¿Por qué la ira y ataque persistente demócrata hacia Donald Trump? (2)
- 19/07/2025 00:00
La traicionera era de Joe Biden y Kamala Harris, marcada por una crisis de fronteras abiertas, de crimen fuera de control, de inflación en espiral, ataques políticos a adversarios y un intento masivo de remodelar el sistema político, social y electoral de Estados Unidos a través de una inundación descontrolada y sin precedentes de inmigrantes ilegales, etc., afortunadamente ha terminado.
El calvario político que por varios años los demócratas impusieron a Donald Trump nos recuerda el relato bíblico de la persecución del rey Saúl a David tras darse cuenta de que Dios había transferido sus bendiciones de Saúl a David. Fue una persecución nacida de la envidia y el resentimiento. De igual forma, los demócratas se obsesionaron con los éxitos de Trump como político forastero.
¿Cómo se atreve él a hacerle eso a Hillary Clinton, dirán, cuando era su turno de convertirse en la “reina” de la Oficina Oval? Ellos nunca le perdonaron ese “exabrupto” inesperado, y han convertido la política en algo similar a la rivalidad entre equipos deportivos.
Los demócratas, ahora alejados del poder, están dependiendo de jueces radicales designados por ellos, para conformar la resistencia y controlar el poder ejecutivo ahora en manos del presidente Trump, con una andanada de extralimitaciones como jueces políticos no electos.
De repente, hemos visto a esos jueces distritales decidir sobre asuntos que ni siquiera se habían presentado ante sus tribunales. Los vimos decidir sobre asuntos que superaban con creces sus competencias, que superaban las descripciones de sus nombramientos como “jueces de distrito”, decidiendo sobre asuntos que superaban sus poderes cívicos como jueces no electos y sus escalas salariales. No están permitidos constitucionalmente decidir sobre asuntos nacionales, para eso existen los funcionarios electos, ya que no forman parte de los tres poderes del gobierno, y su nombramiento está sujeto a la aprobación y control del Congreso. Sin embargo, desde que los demócratas iniciaron ese movimiento judicial descontrolado para frenar el avance de la agenda de Trump, han decidido por sí y ante sí exceder su autoridad legal. Afortunadamente, la Corte Suprema de Estados Unidos acaba de frenarlos y ponerlos en el lugar que les corresponde. Pero si los demócratas en algún momento logran nominar a dos jueces más para la Corte Suprema, sin duda alguna veremos empezar una feroz y desastrosa era de anarquismo judicial, la entronización del marxismo ideológico radical y el fin de la mayoría constitucional.
Es necesario que entendamos el contexto más amplio o panorama de lo que realmente está en juego dentro de ese anarquismo judicial y la importancia del último fallo de la Corte Suprema estadounidense.
Esos jueces de distrito nominados por los demócratas, fueron puestos allí, como declaró arrogantemente el senador demócrata Chuck Schumer, para frustrar la agenda del presidente Trump, y están haciendo exactamente eso, ya que la estrategia marxista demócrata es gobernar a través de los tribunales al no poder hacerlo a través de la presidencia, para obstaculizar a Trump y la voluntad de la mayoría, alegando que él es un peligro para la sociedad al intentar desarrollar e impulsar las promesas que hizo al electorado en su aplastante victoria electoral.
Si el marxismo, el progresismo, el anarquismo y la insurrección judicial demócrata para deconstruir completamente la constitución estadounidense, frustrar al electorado y socavar las elecciones estadounidenses se salen con la suya, la puerta quedará abierta de par en par a la perjudicial ideología marxista, y cualquier presidente, republicano o conservador electo, estaría controlado permanentemente por una horda de jueces de distrito no electos, lo que destruiría por completo la separación de poderes.
Los fallos recientes de la mayoría constitucional de la Corte Suprema de los Estados Unidos son una palmada en la mano o una postura contra la agenda marxista radical del partido demócrata, que les dice a los jueces de distrito que se mantengan en su carril, y les dice a los distritos escolares que no tienen derecho a adoctrinar a los hijos de padres que no están de acuerdo con su agenda radical, sexualizada y pervertida.
Los demócratas ahora están tratando de encontrar algo, cualquier cosa que puedan atribuir a Trump para lograr que la población deje de pensar en el gran trabajo que su presidente está haciendo para combatir la inmigración ilegal legado por ellos, y demandando que se mantenga a decenas de millones de inmigrantes ilegales que se infiltraron en las fronteras de ese país, independientemente de sus antecedentes penales y criminales y el riesgo que representan para la seguridad nacional, lo que hace que uno se pregunte: ¿se acordarán los demócratas o no les importa un bledo los eventos terroristas del 11 de septiembre del 2001?
Cabe preguntarse, según el autor Cole Harrison, “si los demócratas tienen un manual de una sola página, y esa página solo dice ‘impeach’ o procesar a Trump, garabateado con bolígrafo. Los demócratas están preparando otra ronda o planes de procesamiento, —su juguete favorito—, sin darse cuenta de que los ciudadanos estadounidenses ya han visto ese espectáculo antes, y no les impresionó ni la primera, segunda, ni tercera vez”.
Uno creería que los demócratas habrán aprendido la lección de que cuanto más atacan a Trump con esos trucos partidistas y tácticas cansonas, más los ciudadanos estadounidenses se solidarizan con él.
Continuará...