Reina Torres de Araúz y el poder de ‘la representación’

1961. Reina organizando sus apuntes de campo sentada en un tronco. Fuente: Revista Lotería 14-16, 1982, p. 189. De la Colección Araúz-Torres. Cedida
  • 12/11/2025 00:00

Mi participación en la obra colectiva titulada “Diálogos intergeraciones de científicas sociales panameñas” (Cieps y Clacso, 2025), destaca la gran contribución de la Dra. Reina Torres de Araúz al nacionalismo panameño. Como antropóloga e historiadora, partía de la diversidad cultural generada través de la “raza”, la cultura y la historia, desde las primeras poblaciones hasta las actuales.

Las diversas lecturas que hice sobre su trabajo me acercaban cada vez más a una desconocida faceta en su trayectoria, de manera que me propuse indagar más. Algunas ideas las ofrezco en este espacio. Me refiero a la decisión de, en virtud de su cargo, nombrar mujeres en su equipo de trabajo y especialmente en los mandos medios.

La Dra. de Araúz fue docente en el Instituto Nacional y en la Universidad de Panamá. Como investigadora, dedicó mucho tiempo a la etnografía especialmente de indígenas, pero también investigó sobre afros, campesinos y expresiones folclóricas. Asimismo, fue promotora cultural en el instituto Nacional de Cultura en la dirección de Patrimonio Histórico, que ella propuso y diseñó. El hecho de que fuera una mujer que trabajaba en un mundo principalmente masculino, hizo que sus éxitos y aportes fueran aún más notables y se convirtiera en modelo para otras mujeres profesionales. Así lo expresó Marcela Ferguson de Rodríguez, exalumna y docente, en una entrevista de historia oral cuando dijo: “la admiraba tanto que yo quería ser como ella”.

En ese andar temprano en su carrera otorgó información relevante sobre la mujer, como el libro sobre la Mujer Cuna, escrito a solicitud del Instituto Indigenista Interamericano en 1957. También recalcó la necesidad de reconocer el papel de la mujer, cuando contribuyó en la redacción del artículo sobre la familia en la Constitución de 1972. Rompió paradigmas al ser la primera mujer panameña estudiosa de las poblaciones autóctonas, apoyándose en el uso de técnicas antropológicas como el trabajo de campo y la observación participante, dado que antes de su ejercicio profesional, éste era llevado a cabo mayoritariamente por hombres.

Su coraje, fuerza y perseverancia para realizar su profesión, quedó demostrado en 1960 cuando participó en la operación trans-Darién durante cuatro meses, acompañada por su esposo y otros, recorriendo en auto la selva del Darién panameño y colombiano. Tuvo, además, acceso exitoso a posiciones como el de vicepresidenta de la Comisión de Reformas a la Constitución, en condición de especialista o a la vicepresidencia del Patrimonio Mundial, Unesco, puesto en el que se impuso liderar la defensa y devolución del patrimonio cultural expoliado a diversos países y por supuesto, a Panamá.

Incluyo en este andar, el valor que le dio a las mujeres, quienes siempre constituyeron una gran mayoría en su equipo de trabajo. Las mujeres empleadas por la Dra. de Araúz que conformamos los mandos medios, especialmente en la Dirección Nacional de Patrimonio Histórico del Instituto Nacional de Cultura (hoy Ministerio de Cultura), fuimos casi todas sus estudiantes en la Universidad de Panamá y formamos parte del Centro de Investigaciones Antropológicas. Dicha relación le permitió apreciar nuestras capacidades, conocimientos, sentido de responsabilidad y honradez y de allí la confianza en otorgarnos dichos cargos.

También vale la pena recalcar que, de la mayoría de las tesis asesoradas por ella, que suman cincuenta, treinta fueron escritas por mujeres. La temática preferida fue sobre grupos humanos.

Una mirada teórica a la trayectoria profesional de la Dra. de Araúz y especialmente de la mano de la teoría feminista de la representación, provee datos interesantes como:

Al asumir la dirección de Patrimonio Histórico en el INAC, la Dra. recalcó que la mujer posee capacidades suficientes que le permiten liderar un movimiento cultural de vanguardia en nuestro país, con éxito.

Se desligó del mito de que la mujer debe estudiar carreras “acordes a su condición femenina”. Ella prefirió la Antropología, que exigía el trabajo de campo y el método de la observación participante, para estudiar las poblaciones autóctonas. Profesión que anteriormente habían hecho hombres, especialmente extranjeros.

Rompió paradigmas al ubicar en mandos medios a una buena cantidad de mujeres egresadas de la Universidad de Panamá y sin nexos políticos, otorgándoles la dirección de museos, de departamentos o el cargo de investigadoras. A pesar de que, en la década siguiente, varias se habían retirado de Patrimonio Histórico por diversas razones, su salida no demeritó la intención inicial de confiar en ellas en tales puestos.

Los medios de difusión y las asociaciones reconocieron su valía al ser frecuentemente entrevistada por la prensa, la televisión y la radio o, invitada a participar en reuniones, congresos y seminarios.

El papel que la Dra. Torres de Araúz jugó en el inspirar y promover la participación de mujeres en espacios académicos y laborales históricamente ocupados por hombres, ilustra la importancia de la representación de mujeres en todas las ciencias.

Este artículo se basa en el capítulo titulado “La vocación nacionalista en el quehacer antropológico de Reina Torres de Araúz 1950-1980” del libro “Diálogos Intergeneracionales de Científicas Sociales Panameñas” (Cieps y Clacso), del proyecto Pioneras de la Ciencia en Panamá, financiado por la Senacyt.

*La autora es historiadora