Longevidad: ¿Cómo vivir bien y por mucho tiempo?

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  • 13/11/2025 01:31

Para nadie es un secreto que el continente europeo es un continente habitado por personas de la tercera o cuarta edad. Acá (Italia), la estadística establece que la vida media de los italianos es de 81,8 años y la de las italianas de 85,7 años. Es por ello, que las personas de la tercera edad tenemos o contamos con más atención de la sociedad, que en Panamá.

Recientemente, leí un suplemente del periódico al que estoy suscrito, compuesto de tres (tres) entregas tituladas, “Longevidad. Cómo vivir bien y por mucho tiempo”, los leí con mucho interés y lo encontré muy realista y práctico. Tanto es así, que me tomé y robé de mi tiempo libre, el suficiente como para traducir las partes que consideré interesante compartir con mis contemporáneos panameños y panameñas, y por qué no, con los jóvenes panameños.

Paso a compartir:

“...Un octogenario con buena salud aún tiene muchas cosas por hacer. Y también quienes tienen muchos menos años vacilan entre desentenderse y dejar que los hechos sigan su curso, o hacer todo lo posible por alejar la vejez.

Pero ¿por qué vivir mucho tiempo debería convertirse en sinónimo de estar mal durante mucho tiempo? No, no tiene por qué ser así. La apuesta, hoy, es vivir bien y lo más tiempo posible. ¿Utopía? Tal vez. Pero lograrlo puede convertirse, en todo caso, en un gran objetivo.

Lo vemos claramente: después de los cincuenta el cuerpo cambia; y cambia cada vez más rápido a medida que pasan los años. Asistimos, un poco irritados, al giro de la vida. Corremos el riesgo de resignarnos, mas no debemos. Nunca es demasiado tarde para dejar de fumar, que es el enemigo absoluto de nuestra salud. En resumen, tomar las riendas de la situación y hacer lo que se debe hacer retrasa el envejecimiento, añade vida a los años: vida sana.

En resumen, el envejecimiento no llega de repente; es un proceso intrínseco a la vida misma, que avanza en paralelo con el crecimiento y la maduración. Por eso, combatirlo es una tarea que debería comenzar muy, muy temprano.

Es el modo en que vivimos lo que determina cómo envejecemos. Alimentación equilibrada, actividad física regular, nada de tabaco, sueño adecuado, ejercicio de la inteligencia.

Cada vez que estamos por ceder a los cantos de sirena de los mostradores de las farmacias o de los rincones “saludables” de los supermercados, deberíamos detenernos y contar hasta diez.Quizás deberíamos pensar que ese dinero podría ser más útil si se gastara en el gimnasio, en el frutero, en el fisioterapeuta, en la elección de los zapatos adecuados para caminar bien y mucho, en un buen colchón y en una almohada adecuada.O también en una botellita bonita para llevar siempre con nosotros para beber, beber, beber.

Los años de vida en salud no nos los vende nadie, debemos conquistarlos.

Mil son las demostraciones de que el gradiente social y económico es un coeficiente de salud y de longevidad.

Es el modo en que vivimos lo que determina cómo envejecemos. Alimentación equilibrada, actividad física regular, nada de fumar, sueño adecuado, ejercicio de la inteligencia.

Los estudiosos del metabolismo celular han observado los efectos nocivos de los azúcares simples (glucosa, fructosa, sacarosa): nuestro organismo los metaboliza rápidamente para producir energía, lo que lleva a una mayor producción de moléculas que pueden dañar el ADN, las proteínas y los lípidos de la membrana. Si hay un exceso de azúcares en la sangre, las mitocondrias, trabajando a pleno régimen, generan radicales libres. Si la glucosa no se quema, puede contaminar y dañar los tejidos. No solo eso: demasiados azúcares estimulan y dañan la insulina y pueden favorecer la acumulación de grasa visceral, que a su vez genera inflamación. En una espiral que promete solo desastres.

Los epidemiólogos nos han demostrado que el alcohol hace daño. Que es una sustancia tóxica y cancerígena. Cuando bebemos, el hígado transforma el alcohol en acetaldehído, una molécula clasificada como cancerígena porque puede dañar el ADN y las proteínas, aumentando el riesgo de tumores (boca, esófago, hígado, colon, mama).

El metabolismo del alcohol produce radicales libres que atacan las células, desencadenan inflamación y aceleran el envejecimiento. Sin hablar de los daños al propio hígado: esteatosis (hígado graso), hepatitis alcohólica y cirrosis, condiciones que reducen drásticamente la expectativa de vida.

Lo que importa es la moderación, es hacer de una fiesta una fiesta y no un hábito alimentario, es la continuidad de las buenas costumbres. Sabemos que el buen humor es en sí mismo un viático de larga vida. Emociones positivas y relaciones satisfactorias modulan la respuesta inmunitaria y los niveles de inflamación crónica, el gran enemigo.

Porque también el cerebro, si se descuida, envejece antes. La estimulación cognitiva es esencial: no solo leer o aprender un idioma, sino sobre todo tener relaciones sociales.La soledad ha sido reconocida por la Organización Mundial de la Salud como un factor de riesgo grave.

Cultivar vínculos, nutrir las amistades, participar en la vida de la comunidad es un verdadero viático de longevidad. Y aún más lo es el amor, a cualquier edad y en las diferentes formas que toma con el paso del tiempo; pero de esto no hablamos, demasiado privado y profundo como para que nos metamos en ello. Hablemos, en cambio, del movimiento: también en este caso las palabras de orden son equilibrio y constancia. Reservar al ejercicio un espacio en nuestros días es el primer mandamiento: la actividad física estimula la producción de moléculas antiinflamatorias, reduce el estrés oxidativo y favorece la regeneración de los tejidos. En otras palabras, “ralentiza” algunos de los mecanismos biológicos del envejecimiento.

No significa, sin embargo, ser obsesivos, se trata de caminar media hora al día, andar en bicicleta, practicar yoga, pilates o natación, o cualquier actividad que mantenga el corazón, los músculos y la mente entrenados.

La buena noticia es que también en este caso nunca es demasiado tarde. Así que levantémonos del sofá (o del escritorio) y hagamos algo. Algo adecuado a nuestra edad y a nuestras condiciones físicas: a los veinte años todo es posible, pero ya a los cincuenta, antes de elegir, echemos un vistazo a nuestras condiciones físicas; a los sesenta, mejor el pilates que el alpinismo; a los setenta, mejor el golf que la carrera de campo traviesa... y así sucesivamente.

Envejecer bien, luego, significa evitar las enfermedades que conllevan discapacidad; significa transformar en crónicas las patologías agudas que hacen precipitar nuestra expectativa de vida, pero también nuestra calidad de vida. Controles periódicos, chequeos dirigidos según la edad y los factores de riesgo personales, no para ser rehenes de médicos y ambulatorios, no para crearnos una nueva obsesión y medicalizar nuestros días, sino para identificar a tiempo patologías que, tomadas en sus comienzos, son a menudo curables.

La medicina personalizada promete refinar aún más estos instrumentos, permitiendo diagnósticos precoces y terapias a medida. Sería bueno, sin embargo, que no nos ilusionáramos con dejarlo todo en manos de la alta tecnología y de las batas blancas.Porque un algoritmo por sí solo no puede nada sin nuestro compromiso. Ninguna tecnología o biotecnología podrá salvarnos de un envejecimiento frágil.

El compromiso es el verdadero y posible elixir de larga vida. Aunque vivir mucho tiempo no puede ser solo una empresa individual. Importa el ambiente en que vivimos, el acceso a los cuidados, contar con ciudades más verdes y caminables. Importa saber cómo invertimos la parte del capital (pequeño o grande que sea) que reservamos a la salud, y por eso nos ayudaría mucho tener instituciones creíbles que despejen de nuestro camino las estafas costosas. Y nos ayudaría saber que lo que comemos es sano y controlado. Como también nos ayudaría poder contar siempre con nuestro médico de familia...”

*El autor es embajador de Panamá en Italia