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Qué viva, viva Panamá...

Actualizado
  • 13/04/2024 23:00
Creado
  • 12/04/2024 13:27

Para nadie es un secreto que en estas elecciones Panamá se encuentra en una encrucijada

Los procesos electorales producen, en la gran mayoría de los países, el momento ideal para reflexionar sobre el pasado y el futuro de una nación. En pocas palabras, nos brindan una oportunidad para repasar las acciones del Gobierno cuyo período culmina y evaluar el cumplimiento de los planes prometidos. Qué se hizo bien, qué se hizo mal y qué dejaron por hacer. A la vez, nos permite analizar las propuestas de los candidatos que aspiran a representarnos en las elecciones por venir.

Este proceso constituye uno de los elementos principales en los sistemas políticos que se sustentan bajo principios democráticos, ya sean estos republicanos o parlamentarios. Es al final del camino el momento oportuno para celebrar la democracia en un ambiente festivo y constructivo. Lamentablemente, en muchos países, no ocurre así. Y es que lo que está en juego es la lucha por el poder. Y en ese afán, con frecuencia las campañas se ven empañadas por el accionar negativo de los contendientes y en algunas latitudes, se empeoran más, con actos de violencia.

Para nadie es un secreto que en estas elecciones Panamá se encuentra en una encrucijada. La oferta electoral para escoger al futuro presidente es amplia y variopinta. Con la única excepción de la candidata que representa los sectores de izquierda, el resto de los candidatos pertenecen al grupo de ciudadanos que aspiramos a convivir donde impere un sistema con una democracia representativa, con una clara separación de poderes, de libre mercado, donde prevalezca el Estado de derecho, se respete la propiedad privada y los derechos humanos. La gran mayoría de los candidatos representan a los partidos políticos debidamente constituidos y hay, además, representantes de sectores independientes. Sin embargo, al día de hoy nos encontramos en una encrucijada peligrosa. Existe una demanda de inconstitucionalidad que pretende impedir que, José Raúl Mulino, pueda participar en los comicios. Y resulta ser que es además, el candidato que hasta el momento va de primero en las encuestas y por un amplio margen. En un país tan pequeño como el nuestro, no es difícil pensar que hay grandes intereses políticos y económicos tratando de presionar para que la Corte Suprema de Justicia impida que Mulino corra. Somos de la opinión que de prosperar esta movida se le estaría asestando un duro golpe a nuestra democracia, cuyas consecuencias estoy convencido, pocos se han puesto a calcular. La judicialización de la campaña electoral, como lo han señalado importantes juristas, crearía un antes y un después para nuestra querida Panamá.

Nos gustaría conocer qué están pensando el resto de los candidatos. Hay varios que han señalado públicamente que Mulino debe correr. Hay otro tanto más que guardan silencio. En el sitio “El poder de la cultura”, señalan que el “silencio, no decir nada, no involucrarse, es indiferencia, un acto deslizado de tibieza, el silencio, ante el atropello es complicidad”. No sería absurdo aseverar que, si no dejan correr a José Raúl Mulino, el que gane las elecciones llegaría al poder sin el legítimo respaldo de los ciudadanos que, según las encuestas, representan hoy día un amplio sector de la población. Dicho en buen panameño, ese candidato estaría ganando por “forfeit”.

Quisiera pensar, que al igual que sucedió con el tema de la minera, la Corte Suprema dictaminará un fallo que, en derecho, satisfaga las justas reclamaciones de los panameños que apoyan al candidato Mulino como el de otro sector que no lo apoya, pero insisten en que debe correr. No hacerlo, como ya hemos expresado, sería un golpe severo para nuestra democracia.

En una democracia participativa se tiene que precisamente permitir la participación de todos los grupos que aspiran a conducir las riendas del país. Y es que en una democracia, el que decide quien debe dirigir a la nación es el soberano, el pueblo y nadie más. Por el contrario, el proceso estaría viciado. Y es así de sencillo, carecería de legitimidad. ¿Se imaginan las consecuencias internacionales para nuestra imagen, ya de por sí un tanto maltrecha por varios eventos conocidos? Faltan menos de tres semanas para el 5 de mayo. A ningún panameño le gustaría que nos comparen con regímenes como Venezuela o Nicaragua, en donde los enquistados en el poder no permiten la participación de los candidatos con mayores posibilidades de triunfar. Abrigo esperanzas que la razón prevalecerá por sobre todas las cosas y que los panameños podamos votar libremente por todos los candidatos que hoy día están en carrera. De ser así podremos seguir cantando “qué viva, viva Panamá y ...”.

El autor es economista