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Mulino y la entrega de Panamá

  • 05/05/2025 00:00

Para entender a cabalidad la posición antinacional del gobierno del señor Mulino, hace falta analizar dos elementos. En primer lugar, se trata de evidenciar los objetivos imperiales de Donald Trump. En segundo lugar, se hace necesario establecer la vinculación de los intereses de la oligarquía financiera que domina el país con los objetivos del actual presidente de Estados Unidos.

La política arancelaria de Trump no solo busca mejorar directamente la posición competitiva comercial de los Estados Unidos. También pretende obligar al resto de los países a negociar con Estados Unidos acuerdos en que, la amenaza de los aranceles se reduzca parcialmente, a cambio de que los bancos centrales de estos últimos acepten una devaluación del dólar, que aumentaría la competitividad comercial de Estados Unidos, mientras aceptan mantenerlo como la moneda fundamental de reserva internacional. Esto es lo que se busca con lo que se ha venido conociendo como el intento de imponer el llamado Mar-a-Lago Accord.

La estrategia de Trump no se limita a lo estrictamente económico, la misma contiene un importante componente de tipo militar. La idea central en esto es la que ha desarrollado Stephen Miran, quien es el asesor económico principal del gobierno de Trump, en el sentido que la economía de Estados Unidos se ha visto afectada por el hecho de que este país ha cargado desproporcionalmente con el costo de mantener el paraguas de defensa global para enfrentar las crecientes rivalidades interestatales. De acuerdo a esto Trump busca que sus socios y países dependientes financien una mayor parte de su gasto militar imperial. La amenaza de los aranceles debe servir para obligar al resto de los países a realizar concesiones en este sentido.

Obviamente que los dos puntos anteriores se relacionan con la política de Trump hacia la República Popular de China, de manera que Scott Bessent, Secretario del Tesoro de Estados Unidos, ha propuesto que los socios comerciales limiten la participación de China en sus economías a cambio de concesiones en las tarifas recíprocas impuestas por Estados Unidos.

Las concesiones de otros países a que aspira Estados Unidos en las negociaciones arancelarias han sido claramente establecidas por Stephen Mirian. Estas son las siguientes: en primer lugar, pueden simplemente aceptar los aranceles sin tomar contramedidas, lo que generará ingresos al Tesoro de los Estados Unidos. En segundo lugar, pueden abrir sus mercados a exportaciones norteamericanas y comprar más productos fabricados en Estados Unidos. En tercer lugar, se espera que los países aumenten su inversión en gastos de defensa, pero comprando armas y equipamiento a empresas estadounidenses. En cuarto lugar, las empresas extranjeras pueden trasladar parte de su producción a Estados Unidos, lo que les ahorraría aranceles de importación. Por último, está la compra o canje de bonos del tesoro a largo plazo (por ejemplo, a cien años), con rendimientos bajos que pierdan valor con la inflación.

Frente a esto es claro que la política antinacional del señor Mulino simplemente se ha ajustado a los deseos de Trump. Esto es claro en una enumeración sencilla de las concesiones realizadas por el gobierno actual: la entrega de la soberanía nacional para la instalación de bases militares norteamericanas en la ribera del Canal; el llamado “costo neutro” que permite el tránsito de las naves de guerra norteamericanas, a cambio de que Panamá adquiere a título oneroso bienes y servicios militares (llamados de seguridad) producidos y generados en Estados Unidos; la entrega de la seguridad cibernética del Canal; la ruptura de Panamá con la iniciativa de la seda; la aprobación de la Ley 462 de 18 de marzo de 2025, que permite que hasta el 75,0 % de los recursos de la CSS se invierta en títulos de deuda de Estados extranjeros o agencias y dependencias de dichos Estados (artículo 85); se trata de una forma encubierta del artículo original 65 del proyecto de Ley 163, en que expresamente se hacía referencia a los Estados Unidos; la falta de respuesta frente al alza de los aranceles por parte de Estados Unidos.

Es evidente que esto no depende exclusivamente de las preferencias ideológicas del señor Mulino. Este solo es un operador vociferante de los intereses de la oligarquía financiera antipatriota que coinciden con los norteamericanos. Estos se pueden resumir de la siguiente manera: la búsqueda de mantener el dólar como moneda hegemónica; satisfacer las preocupaciones de las calificadoras de riesgos, mostrando que no está dispuesta a contradecir a la potencia hegemónica; contar con la protección de la presencia militar norteamericana para contrarrestar las protestas sociales contra su política de choque (reforma de la seguridad social, reapertura de la mina, incremento de ITBMS, embalses; reformas de la legislación laboral y de la educación).

La misión patriótica es entonces la de unir la lucha por la defensa de la soberanía con la lucha social contra la política de choque. Necesitamos soberanía política, económica, social y ambiental.

*El autor es economista y docente universitario