Las IMAS, la industria invisible
- 24/10/2025 00:00
Ships husbandry es el término náutico internacional que engloba todos los servicios de apoyo que requieren una nave para operar: abastecimiento de combustible, agua, provisiones, manejo de desechos, cambios de tripulación, reparaciones, logística y asistencia técnica. En Panamá, ese universo tiene un nombre propio: Industrias Marítimas Auxiliares (IMAS).
Cada año, millas de embarcaciones cruzan, fondean o simplemente transitan nuestras aguas profundas y seguras. Este movimiento convierte a Panamá en un punto natural de servicios marítimos: desde un cambio de tripulantes hasta operaciones de combustible, recolección de desechos, inspecciones de casco, reparaciones, entrega de repuestos o provisiones.
Pero las IMAS panameñas van mucho más allá del casco del barco.
Incluyen un entramado logístico y profesional donde participan agencias navieras, corredores de aduana, empresas de suministro, firmas de abogados marítimos, aseguradoras y una creciente red de servicios ambientales y técnicos. En conjunto, conforman la columna vertebral del sistema marítimo panameño.
A pesar de su impacto, las IMAS siguen siendo la industria invisible: aportan una parte sustancial al PIB, pero rara vez son consideradas en la toma de decisiones estratégicas. Incluso, las dos autoridades del mar la AMP y la ACP tienden a centrarse más en la infraestructura visible: el Canal, los grandes puertos o el registro de naves, dejando en segundo plano a quienes mantienen el sistema en movimiento día a día.
Según el Estudio de Impacto Económico del Sector Marítimo 2023, elaborado por la Cámara Marítima de Panamá, el conglomerado marítimo-logístico aporta aproximadamente $21,157 millones anuales, equivalentes al 32 % del PIB nacional, y genera más de 320,000 empleos directos e indirectos. Dentro de este engranaje, las IMAS representan cerca del 12% del conglomerado, con un impacto económico superior a $2,500 millones anuales.
Transporte Marítimo Interno (TMI) —uno de sus componentes principales— genera $505 millones y mantiene el efecto multiplicador más alto del sector (1.53). En otras palabras, por cada dólar facturado, 53 centavos adicionales circulan por la economía nacional.
Detrás de cada servicio IMAS existe una red que combina capital nacional, tecnología y conocimiento local:
embarcaciones de suministro, barcos de soporte, remolcadores, terminales medianas multipropósito, talleres de reparación, plantas de tratamiento de residuos, recicladoras, centros de operaciones logísticas y decenas de pequeñas empresas especializadas.
También hay millas de profesionales calificados: marineros, buzos, mecánicos, inspectores, ingenieros, soldadores y técnicos ambientales.
Para que este ecosistema crezca, Panamá necesita una regulación coherente y predecible, que promueva inversión nacional y asegure reglas equitativas. Una ley de cabotaje reglamentada y una política de fomento para la flota local serán pasos decisivos para fortalecer la competitividad y evitar el fenómeno deldumping de activos, donde barcos extranjeros operan temporalmente y cobran desde sus países sin dejar valor en la economía local.
Panamá necesita una Estrategia Portuaria y Marítima basada en planificación, sostenibilidad y desarrollo del talento humano. Si alineamos políticas públicas, educación técnica y financiamiento, el país puede consolidarse como líder regional en servicios marítimos, preparando el terreno para los desafíos del futuro.
Las IMAS no son “auxiliares” en un sentido secundario; son el núcleo operativo que permite que el conglomerado marítimo funcione. Reconocer su rol, medir su impacto y planificar su crecimiento no es un lujo técnico: es una estrategia de Estado. El mar es nuestra mayor ventaja comparativa. Convertirlo en nuestra mayor industria requiere simplemente ver lo invisible.