Nuestra historia no se borra ni el futuro se construye demoliendo monumentos
- 30/12/2026 00:00
La demolición de un monumento para conmemorar la presencia china en nuestro país durante más de siglo y medio ha sido un serio error histórico. Entiendo nuestra historia como una lucha constante por liberarnos de la necesidad económica y de la violencia arbitraria para alcanzar una vida de bienestar. Un elemento de ese proceso es liberarse del temor de que la violencia o fuerza arbitraria, sin legitimidad que nos prive de bienes, vida, honra y, en este caso, de la memoria colectiva. Así lo destaca el historiador Alan Kahan en su brillante historia de las ideas liberales que inspiran nuestra democracia liberal (Freedom from Fear,2023), en cuya base siempre ha estado el temor al “poder arbitrario”; ideas expuestas también en la historia “alternativa” del mundo desde el prisma del miedo y la lucha para derrotarlo que presenta el historiador británico Robert Peckham (Fear, 2023).
Somos una democracia multirracial, tolerante ciertamente en el plano religioso y el étnico y este acto generado desde la Alcaldía de Arraiján es un verdadero despropósito histórico y un ejercicio arbitrario del poder porque nos priva de un elemento de muestra memoria colectiva como nación e infunde miedo a grupos étnicos que tienen miedo a que se les quiera borrar de ese mosaico histórico al que tienen derecho a estar.
Me trae el mal recuerdo de la destrucción de la estatua al estadista y presidente norteamericano F.D. Roosevelt durante el norieguismo a fines de los años ochenta, de la cual únicamente se pudo recuperar la cabeza , que estuvo guardada por 22 años en el depósito de la Contraloría General y desde 2009 ha estado en el Paseo de los Próceres y Ciudadanos Ilustres en la Avenida Balboa.
Hace pocos años, en esta década del presente siglo, en varios países de Latinoamérica se generó un movimiento indigenista que llevó a la destrucción de monumentos a figuras de la era colonial española, el cual no tuvo repercusión ni apoyo alguno en Panamá precisamente por nuestro gran respeto a nuestro carácter de sociedad multirracial y tolerante, que no niega su pasado aunque episodios de él no le gusten, respetuosa de nuestro pasado y de todos los grupos étnicos que han contribuido a nuestro desarrollo.
Hay que mantener ese espíritu de pacífica y alegre coexistencia de diversos sectores de diverso origen en nuestro país que han contribuido a nuestro progreso histórico. Hay que rectificar lo actuado en este caso, como lo hicimos con el monumento al presidente norteamericano F.D. Roosevelt y respetar el pasado de quienes han hecho aportes al progreso del país.
Bien decía el novelista George Orwell en su famosa novela titulada 1984, que en el edificio de oficinas del “partido” (totalitario) que controlaba la sociedad había una inscripción para sus miembros: “Quien controla el presente controla el pasado y quien controla el pasado domina el futuro”. Desde hace 36 años nuestra sociedad salió de una estructura similar, evitemos esa manipulación de la memoria histórica que a nada bueno conduce.