Las lecciones del poder (3)

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  • 22/09/2025 00:00

“Cada vez que asigno un puesto vacante, genero cien descontentos y un ingrato” (Luis XIV, 1638-1715)

Les leçons du pouvoir, libro de François Hollande que he venido someramente comentando y resaltando partes de su contenido, no solo es una obra a leer más de una vez. También abre las puertas a la reflexión y a otras obras sobre el tema.

En el anterior artículo indicaba que para Hollande, los que gobiernan “deben siempre comprender que el poder no es una propiedad, un atributo, un privilegio.”

En sociedades como la nuestra, donde la cultura democrática ha sido olvidada por más de cinco décadas, el respeto por los valores éticos y cívicos han corrido la misma suerte y, con ellos el sentimiento jurídico para permitir que se cultive el miedo a la libertad y a la dignidad.

Por ello, cuando el autor subraya que “el papel del Presidente es el de recordar los hechos, recalcar el alcance, unir la nación. Debe también despejar las constantes de nuestra historia, sacar las lecciones de nuestros éxitos y levantar el velo de ciertas páginas, ocultadas a sabiendas hasta entonces para no reabrir cicatrices dolorosas. Debe utilizar el contexto en el cual la conmemoración se produce para interpelar el pasado y meditar sobre los desafíos de hoy día, El debe de hacer obra de pedagogía, mostrar cómo la barbarie se reproduce con otros rostros, hacer un llamado a las fuerzas que lograron vencerla”

Confiesa con profunda sinceridad haber “cedido al riesgo de confundir pedagogía y expresión. Hablar no es comunicar. Reaccionar a las preguntas no es aportar las respuestas. Estar en la actualidad no es estar en la vida. Abordar todos los temas es no imponer ninguno”.

Sin rodeos afirma que: “Tomé conciencia que la desmultiplicación de la palabra, lejos de rendirme familiar a los franceses, me alejaba. Me entendían cada vez más pero me conocían cada vez menos.” Y acota: “ Al invitarse uno permanentemente, a casa de la gente, estos terminan por cerrarte la puerta. Al verte ya no te miran más. Al saturar el espacio, te borran. Al anunciar cada día una iniciativa, ya han olvidado la última. He ahí la diferencia entre dar sentido y hacer ruido”.

Entre las muchas cosas que deplora de su quinquenio, Hollande nos confía a lo largo de muchas páginas con sus lecciones y reflexiones que “la razón no siempre tiene razón” ; que “los argumentos de la razón se pierden en el camino”. Asi nos dice: ”En política , yo lo se en el fondo de mi mismo, es irracional no tomar en cuenta la irracionalidad”.

Las afirmaciones anteriores, no le impiden resaltar que: “en democracia no basta con tener razón; también hay que convencer”, para luego acotar que “la gestión del tiempo es una condición del éxito en política”.