Reinterpretar la concepción rural para la juventud

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  • 25/09/2025 00:00

Escudriñando y navegando por el internet, me encuentro accidentalmente con un artículo suscrito por Máximo Torero, Economista jefe, de las Naciones Unidas para la Alimentacion y la Agricultura (FAO) titulado: Reimaginar la agricultura para los jóvenes, aparecido en Perfil, Proyect Syndicate, jueves 18 septiembre 2025 y que analiza el futuro del papel de los jóvenes en el desempeño de las actividades agropecuarias. Ya habíamos anteriormente examinado la temática, bajo otros enfoques o perspectivas de la desruralizacion, abandono del campo, sencillamente, la agricultura, una ocupación poco atractiva para la juventud actual.

Luego de la lectura, me vino a la mente dos obras que son clásicos y leí en mi lejana juventud. Una de ellas: Las Uvas de la Ira de Jon Steinbeck que narra la historia de la familia Joad, granjeros luego de perder su tierra debido a la sequia y la Gran depresión emigran a California buscando trabajo, retratando la miseria, pobreza, explotación y crueldad. La otra, Primavera Silenciosa de Rachel Carson, explica los peligros del uso indiscriminado de pesticidas como el DDT y previene sobre el impacto negativo de estos en la salud humana, ambiente y vida silvestre. Ambos textos y otros deben ser, referentes y precursores, lectura obligatoria para todos aquellos preocupados por las cosas agropecuarias y ambientales.

Todo esto lo traigo a colación, porque guardan extraordinaria similitud con el articulo inicial y que hacen referencia a uno de los tantos problemas capitales de la civilización: despoblación del campo, declinación de las labores agrícolas, el poco interés por la ruralización y por ende, lo que compete a la actividad agrícola.

Existe un desinterés casi por completo en cuanto a las faenas rurales, a pesar de que el interior “se ha modernizado”, y se cuenta con mucho de los avances tecnológicos de la gran urbe capitalina, Aunque todavía quedan rezagos de ciertas actitudes despreciativas y expresiones de montuno, cholo y la real importancia que se le debe dar a la campiña interiorana y su trascendencia raizales. Es una lucha frontal en cuanto a realzar el verdadero respeto por nuestras tradiciones autóctonas sin confundir el mercantilismo comercial de que hacen gala algunos sectores económicos con nuestras fiestas y folklore.

Dice el escritor vernácular Bolívar González, entre otras muchas cosas, con una conciencia intima del terruño, que el productor, agricultor o campesino: “No es solo un trabajador del campo, es guardián de tradiciones, sembrador de sueños y testigo silencioso del tiempo”. Agrega: “Su jornada no se mide en horas sino en cosechas, lluvias y estaciones. Con su colin afilado y su sombrero de junco a la pedra enfrenta la vida con dignidad sin pedir más que lo justo y sin quejarse del sol ni del barro de los caminos intransitables”. Manos callosas, arrugas pronunciadas en el surco de su frente, promesas incumplidas de políticos inescrupulosos, todavía se aferra a la tierrita para producir alimentos. Los que quedaron luchan por sobrevivir, los que partieron o los hijos, emigraron buscando mejores días ante el espejismo de la gran metrópoli.

Regresando al tema que nos ocupa, dice Torero: “Con una población rural envejecida y jóvenes que migran a las ciudades, la agricultura enfrenta un futuro incierto. Expertos advierten que se necesita un cambio de paradigma para volverla atractiva, con empleo digno y tecnología.”

Pero, se hace la pregunta de muchos teóricos y tecnócratas de pupitre: ¿Esta destinado a desaparecer el sector agrícola? A nivel global, la edad promedio de los agricultores no deja de subir y ya se acerca a los 60 años en los países desarrollados. Esto deja a un sector que aporta alrededor de una cuarta parte de los empleos del mundo en una situación crítica: si no logra atraer a grandes cantidades de jóvenes, podría entrar en un declive pronunciado”.

Ya entrando en materia propiamente dicha y ser imaginativos, creativos, observando experiencias de otras latitudes, replanteando concepciones teóricas y prácticas, “Atraer nuevas generaciones a la agricultura requiere un cambio de mentalidad, hay que reimaginarla como una primera opción para los jóvenes, en la frontera del desarrollo económico y con oportunidades atractivas en toda la cadena de valor y no como un último recurso. La agricultura no es solo producir alimentos: también genera empleos en procesamiento, transporte, comercio y otras industrias vinculadas”.

Igualmente, en el plano local, el funcionamiento de los IPT, del ITSE (Instituto Técnico Superior Especializado, en carreras cortas orientadas al sector), el esfuerzo de crear el CEAGRO y ver sus expectativas (Centro de Especialidades Agropecuarios) nuestra siempre FCA., Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad de Panamá. Son intentos u obras ya materializadas para formar o fortalecer y consolidar la mano de obra especializada en campo, dedicada a las labores agropecuarias.

Incorporar políticas claras y definidas hacia nuestro sector, crear Startups, Fintech, industrias con valor agregado, introducir las nuevas tecnologías que ya están en boga en otros países.

Resumiendo, el mundo avanza a pasos gigantescos, no solo país de canal, hub logístico y mercaderías, si no la diversificación y reinventiva, aunque seamos economía transitista y de pequeña escala.