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Panamá, fascismo y neoliberalismo

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  • 11/08/2025 00:00

Los rasgos fascistas del actual gobierno son cada vez más evidentes. Es así como todos observamos atónitos como un oficial de la Policía Nacional, con una actitud matonesca, reprimía e intentaba amedrentar a un grupo de jóvenes, que pacíficamente recogían fondos para apoyar a los docentes injustamente judicializados. Definitivamente el gobierno ha convertido a la Policía, el Senafront y el Senan en una especie de “Fasci Italiani di Combattimento”, es decir en una milicia fascista, dispuesta a atacar a cualquiera que se oponga a los dictámenes de la dictadura.

En este ambiente de creciente autoritarismo, resulta importante destacar el apoyo de los mal llamados economistas libertarios, así como de los gremios que agrupan a los sectores económicamente dominantes, quienes siempre han intentado presentarse como campeones de la democracia.

La clave de esta aparente paradoja está en la necesidad de los sectores dominantes de impulsar una política de choque, que les permita recomponer y potenciar su acumulación de ganancias. En realidad, entienden que precisan de una política profundamente neoliberal para este fin y que la misma, en las condiciones de resistencia y movilización de la población, debe ser impuesta por la fuerza represiva.

Siempre ha sido parte del credo de los mal llamados libertarios la idea de que las reformas neoliberales, basadas en la visión de que la única libertad valiosa es la del llamado libre mercado, pueden ser desarrolladas por medio de las dictaduras. Es un hecho histórico conocido que tanto F. A. Hayek como Milton Friedman, los dos padres fundadores de la visión neoliberal, apoyaron decididamente la dictadura fascista del infame Augusto Pinochet.

El apoyo de los neoliberales a las dictaduras no se debe interpretar como un error casual o falta de visión, en realidad se trata de una postura doctrinal. Es así, para dar un ejemplo de esto, que Hayek, en su conocido artículo titulado “Los principios de un orden social liberal” (1996), argumentó que: “al menos en principio es posible que un gobierno democrático pueda ser totalitario y que un gobierno autoritario pueda actuar sobre la base de principios liberales”.

Este mismo autor, como lo ha destacado Benjamin Selwyn en su artículo titulado “Friedrich Hayek: in defence of dictatorship” (2015), escribió que: “En la época moderna, sin duda, ha habido muchos casos de gobiernos autoritarios bajo los cuales la libertad personal estaba más a salvo que en las democracias”, obviamente se estaba refiriendo a la llamada libertad de mercado. Por su parte Milton Friedman, aseguró que el gobierno de Pinochet no solo generó un milagro económico, sino que también realizó “un milagro político aún más asombroso”.

Para comprender mejor la relación entre los gobiernos autoritarios – fascistas, como el que hoy sufrimos en Panamá, la visión neoliberal y la política de choque, resulta útil referirnos al pensamiento de Robert Barro, desarrollado en su libro El Poder del Razonamiento Económico (1997). Este conocido autor neoliberal no solo argumenta acercándose a Hayek, que “no hay nada que, en principio, impida que un Gobierno no democrático establezca libertades económicas...”, añadiendo que entre los ejemplos... de autócratas que han aumentado las libertades económicas podemos citar el gobierno de Pinochet en Chile, la administración de Fujimori en Perú y, en menor grado, el gobierno del Sha en Irán...

En Barro queda claro que la política neoliberal está destinada a evitar que la democracia no lleve a un verdadero proceso de justa distribución de los ingresos, es decir de justicia social. Es así que este autor argumenta que: “... cuando la libertad política supera cierto nivel... Mayores derechos democráticos crean una fuerte presión en favor de programas sociales de redistribución de la riqueza”, los cuales, a juicio del mismo, “perjudican el crecimiento”.

Queda claro, entonces, que en nuestro país el actual gobierno autoritario – fascista, plenamente apoyado por los sectores económicamente dominantes y los ideólogos del libertarismo, tiene como objetivo el desarrollo de una política de choque destinada a revertir lo que queda de las conquistas sociales de la población. Para esto tiene que intentar la completa desarticulación de las organizaciones sociales, que como los sindicatos y los gremios docentes, defienden estas conquistas. Así mismo, implica el intento de represión de toda forma de protesta de la población que intente la defensa de la democracia y la soberanía.

En este último aspecto conviene señalar que el actual gobierno autoritario con su base de apoyo de los sectores económicamente dominantes debe ser calificado, siguiendo los planteamientos de Samir Amin, como una forma de fascismo dependiente, el cual finca sus posibilidades de estabilidad en su relación subordinada con el fascismo que ahora impera en la potencia hegemónica. Esto explica la presencia de bases militares extranjeras en el territorio nacional.

La lucha por la soberanía, la democracia, las conquistas sociales y la defensa de la madre tierra, tienen que entenderse como un todo unitario.

*El autor es economista y docente universitario