Los nuevos liderazgos se miden en valores, no en discursos
- 14/12/2025 00:00
Panamá, como cada país, tiene características muy específicas sobre los liderazgos políticos que la sociedad decide apoyar. En el imaginario colectivo existe una especie de escala moral y emocional que define qué atributos acercan a un líder al respaldo popular y cuáles lo alejan inevitablemente. No son simples preferencias, son expectativas profundas, alimentadas por la experiencia histórica, los resultados previos y las esperanzas de una ciudadanía que todavía cree, aunque con cautela, en la posibilidad de liderazgos distintos.
En nuestra encuesta VEA Panamá, publicada en La Estrella de Panamá este mes de octubre, la ciudadanía envía un mensaje claro sobre el tipo de liderazgo que está dispuesta a respaldar. Preguntamos a los encuestados: “¿Qué características debería tener un nuevo líder político para que usted lo apoye?”. Las respuestas, lejos de sorprender, confirman el sentir de un país marcado por años de escándalos, impunidad y promesas rotas.
La gente ha redefinido sus prioridades, más que ideología, más que propuestas técnicas, más que experiencia, lo que hoy exige con contundencia es honestidad y transparencia, encabezando estas opciones con un 29.5 % y 20 %, respectivamente. En otras palabras, uno de cada dos panameños coloca estos valores como condición principal para brindar su apoyo a los nuevos liderazgos.
Este resultado no es anecdótico; es un reclamo convertido en opinión. La honestidad y la transparencia no son simplemente un atributo moral, hoy representan la fractura emocional que existe entre el ciudadano y su clase dirigente.
Cuando una población coloca la honestidad y la transparencia en primer y segundo lugar, está diciendo que lo básico, se ha convertido en una demanda extraordinaria. Que estamos en un país donde cumplir la ley, no robar y actuar con rectitud para muchos se percibe como una rareza.
Esto revela a una ciudadanía cansada del secreto, del manejo opaco, del “veremos”, del expediente escondido y del contrato oscuro. Panamá quiere ver, quiere saber y quiere entender. Pide claridad, no solo resultados.
La desconfianza y la sospecha se han vuelto parte del día a día, una reacción casi natural frente a los liderazgos políticos e instituciones, que durante años han fallado en rendir cuentas. Por eso, quienes hoy representan a los ciudadanos en los distintos espacios de poder no tienen únicamente un mandato de gestión para estos cinco años, tienen la obligación de actuar con apego a los valores que históricamente han definido a la mayoría de la sociedad panameña. La gente no solo quiere soluciones; quiere decencia y ese es el verdadero desafío del liderazgo contemporáneo en el país.
La tercera característica más importante para los encuestados es “cercano al pueblo” (13.8 %), lo que demuestra otra tendencia, la población anhela liderazgos con empatía real, con calle, con oído. No un político de tarima sino uno que camine, que mire a los ojos y que responda. La gente quiere sentirse acompañada, no administrada. Los ciudadanos desean ser escuchados de verdad, no que les repitan, como si fueran ajenos a su propia realidad, los mismos problemas que enfrentan día a día, sin ofrecer soluciones reales. Bajo estas características puedo afirmar que los nuevos liderazgos no se forjarán en los partidos ni en las ideologías, tampoco en la simple aspiración de una candidatura de libre postulación. Se construirán desde los valores. No desde la propaganda, sino desde la coherencia; desde la convicción de quien entiende que liderar es servir al pueblo y no servirse de él.
Panamá no está buscando salvadores ni caudillos, está buscando decencia, claridad y compromiso real. Ojalá y en el futuro, podamos encontrarla...