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Rectificación de la República

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  • 22/06/2025 00:00

Es hora de rectificar nuestra ruta, dándole un golpe de timón a la manera de vivir como ciudadanos

José Ortega y Gasset, filósofo, periodista y diputado español, publicó el libro Rectificación de la República, obra que es un compendio de algunos artículos y discursos de su vida política en el marco de la Segunda República española.

De la obra en mención podemos extraer algunos pensamientos, a manera de reflexión, pensamientos cuya esencia recoge mensajes que no dejaran de ser oportunos en el acontecer nacional, pues servirían a recomponer los previsibles perjuicios en el marco socio/económico de nuestra sociedad.

Comienza diciendo el filósofo: ¿Qué puedo yo dar a la República?

Aunque la pregunta concierne al aspecto político, me parece que la interrogante también aplica para la situación social que vive nuestro país. No obstante, su respuesta se torna algo imposible sin la debida meditación. Sin embargo, siempre hay algo que hacer, sobre todo, tener cuidado, mesura, paciencia y responsabilidad; no importunando aquellas ideas y medidas de beneficio público. Esos sencillos comportamientos nos van marcando el camino para encarar los retos de hoy y del mañana y a su vez reafirmar nuestra solidez ciudadana, para cambiar de manera positiva las reglas socio/políticas que, por amargas experiencias recogidas en la historia, derivaron en dañinas para el grueso de los habitantes de nuestro territorio.

El escritor expone también el tema de la conciencia política, de la cual, se hace necesaria su reflexión. En ese sentido considera que tal figura será simpática a los unos y antipática a los otros. Ahora bien, la política es el destino, como le dijo Napoleón al poeta Goethe. Es decir, lo contrario del capricho y del puro gusto. No es hacer o pedir que se haga lo que a uno le guste, sino lo que realmente hay que hacer, coincida o no con nuestras preferencias. En todos nosotros existe, junto a la conciencia moral, una conciencia política que, en oposición a veces con lo que sostenemos públicamente, nos dice qué es lo que hay que hacer, y precisamente es allí donde debemos poner todos los esfuerzos para volver a enrumbar nuestro destino. No debemos vacilar en actuar con esa conciencia política, visto que lo opuesto a ese axioma es una conciencia sin autenticidad, última que nos oscurece la luz que señala el rumbo correcto que requiere el país. No seamos prisioneros de nuestras propias mentes —dijo Roosevelt— pongamos atención a las actuaciones de los gobernantes y coadyuvar en lo que proponen, y cuando sea oportuno, ser capaces de criticar, discutir y proponer con voces claras y escritos racionales las acciones que sean contrarias a los intereses de la sociedad, excluyendo todo aspecto de politiquería, dado que ese concepto carcome la mente y daña las verdaderas intenciones que se requieren para lograr las bases de esa solidez ciudadana.

El problema económico es otro de los puntos que se mencionan en la obra escrita, siendo precisamente un asunto importante en este tiempo, ya que las personas se inquietan, no por los planes o reformas que se hacen, sino precisamente por las que no se hacen en un indicado momento. Es por ello imperante la necesidad de ser vigilantes cuando se lanza una disposición que pueda causar repercusiones negativas a la situación económica del país, por lo que todo acto legislativo y/o reglamentario, aun aquel que nos parezca el más perfecto, requiere cautela y comprensión. Es menester que se encargue a las personas más doctas y preparadas que se tengan para tal objetivo, lo cual dará la serenidad necesaria, toda vez que sin ella no es posible que se pueda con plenitud poner en marcha la economía de nuestro país, de manera que esa marcha —uso y destinación final del patrimonio estatal— derive en beneficios reales para todos los segmentos sociales, con énfasis en los más débiles.

Es hora de rectificar nuestra ruta, dándole un golpe de timón a la manera de vivir como ciudadanos, porque la nación exige una constante y absoluta colaboración de todos sus individuos para salir airosos de los problemas venideros. Es conveniente ir recogiendo las riendas, sacando lo mejor de la situación interna que estamos viviendo, para así proyectar —y efectivamente luego construir— en grande la arquitectura de nuestro porvenir.

*El autor es abogado