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Los bodegueros al servicio del gran capital

Imagen ilustrativa de Colombia. Shutterstock
  • 14/05/2025 00:00

Si la clase política colombiana de ambos lados del espectro ideológico no cambian los discursos mesiánicos, retóricos y demagógicos, el país va rumbo a la quiebra. No somos competitivos en el contexto latinoamericano y menos mundial, porque tenemos protuberantes atrasos en materia de infraestructura para el desarrollo. Los partidos de izquierda en el gobierno echándoles la culpa de los desaciertos administrativos a los gobiernos anteriores de los partidos de derecha, y los partidos de la derecha echándoles la culpa del desastre al de la izquierda. Y en ese juego de pimpón, el país se debate en una aguda crisis económica y fiscal; energética y de salud; educativa y en infraestructura vial y portuaria. Amén de las graves deficiencias en las coberturas en los servicios de las nuevas tecnologías a nivel nacional. Vivimos en medio de un derroche de discursos populistas y mesiánicos de lado y lado.

Los líderes políticos, tanto de la derecha, como de la izquierda, no están pensando en resolver los graves problemas que afronta el país, simplemente están pensando en los cálculos políticos direccionados hacia las próximas elecciones. En efecto, tienen al país profundamente polarizado y dividido entre buenos y malos con calificativos de ladrones, bandidos, corruptos y otras clases de improperios entre ambos bandos.

Las capas sociales baja y media de la sociedad colombiana son víctimas predilectas de las manipulaciones mediáticas de los caudillismos mesiánicos del expresidente Álvaro Uribe y el presidente Gustavo Petro. Por eso se observan diariamente en las diferentes redes sociales despedazándose en unas especie de guerras de descalificaciones, en defensa de los intereses políticos de estos dos caudillos y de las élites económicas que están de ellos disputándose el control de la plata del Estado y los grandes negocios estatales.

Mientras los colombianos viven otra vez es una especie de Patria Boba, el mundo está cambiando en unas velocidades asombrosas y los colombianos todavía enfrascados en discursos y debates ideológicos del mundo de la Guerra Fría.

Los líderes políticos de la derecha al servicio de las élites económicas que controlan el Grupo Aval de Luis Carlos Sarmiento Angulo, el Grupo Ardila de los hermanos Carlos Julio y Antonio José Ardila Gaviria, el conglomerado de empresas antioqueñas liderado por Manuel Santiago Mejía, el Grupo Char del Fuad Char Abdala, y varias multinacionales españolas como el Grupo Prisa y multinacionales estadounidenses del emporio de BlackRock.

Los de izquierda al servicio de una élite económica emergente controlada por el Grupo Gilinski, la banca británica y francesa de Rothschild que controla al Grupo Colpatria, el emporio económico del multimillonario estadounidense George Soros y el Grupo de la banca de Inversiones que lidera la empresaria barranquillera Violy McCausland, el cual tiene sus dos pupilos controlando los hilos del gobierno: Laura Sarabia y Armando Benedetti, controlando la danza de corrupción en el gobierno.

Lo más asombroso es que un gran porcentaje de seguidores y bodegueros, tanto de la derecha como la izquierda que se las dan de inteligentes, se levantans desde las horas de la madrugada hasta altas horas de la noche a descalificarse entre sí, pero en ambos lados de la guerra política con alta dosis de mesianismo realmente no saben para quiénes trabajan en las luchas que tienen los diferentes grupos económicos por el control de los recursos del Estado y los grandes y jugosos negocios estatales. La gran mayoría de esos seguidores del uribismo y el petrismo actúan como simples peones y bodegueros al servicio del gran capital.

*El autor es periodista