La voz de las mariposas
- 03/12/2025 00:00
En un valle habitaban mariposas de variadas especies. Sus hermosas alas adornaban el cielo con bellos colores tornasolados. En un caluroso día del mes de noviembre, llegó un visitante: El fuerte viento, violento y con mal genio. Nadie lo podía ver, pero todas las mariposas le temían. Arrancaba, sin piedad, las flores del valle; desordenaba el pasto y con su fuerza dañaba las alitas de las mariposas del lugar.
Las frágiles y temerosas mariposas se escondían cada vez que le oían llegar. Cubrían sus cuerpecitos con sus transparentes alitas para protegerse de ese ser. Muchas de ellas volaban con miedo, otras habían perdido el brillo y otras pensaban que no podían cambiar la conducta del fuerte viento y se acostumbraron a vivir con él.
Tres mariposas las hermanas: Amanecer, Atardecer y Anochecer, decidieron que no callarían más y reunieron a todas las demás.
Gritaron: ¡No podemos vivir así!
Estamos hechas por Dios, para poner bonito los campos y paisajes donde volemos.
Amanecer exclamó:
¡Vivir así, es morir poco a poco!
Atardecer mencionó:
¡Volar con temor es sufrir!
Anochecer dijo:
Vinimos al mundo por poquito tiempo porque nuestra misión es colorear paisajes mientras nos transformamos de gusanitos a mariposas.
Todas juntas gritaron una y otra vez: El fuerte viento nos quiere acabar, pero no lo vamos a dejar.
Muchas maripositas no las escucharon y otras dudaron porque el fuerte viendo no se veía, pero conocían de su maligno poder.
Amanecer, propuso que cada vez que sintieran la presencia de ese malvado ser moverían sus alas, tan fuerte que despertarían a los otros animalitos del valle.
Atardecer, motivaba a las demás a que no dejaran de mover sus alitas y a no cansarse de hacerlo.
Anochecer, sabía que su esfuerzo intenso lo derrotaría.
Así, despertaron a los otros animalitos del valle incluyendo a los grandes y fuertes. Y el valle que era un lugar tranquilo y callado rugía de manera incesante cada vez que sentían llegar el fuerte viento.
El villano se debilitó y no le era posible destruir las alitas de las frágiles maripositas. Todas juntas habían logrado exponerlo y él ya no podía hacer de las suyas.
Pronto, el valle volvió a ser lo que era, un lugar con flores hermosas donde podían revolotear sin temor las maripositas y el resto de los animalitos vivían felices.
Todos se unieron y escucharon con atención la voz de las mariposas. Aunque las tres hermanitas viven en otro lugar, cada vez que una de las mariposas del valle agita sus alitas, los demás recuerdan que vivir sin miedo es vivir en libertad.