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¿Queremos a Panamá?

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  • 29/06/2025 01:00

Hace varios años he venido diciendo y escribiendo sobre cuál es el elemento más importante que debemos tener en cuenta a la hora de analizar qué puede pasar en este pedacito de tierra que orgullosamente llamamos Panamá.

Dice el dicho que donde hay tres abogados hay por lo menos cinco opiniones diferentes y considero que lo mismo podría aplicarse ahora para los famosos “todólogos” que han venido surgiendo gracias a las redes sociales, donde constantemente vemos una clase de expresiones ilógicas, razonamientos totalmente alejados de la verdad y con unas faltas de ortografía que harían llorar a mi profesora de español, Carmen de Paz.

Nos quejamos de los malos gobernantes que tenemos; lo más irrisorio es que según los “opinólogos”, primos de los todólogos, ninguno sirve ni ha servido. Y es aquí donde entran los que dicen saber y no saben nada. Empiezan a opinar y como sacamos la urbanidad, la cívica y las lecciones de gobierno de los pénsums académicos de las escuelas y supongo que de las universidades también, los votantes no saben seleccionar al mejor candidato y terminan votando por el menos malo, por quien le dicen los tíos o vecinos que deben votar o por quienes les prometen nombrarlos en caso de ganar.

Amigos, eso es pan para hoy y hambre y miseria para mañana. De estos nombramientos salen los “que hay pa’ mí”, los kick backs y cuanta otra sinvergüenzura nos podamos imaginar, y si no se nos ocurre a nosotros, pregúnteles a los políticos que se reeligen y reeligen, pues ellos se inventan una nueva fórmula para seguir desangrando el erario.

El sistema electoral panameño fue diseñado de una manera, pero se ha ido degenerando con el correr de los tiempos; hay que retomar esta misión de manera que los votantes aprendan a escoger a quien mejor los pueda representar, no el que más puestos les pueda ofrecer. Para ello debemos empezar por fortalecer el sistema de contrataciones públicas, no para que se beneficien los gobernantes de turno, sino para que se contrate y permanezcan contratados, los profesionales más capacitados y eficientes y no los que más caminaron junto al candidato.

Esto se puede lograr con una ley que promueva la conversión en 20 años de la carrera pública. Así, cada gobierno puede abrir a concurso un máximo de 25 % de los puestos dentro del engranaje profesional del Estado y que de ese concurso salgan los mejores. En el siguiente período se abriría a concurso el 25 % de las plazas y así sucesivamente, hasta que se haya seleccionado por concurso al 100% de los más estudiados, profesionales y capaces para ser funcionarios.

Esto tiene que ir amarrado en una reforma sustancial del contenido académico de los que se enseña en las escuelas oficiales de todo el país. Si queremos mantenernos competitivos con el resto del mundo, debemos empezar a preparar personas que sepan cómo hacer un presupuesto, cómo manejar una cuenta bancaria, que sepan de inversiones, cómo iniciar un negocio, cómo iniciarse y desarrollarse como emprendedor, así como de las nuevas tecnologías incluyendo la inteligencia artificial.

Para lograr esto, se requiere que los maestros y profesores se capaciten, no solo con lo que aprendieron, sino con las nuevas ciencias, tecnología, negocios y muy, pero muy importante: en valores cívicos, éticos y morales. Una profesional sin ética no sirve para nada. Hoy a las grandes empresas multinacionales les importan más los “soft values”, que traducido al idioma que manejan los profesionales de recursos humanos son aquellos valores como, por ejemplo, la honestidad, el respeto, la puntualidad y la responsabilidad con las que nos desempeñamos en nuestras tareas diarias dentro de las empresas.

A los niños y jóvenes les tenemos que enseñar y hacerlos practicar cosas tan básicas como el pensamiento crítico, el llegar temprano al trabajo, a ser cuidadoso con nuestro entorno, practicar la responsabilidad con la comunidad, con el medioambiente y la inclusión de todos nuestros compañeros tratándolos con el respeto que se merecen. Solo así podremos lograr ser contratados por empresas que buscan más que un título universitario o hablar dos idiomas.

No podemos seguir pensando que debe haber un doble estándar y que “la cuarta con la que te miden” debe ser diferente a con la que miden a tu vecino o compañero. Tenemos que empezar a tomar responsabilidad por el mundo en el que vivimos y las personas que nos rodean.

Si no lo hacemos ya, en menos de 10 años veremos un país que no puede ser independiente por sí solo y que dependerá de quienes aceptamos en una inmigración forzosa, pues no hay la calidad en la mano de obra que se requiere.

No podemos seguir dependiendo de quien gane para ganarnos el pan de cada día. Ya es hora que cada uno asuma su rol y aceptemos nuestra responsabilidad como quienes queremos a Panamá.

*El autor es analista político y dirigente cívico