peruano “Sea King” comprado en los Estados Unidos con pasavante provisional expedido por el cónsul del Perú en Filadelfia. Mantilla había desaparecido en el mar en abril de 1937, el entonces capitán de la nave Arturo Garro Reátegui había reportado que a la altura de las islas San Salvador y Bahamas este marinero cayó al océano sin que se le pudiese auxiliar. El capitán Garro solicitó dejar registro del accidente en el consulado peruano en Colón y entregó, asimismo, un inventario de las pertenencias del fallecido marinero y el dinero de su póliza. El entonces cónsul Fernando Rodríguez Pastor y el jefe administrativo consular Jorge Osorio visitaron posteriormente el buque y tomaron declaraciones a los oficiales y a algunos tripulantes (MRE, Caja 8-39-B,of.23,doc.23,1937); de la pesquisa realizada se determinó que la víctima era natural de Ica —al sur de Lima—, con pasaporte 377 expedido en El Callao el 20 de febrero de 1937 y Libreta de Inscripción Marítima 4055 expedida en El Callao el 31 de mayo de 1929. Mientras que el “Urubamba” llegó sin novedad a El Callao, el crucero “Grau” había sufrido una avería durante las operaciones de atraque en el muelle de Balboa, lo que retraso su partida hasta el 10 de noviembre (MRE, Caja 5-20-A,of.46,doc.50,1937). Finalmente, en diciembre de 1937, Cúneo informó a Lima que la misión naval había alcanzado sus objetivos al repatriar al mayor número de connacionales de aquella década. Estos hechos evidencian la amplia experiencia acumulada de la cancillería peruana en este tema.