La ventana por donde escapar
- 08/06/2025 18:51
Revisando escritos anteriores y, con el fin de poder atender los asuntos que aquejan a nuestra lastimada sociedad durante este tiempo que vivimos, encontré una serie de opiniones plateadas en el pasado que vienen muy bien en este momento para la reflexión. Algunas de las propuestas en los párrafos siguientes tienen más de 15 años, solo les pido que las analicen en este nuevo escenario en donde el mundo está cambiando apresuradamente, la tecnología para la innovación y el desarrollo avanza con una velocidad inverosímil y las pocas posibilidades de crecimiento que un joven estudiante tiene, secuestrado en este sistema nuestro, para enfrentar el mundo del futuro.
Pero el tema de la educación se ha venido discutiendo sobremanera en los últimos años; no solo eso, sino que es un asunto que ya tiene más de 45 años de estar en el tapete, si nos remontamos a la huelga de 1979. Pero más recientemente, por las terroríficas deficiencias y los resultados trasladados a la pobrísima calidad de enseñanza, a todos los niveles.
Es de suponer que la población estudiantil de hoy es la que se insertará en el proceso de desarrollo y construcción de la Nación en pocos años. Deberán reemplazar a las capas productivas que irán abandonando paulatinamente los centros de producción y tendrán entonces que asumir la responsabilidad de seguir impulsando al país hacia mejores condiciones sociales. Como andamos en materia educativa, el futuro está en peligro.
Muy a pesar de que hay personas que hablan de bondades económicas, crecimiento y demás, la gente sigue levantándose a altas horas de la madrugada para poder llegar a sus puestos de trabajo o al colegio desde los barrios periféricos de la ciudad. Luego sufren las mismas penurias para regresar en horas de la noche, para hacer lo mismo el siguiente día (además del aumento en el costo de los alimentos, los colegios en mal estado, los profesores que no van, el sistema de salud que no los atiende, etc.). No saben en realidad qué beneficios éste llamado desarrollo económico les está dando.
Hay voces que comienzan a sugerir medidas un poco más retadoras para atender algunas de nuestras deficiencias, la ventana por donde escapar. En un artículo titulado “El factor Educación” que publiqué hace más de 15 años en este mismo espacio escribí que: “Desafortunadamente, no recuerdo a quién escuché proponer la idea de que era hora —con el sentido de urgencia debida— de suspender todo el sistema educativo oficial por un año. ¿Drástico? No del todo. Cuando nos aqueja una grave enfermedad debemos dejarlo todo y dedicarnos a un periodo necesario de atención, bajo el cuidado de nuestros médicos y planes puntuales de recuperación”.
El actual paro de los educadores va subrayando con los indicadores que año tras año nos ofrecen el estado del paciente: el sistema está gravemente enfermo y requiere de acciones radicales para salvarle la vida. Esa vida es el futuro y el desarrollo exitoso de la Nación. Cada gobierno viene con sus expertos y genios que a lo sumo han calmado la “fiebre” que nos aqueja. Pero si el paciente estuviera curado, no estaríamos discutiendo temas sociales y culturales como: la pobreza en el uso del idioma, el embarazo infantil, el analfabetismo funcional, la falta de mano de obra capacitada para atender los nuevos retos de producción y desarrollo, el bajo nivel educativo de los que hacen el intento de ingresar a las universidades locales, etc.
El paciente –el sistema educativo nacional– no pude seguir así: no estamos logrando absolutamente nada. Es de visionarios reconocer que, muchas veces, hay que dar uno o varios pasos para atrás para poder avanzar con nuevos brillos. Al suspender un año escolar para redefinir y rediseñar el modelo que los retos mundiales nos están exigiendo. Procurar nuevos y mejores centros educativos y la adecuada reparación de las existentes, con instalaciones modernas y tecnología de punta que permitirá que, al cabo de esos doce meses, todos puedan regresar a las aulas de clase a trabajar y aprender por el futuro del país.
Estamos condenados, como señalé hace un par de semanas, pero hay una ventana por donde nos podemos salvar. Así tendremos un sistema educativo que propicie el mejor clima posible para el desarrollo personal, extensivo en todas las regiones poblacionales del país y que garantizará oportunidades para todos. Un ambiente educacional adecuado y justo permitirá un desarrollo humano más acorde con lo que se vislumbra deba alcanzar este país. Así le salvamos la vida al paciente.