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Panamá y su déficit de democracia

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  • 16/06/2025 00:00

La calificación del 2024 de Democracy Index publicada por The Economist Intelligence Unit en cuanto a Panamá es: Democracia defectuosa con calificación de 6.84 (bajando en 2021 tenía 7.75) en cuarto lugar de todos los países de la región, precedido por Uruguay, Costa Rica y Chile. Este indicador demuestra el estado de la democracia en función de un conjunto de criterios que reflejan las características claves de una democracia liberal. ¿Qué se entiende por democracia liberal? Aquella que cumple con: proceso electoral y pluralismo, funcionamiento de gobierno, participación política, cultura política y libertades civiles.

No cabe duda de que la democracia sigue siendo el sistema ideal para la nominación de dirigentes de la comunidad, no debido a que garantice la selección de los mejores, sino porque se lleva a cabo de manera legítima, lo que trae como resultado el mejor funcionamiento pacífico de la sociedad. La democracia es una alianza de convivencia.

Panamá es un país desarticulado, lo cual ha quedado demostrado en los últimos años en donde ha existido una incapacidad de actuar de manera conjunta (con excepción en cuanto al problema minero), no se logra levantar una verdadera identidad, lo que nos ha mantenido en la pobreza y gobernados por líderes poco visionarios y egoístas, los que actúan con ideas escasamente ambiciosas y proyectos personalistas, esto nos indica que esa esperanza de un desarrollado acelerado, equitativo y profundo no está en la agenda de Panamá país.

Además de lo anterior es necesario reconocer que en Panamá hace falta una estrategia, combinada con una verdadera disciplina de desarrollo. No existe la menor duda que se requiere una estrategia de desarrollo robusta que conduzca al país hacia un crecimiento sostenido. Aunado, es fundamental el perfeccionamiento de instituciones lo competentemente sólidas que defiendan el desarrollo en forma confiable. Queda claro que Panamá crece por encima de los países de la región, pero eso no es suficiente.

Panamá sigue siendo un país pobre y esto se debe entre otras cosas a la incapacidad del Estado de atender las necesidades básicas de la población, especialmente salud, educación, agua e infraestructura entre otras. Además, es necesario tener un sistema de justicia que funcione, como también un sistema democrático, desarrollo ciudadano y seguridad y libertad. Pero, no se debe olvidar que, si lo anterior es importante, también es vital que la sociedad como tal debe tener la capacidad de brindar a los ciudadanos las oportunidades de educción, trabajo y generación de un salario digno, para lo cual se debe entender que las políticas de subsidios que se han desarrollado para atender casos especiales y no especiales no son estructuralmente eficaces para luchar contra la pobreza.

Cuando se habla de un déficit de democracia debe quedar claro entender que esta es la capacidad de las sociedades de emplear mecanismo que impiden injusticias cuando los gobernantes amenazan a la ciudadanía. La democracia es la capacidad de brindar libertad plena a todos los ciudadanos. Lo citado nos indica que probablemente la causa fundamental de un desarrollo económico se asienta en la ausencia de una democracia robusta.

Panamá da la impresión de ser un país desorientado, que se agita en medio de grandes discusiones internas, sin lograr avances significativos. Hacemos gala de una inmadurez política increíble, lo cual es una sintomatología de la elasticidad que se demanda para hacer grandes progresos. Como sociedad es necesario desarrollar mecanismos que nos permitan evolucionar, caso opuesto, el riesgo de grandes desafíos internos es demasiado evidente. No se puede permitir que nuestros regímenes políticos sigan siendo excesivamente volátiles.

Nuestros líderes políticos (si le podemos llamar así) deben comprender que no llegan al poder a imponer su voluntad, a tomar revancha de lo pasado, muy por el contrario, deben hacer un mandato dirigido a liderar la sociedad y a conducir el país durante un tiempo determinando, pensando en el bien común y el beneficio social. Es vital concebir políticas públicas que busquen el bienestar general, especialmente para evitar que haya grupos sociales y económicos que cultiven mando sobre otros y garantizar la observancia de la ley y la justicia. Por su parte, necesitamos una sociedad enérgica que sirva para avalar que el Estado jamás será fuente de injusticias, dominación, inestabilidad, ilegalidad y atropellos. El Estado siempre debe garantizar la libertad de los ciudadanos.

La alianza Estado-Empresa-Comunidad es primordial, la cual debe trabajar para lograr el fortalecimiento de las instituciones democráticas y el Estado de derecho. Esta combinación es sumamente importante para alcanzar un entorno próspero para el crecimiento económico y la inversión, como también para abrir camino hacia la consecución de que los beneficios del crecimiento sean distribuidos equitativamente entre la población. No cabe la menor duda, que conducir al país en torno a lo antes planteado podría convertir a nuestro país en el epicentro de desarrollo sostenible. Todo debemos caminar para convertir a Panamá en un generador de bienestar y prosperidad.

*El autor catedrático universitario