Panamá, la seguridad del Canal y Estados Unidos
- 21/05/2025 00:18
Desde su inauguración en 1914, el Canal de Panamá ha sido una de las infraestructuras más relevantes para el comercio mundial y la seguridad marítima internacional. La importancia geopolítica de este paso interoceánico trasciende las fronteras panameñas y lo posiciona como un punto crítico en la estabilidad global. En este contexto, la relación de Panamá con Estados Unidos ha jugado históricamente un papel decisivo, tanto en su defensa como en su desarrollo económico. Hoy, en un mundo cada vez más marcado por tensiones entre potencias, como Estados Unidos y China, y por amenazas no convencionales como el terrorismo y el ciberespionaje, se hace cada vez más evidente la necesidad de repensar el papel de Panamá como actor estratégico y garante de la seguridad regional.
Uno de los pilares fundamentales de la estabilidad panameña fue la operación militar estadounidense “Just cause” en 1989. A pesar de ser un triste y controversial incidente, esta intervención restableció el orden institucional y permitió a Panamá iniciar una nueva etapa de desarrollo y se transformó en uno de los centros logísticos y financieros más importantes de América Latina Igualmente, el país carecía de la estabilidad económica, pero desde entonces, Panamá se ha convertido en uno de los países políticamente más estables y seguros de Latinoamérica. Seguidamente, las inversiones extranjeras comenzaron a fluir. Y el país experimentó un auge sin precedentes en la construcción de infraestructura moderna y un desarrollo masivo inmobiliario que convirtió a la Ciudad de Panamá en una metrópolis moderna repleta de rascacielos, condominios de lujo, torres de oficinas y centros comerciales de alta gama. Antes de 1989, la Ciudad de Panamá contaba con muy pocos edificios altos, pero ahora cuenta con más de 200 rascacielos, muchos de los cuales se encuentran entre los más altos de Latinoamérica, lo que contribuye a la reputación de Panamá como el “Miami de Latinoamérica”.
La percepción de seguridad fue clave para este renacer económico. A diferencia de muchos países centroamericanos afectados por el narcotráfico, el terrorismo o el populismo, Panamá ha mantenido una política exterior moderada, estabilidad interna y neutralidad activa, factores que han sido reforzados por su vínculo histórico con Estados Unidos. La ausencia de bases militares extranjeras tras la reversión del Canal en el año 2000 provocó el incremento en homicidios con la introducción de pandillas del extranjero y narcotraficantes que empezaron a afectar nuestra paz y seguridad. Ahora, el contexto global actual plantea nuevas amenazas que requieren un replanteamiento de dicha cooperación.
En ese sentido, el acuerdo reciente entre Panamá y Estados Unidos para permitir una presencia militar temporal en los antiguos emplazamientos de Howard, Rodman y Sherman, constituye una decisión estratégica de gran alcance. Panamá no cuenta con los recursos humanos ni técnicos para estar equipado con tecnologías de avanzada de detección de amenazas de toda índole. Esta medida busca reforzar la defensa del Canal frente a amenazas modernas, incluyendo operaciones de espionaje e infiltración, particularmente por parte de potencias extranjeras como China. La creciente influencia china en América Latina ha generado preocupaciones sobre su participación en puertos, telecomunicaciones y, potencialmente, el acceso a información sensible relacionada con el Canal. Una presencia militar disuasiva reduce este riesgo y envía un mensaje claro de que Panamá está comprometido con la protección de su activo más valioso.
Además de su dimensión de seguridad, esta presencia militar trae consigo beneficios económicos concretos. La reactivación de estas instalaciones generará empleos directos e indirectos en sectores como construcción, logística, alimentación, transporte y servicios. A esto se suman las oportunidades de formación técnica, intercambios académicos y programas de seguridad conjunta que podrán fortalecer las capacidades del país. También posiciona a Panamá como un aliado clave de Estados Unidos en la región.
En un escenario más extremo, como lo sería una guerra mundial, el Canal de Panamá podría convertirse en un objetivo militar de alto valor. Su destrucción o inhabilitación afectaría gravemente el comercio global y el movimiento naval entre los océanos. Por tanto, proteger el Canal se vuelve no solo una responsabilidad nacional, sino una prioridad internacional. La posibilidad de ataques aéreos, sabotajes internos o ciberataques hace necesario un enfoque integral de defensa que incluya desde sistemas de vigilancia avanzada y radares de largo alcance hasta medidas de ciberseguridad de última generación.
En este contexto, la presencia de fuerzas aliadas permite actuar con rapidez ante cualquier amenaza. Esas instalaciones pueden funcionar como centros logísticos y tácticos para la defensa del Canal, operando en conjunto con fuerzas panameñas en tareas de patrullaje, monitoreo satelital, respuesta a emergencias y neutralización de riesgos en zonas marítimas cercanas. Todo esto sin comprometer la soberanía panameña, si no en un marco de cooperación estratégica orientado a la estabilidad regional.
Panamá se encuentra en una posición única: es un país pequeño en territorio, pero gigante en relevancia geoestratégica. Su historia reciente demuestra que la seguridad, la apertura internacional y la alianza con potencias responsables son claves para su crecimiento sostenido. La protección del Canal, especialmente ante amenazas globales, no puede depender exclusivamente de buenas intenciones de o un tratado de neutralidad. Debe estar respaldada por capacidades reales de defensa, tecnología avanzada y cooperación internacional. En este nuevo ciclo, el fortalecimiento de los lazos con Estados Unidos y la reactivación de presencia militar temporal no deben verse como una pérdida de soberanía, sino como una inversión en estabilidad, desarrollo y prestigio internacional.