Las lecciones del poder (4)
- 29/09/2025 00:00
“Los dioses del poder desaprueban a los frívolos; solo brindan satisfacción plena a quienes estudian y reflexionan, y castigan a quienes chapotean en lo playo, buscando apenas pasarlo bien ” (Robert Greene-Las 48 leyes del Poder)
François Hollande, en su libro Les leçons du pouvoir, nos brinda enriquecedoras páginas de sus vivencias desde y sobre el poder, de las lecciones humanas y políticas, de la experiencia única que resulta el haber recorrido los laberintos del mismo, en el ejercicio y desarrollo como político de la quinta República francesa.
Confieso que he leído y releído las más de 400 páginas de su testimonio, con interés, curiosidad y avidez, dado que en mis estudios de licenciatura y doctorado en Ciencia Política, así como catedrático de la misma a lo largo de más de cinco décadas, contadas veces se encuentra uno -en estos tiempos- con testimonios tan crudos sobre el ejercicio del poder.
En mi anterior artículo (https://www.laestrella.com.pa/opinion/columnistas/las-lecciones-del-poder-3-MA16165854), destacaba particularmente una de las tantas lecciones que nos brinda Hollande: “el papel del Presidente es el de recordar los hechos, recalcar el alcance, unir la nación. Debe también despejar las constantes de nuestra historia, sacar las lecciones de nuestros éxitos y levantar el velo de ciertas páginas, ocultadas a sabiendas hasta entonces para no reabrir cicatrices dolorosas...debe de hacer obra de pedagogía...”
Me permito recordarla pues, uno de los vacíos más grandes que viven las sociedades de nuestra era, es el de no contar con una memoria colectiva, con una memoria histórica que sirva para rescatar, ponderar y divulgar hechos que no se pueden olvidar. Como nos enseña Milan Kundera: “La lucha contra el poder, es la lucha de la memoria contra el olvido”. Y. hoy día. hay demasiado olvido de cosas que no se deben olvidar.
Y subraya el autor: “...las convicciones deben prevalecer allí donde solo la voluntad cuenta y donde ninguna coacción económica o financiera y, menos aún externa, nos impida actuar. Al ser muy razonable , no siempre se logra hacer avanzar la razón.”
Nos recuerda que: “el presidente ejerce la magistratura suprema, pero él no es juez. El es el garante de la independencia de la autoridad judicial. Su primer deber es el de dejarla trabajar libremente, sobre todo cuando lleva a cabo investigaciones sobre miembros de su gobierno, sus asesores o de su entorno. Pero, puede ocurrirle tener que dirimir aun antes que ella haya rendido su veredicto.”
“El presidente debe instaurar los mecanismos de control para asegurar la transparencia de la vida pública y prevenir el fraude o la corrupción que concierna a los electos o a los funcionarios con autoridad....La honestidad es el primer deber de los responsables públicos, la ética el fundamento de la confianza...No debe dejar que lo confronten a los “affaires” que hicieron tanto daño a sus predecesores y a la democracia.”