Columnistas

Las mujeres en los escenarios de las desigualdades

  • 08/03/2024 00:00

Es tiempo de conocer y analizar las agendas de política pública de cada candidata/o a cargos de elección popular. La crisis sistémica que está en cada rincón del territorio es algo que vivimos cada día y a la que las autoridades surgidas del proceso electoral 2024 tendrán que hacer frente.

Según el Diagnóstico y plan de acción para la iniciativa de paridad de género en Panamá de 2018, la disparidad que provoca la tecnología es abismal, las “empresas que absorben el 7% (unas 100,000 personas) generan el 47% de la riqueza, con un salario promedio de 3,078 dólares/mes, mientras que el 93% restante (1,500,000 trabajadores y trabajadoras) producen el 53% del PIB, con un salario medio de 697 dólares mensuales. La productividad del Network es, de esa manera, 18 veces superior a la del resto de la economía”, (Intracorp, 2014). A la fecha no se observan cambios en esta dirección ¿Qué propuesta al respecto tendrán las candidaturas a la presidencia?

La desigualdad, como la pobreza, tiene múltiples dimensiones y son el resultado de un sistema económico social excluyente que no alcanza a la mayoría de la ciudadanía. Pauperizando la vida de aproximadamente la mitad de la población y vulnerando sus derechos.

Los datos oficiales señalan que la pobreza y la pobreza extrema se ha reducido, lo que parece ser un resultado de la política de subsidios durante la pandemia, hecho que engolosina a las autoridades, pero que no parece corresponderse con la realidad, ya que las condiciones de precariedad en el empleo no logran recuperarse.

Las demandas de la población en las movilizaciones de 2022 para reducir los precios de la canasta de alimentos no se lograron y la precariedad laboral con la reducción de empleos y salarios crea muchas dudas sobre los datos de pobreza. Señores candidatos ¿Cómo cambiarán el país de ingresos altos para un pequeño grupo y que solo distribuye precariedad para el resto?

Las mujeres saben de desigualdad, la han vivido desde el nacimiento, esta les crea discriminación, exclusión y derechos vulnerados. Un Estado que solo vela por la salud y el bienestar del mercado, descuida a las personas y a los seres vivos.

En Panamá las mujeres viven desigualdades sistémicas, la patriarcalidad impuso un marco legal que niega derechos ciudadanos históricamente, lo que limita su acceso al poder, a la propiedad, a la riqueza y el control de recursos técnicos y tecnológicos.

La exclusión estructural que viven las mujeres es clara, en materia de salud, hay avances en la protección de la mujer gestante, pero insuficientes para el conjunto de las empobrecidas; en el ámbito educativo persiste la educación sexista y la educación integral en sexualidad no existe. Es indignante que niñas y adolescentes sean obligadas a la maternidad, incluso en los casos de evidente abuso y violación sexual. En el sistema de salud deben eliminarse prácticas que violan la ley, como fue el obligar a una niña de ocho años a llevar adelante un embarazo producto de una violación.

Las leyes que niegan el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo es resultado de la ausencia de un Estado laico, cuyas instituciones están dispuestas a que las políticas religiosas decidan la política pública. Lo que se expresa en las decisiones de la Corte Suprema de Justicia. Por ejemplo, sobre el marco regulatorio para la esterilización femenina y sobre el derecho al matrimonio igualitario. Situación de la que no escapa la Asamblea Nacional, en especial, la Comisión de la Mujer que en este periodo se propuso retroceder algunas leyes de protección de derechos de las mujeres, enfocándose en el registro de los no nacidos, sin ruborizarse por 23% de mujeres embarazadas con anemia.

Los hombres en este sistema también viven desigualdades que les anulan derechos, pero las mujeres viven mayores vulnerabilidades. En el mercado laboral, en 2022, la población económicamente activa femenina fue el 49.7%, los hombres el 76%.

De ese 49.7% el 89% estuvo ocupada, 37.4% se insertó en el subempleo visible y el 11.5% están desocupadas (8.8% los hombres). Además, la proporción de mujeres sin ingresos propios, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) para ese año fue el 20% y 8.0% de hombres. La ficha de Panamá de la CEPAL para el año 2021 ubica el índice de feminidad de la pobreza en 113.6 y de pobreza extrema 114.6. Las mujeres excluidas del estudio y del trabajo ascienden a 22.6% y 14.9% de hombres. ¿Qué solución darán a estos problemas que son cruciales para las mujeres?

Sobre las desigualdades que afectan a las mujeres se encuentran todas las vinculadas con la violencia machista cuyos datos son alarmantes. Como grave es la vulneración de derechos de las personas de la diversidad sexual, cuyas identidades y disidencia heterosexual enfrenta el peso de las concepciones integristas y fundamentalistas que restringen su condición ciudadana.

La autora es socióloga y activista feminista