Nada justifica atentar contra la democracia
- 05/12/2025 00:00
Punto en la sazón. Las revelaciones recientes sobre cómo se trató de anular la candidatura presidencial de José Raúl Mulino para las elecciones de mayo de 2024 demuestran el largo camino que aún debe recorrer el perfeccionamiento de la democracia en Panamá.
Para el 11 de marzo de 2024, de acuerdo con lo que se sabe ahora, la candidatura de Mulino ya había recorrido un trecho al amparo de la legalidad. Tratar de anularla incorporaba al panorama político un factor de inestabilidad, una burla al ejercicio de participación ciudadana, una especie de incertidumbre para ampliar la maniobra de quienes se les oponían.
Para estos últimos no importaba que desde el propio Tribunal Electoral se hubiese admitido la candidatura como válida, la demanda se proponía dejar en el limbo la propuesta que encabezaba Mulino, y postergar hasta después de las elecciones una decisión al respecto.
Con puntualidad, las recientes declaraciones del mandatario en San José de Costa Rica han permitido volver sobre este tema, y desentrañar sus orígenes y motivaciones. Burlar la joven democracia panameña no ha dejado de ser un peligro. Sobre todo, para quienes alcanzar el poder está por cima de la voluntad del sufragio.
Volver sobre el tema da paso al tratamiento transparente de un hecho que no debió ser. Ahí están los términos en que se produjo, independientemente de la aparente ingenuidad política de su ejecutora. Aun cuando asumiera visos de legalidad, la demanda constituía una transgresión que violentaba no solo un proceso, sino una batalla en la que el país ha empeñado una vida.
En circunstancias como esas, queda la pregunta de si ¿la defensa de la voluntad mayoritaria da para “prender el país por las cuatro esquinas”, o para bajar la cabeza ante quienes pretenden pasar por encima de esa decisión democrática? ¿Se puede tolerar esto?
Por las lecturas de los últimos días pareciera que hay quienes quieren bajarle el perfil y la profundidad a la conspiración urdida, minimizarla en los radares mediáticos, en franca contradicción con la democracia que dicen defender. Imposible (JBV).