Para exportar nuestra literatura
- 27/10/2025 00:00
Felicito a los escritores ganadores del concurso literario Ricardo Miró 2025, en particular al amigo Eduardo Jaspe Lescure, quien obtuvo doble reconocimiento: en la categoría de cuento con la obra Otra vez la noche y en la categorpia de Novela con Veneno adentro. Cada año este certamen deposita cinco nuevas obras galardonadas en las arcas literarias de la nación. Otras quedan en el anonimato que pudieran tener un respetable valor literario. Consideremos eso por los 83 años que tiene el certamen de haberse instituido como el más importante del país.
Entiendo que lo que prevalece es que Panamá sea y continúe siendo reconocido a nivel internacional como ese importante “puente del mundo” y, con ese arraigado sentimiento, desarrollar la ruta al máximo para proveer los beneficios que el país necesita para su desarrollo integral. Pero nunca está de más ser reconocido y respetado por otros aportes y experiencias. En los países que verdaderamente son de primer mundo, no alcanzan ese estatus solo por una o dos actividades. Además de la Ruta por Panamá, hemos apostado en demasía al deporte para colocarnos en el escenario internacional. Esto no es una crítica ni un descredito a los que se esmeran por buscar la excelencia y alcanzar la cúspide de la gloria en esos oficios. Pero tenemos un vacío enorme a nivel nacional e internacional en lo que se refiere a nuestra literatura y sus creadores.
Existe un respetable grupo de nacionales que han hecho significativas creaciones literarias que muy bien pueden ser considerados de valor internacional. Algunos son reconocidos en otros países, sus obras han sido traducidas a varios idiomas, son invitados a conferencias o conversatorios en centros culturales y/o universidades en el exterior. Buscan apoyo económico para poder presentar sus obras, muchas veces sin apoyo oficial y sin ´molestar a nadie´, para decirlo como es.
No me refiero a los que ahora, con la ayuda de la Inteligencia Artificial o el apoyo de escritores anónimos se han dedicado a publicar libros sobre su vida o de autoayuda aprovechando la actual ligereza de los espacios faranduleros para insertarse en el mundo como “escritores”.
Hablo del verdadero creador literario; de él o la que tiene como oficio escribir y crear mundos y escenarios, personajes e historias relevantes como parte fundamental de su vida y su existencia. Me refiero a los que todos los días mantienen una lucha interna consigo para resolver la manera más armoniosa o enérgica de presentarle a su lector ese mundo substantivo e imaginario que carga desde no sabe cuándo. De la que en realidad el premio no es lo más importante sino regresar al encuentro de la página escrita a medias que le espera.
El recién fallecido escritor italiano Nuccio Ordine señaló que: “En una sociedad corrompida por la dictadura del beneficio, el conocimiento es la única forma de resistencia. Porque con el dinero se puede comprar cualquier cosa; parlamentarios, políticos, jueces, el éxito, la vida erótica. Solo hay una cosa que no se compra con dinero: el conocimiento”. El escritor literario es un estudioso y conocedor de las esferas que emanan o rodean el comportamiento del ser humano. De las esquinas en donde se esconde para herir la corteza del mundo o de las cimas montañosas que busca afanosamente en conquistar. Eso y muchos otros escenarios que solo él o ella se atreven a plasmar como posibilidad de la existencia misma y esa creatividad no se puede comprar.
Ya sabemos cómo anda la educación y su futuro, pero en los esfuerzos por vencer lo banal que los medios nos entregan, subrayar los miles de millones que se gastan en infraestructura de cuestionable calidad, primordialmente para la publicidad y el corte de cintas, sería mejor invertirlos en la construcción de un nuevo ser humano, como hemos venido sugiriendo. Un ser humano productivo en la creación de conocimiento para el desarrollo y las artes. Uno que tenga criterios para opinar sobre un cuento de la misma manera que se desborda sobre un partido de fútbol.
Para la difusión de estos aportes literarios, se deben formular un nuevo enfoque para ocupar espacios nacionales e internacionales, a fin de que nuestra literatura nacional tenga la oportunidad de ser evaluada en espacios más universales.
Se deben buscar espacios para promover la publicación y agresiva divulgación del aporte literario. Invertir algunos millones (así como se habla de millones con tanta facilidad en este país), para promover y presentar en foros nacionales e internacionales el aporte de otros investigadores, ensayistas, académicos, novelistas, poetas, etc., para que estén al alcance de todos y comiencen a ocupar espacios en el escenario intelectual global.
En cada gira de alto nivel, así como participan empresarios, el Ministerio de Relaciones Exteriores debe gestionar la visita de intelectuales, artistas de la plástica, académicos, jóvenes innovadores de todos los grupos étnicos y culturales que conforman nuestra muy diversa nación. Las presencias de creadores, intelectuales y pensadores nacionales elevarán nuestro lugar en el mundo. Estimulemos como debe ser a nuestros creadores literarios y culturales y comencemos a estimular la lectura de las obras de nuestros autores.