Talento y constancia en toda obra de ficción
- 31/10/2025 00:00
Escribir ficción implica estar en pleno dominio de las posibilidades más auténticas de lo inesperado, lo inaudito, incluso a ratos de lo imposible, “torciéndole el cuello al cisne” de la realidad usual hasta lograr credibilidad en otras hasta entonces impensadas aristas de lo aparentemente inconcebible. El talento -insisto- es una condición “sine qua non” de toda obra capaz de perdurar en el tiempo, desde al menos los tiempos de Edgar Allan Poe en cuanto al cuento se refiere, pero en realidad desde muchísimo antes de la aparición a fines del siglo xix de este maestro del cuento. También lo es la constancia.
No de otro modo han trascendido obras perdurables de la literatura universal en cada género literario. Desde Cervantes y Shakespeare hasta Tolstoi, Balzac, Virginia Woolf, Dostoyevski, Nabokov, Faulkner, Hemingway, Kundera, Carlos Fuentes, Clarice Lispector, Bradbury, Sábato, Bioy Casares, Saramago, García Márquez, Vargas Llosa, entre muchísimos otros estupendos creadores de ficción extensa (novelas).
Y por supuesto, gracias a los extraordinarios cuentistas que fueron Poe, Chéjov, Maupassant, Hawthorne, Flannery O´Connor, Cheever, Carver, Quiróga, Borges, Cortázar, Onetti, Benedetti, Arreola, Elena Garro, José Emilio Pacheco, Amparo Dávila, Juan Rulfo, Rosario Castellanos, Edmundo Valadés, Inés Arredondo, José Revueltas, Julio Ramón Ribeyro y Alice Munro, hasta llegar a Cristina Peri Rossi y Ana María Shua (ambas aún vivas), entre muchísimos otros maestros de la ficción breve, cada cual con su propio estilo y trascendencia.
Me atrevo a nombrar también a algunos cuentistas panameños que, a mi juicio, merecen estar en la lista de los más destacables, en el entendido de que para todo hay gustos y, por tanto preferencias, incluida la literatura. Desde la segunda mitad del siglo xix destacan ya, por sus publicaciones en revistas de época, autores que en su momento fueron más admirados como poetas: en primerísimo lugar, Darío Herrera (1870-1914), con su magnífico libro: “Horas lejanas” (1903), hoy considerado precursor del cuento panameño; y otros. quienes sólo publicaron en revistas y cuyo material suelto habría que recoger, tal vez en un sólo libro alusivo. Y vigentes hasta bien entrado el siguiente siglo: Ricardo Miró, Guillermo Andreve, Gaspar Octavio Hernandez y Salomón Ponce Aguilera.
Y ya en pleno siglo xx, entre los ya fallecidos: Rogelio Sinán, Mario Augusto Rodríguez, Renato Ozores, Carlos Francisco Chagmarín, Ricardo J. Bermúdez, Enrique Chuez, Dimas Lidio Pitty, Rosa María Britton, todos excelentes cuentistas. Y siendo muy selectivo, otros panameños que se destacan a mediados y finales del siglo xx: Moravia Ochoa, Justo Arroyo, Pedro Rivera, Bertalicia Peralta, Ernesto Endara, Beatriz Valdés, Enrique Jaramillo Levi; y más adelante: CarlosmWynter Melo, Melanie Taylor, Félix Armando Quirós Tejeira, Consuelo Tomás, Claudio De Castro, Roberto Perez-Franco, José Luis Rodríguez Pittí y Roberto Pérez-Franco entre otros, que seguimos escribiendo.
Y ya en el siglo XXI, me atrevo a nombrar a los siguientes cultores del cuento, por su excelente, sostenido desempeño, si bien son muchos más: Eduardo Jaspe Lescure (Premio Miró 2025: enqieuecuento y novela), David Róbinson, Giovanna Benedetti, Gonzalo Menéndez González, Lupita Quirós Athanasiadis, Ela Urriola, Danae Brugiati, Dimitrios Gianareas, Klenia Morales, Cheri Lewis y Marco Ponce Adroher, entre otros.
También Nicolle Alzamora Candenedo, Lissete Lanuza Sáenz, Olga de Obaldía, Pedro Crenes Castro, Sonia Ehlers, Dionisio Guerra, Isabel Herrera de Taylor, Enithzabel Castrellón, Rodolfo de Gracia, Rosalba Morán Tejeira, Javier Medina Bernal, Annabel Miguelena, Blanca Montenegro, Bolívar Aparicio, Carlos Fong, Maribel Wong González, Vilma Briseida Calderón, Enrique Jaramillo Barnes, Dennis Smith, y Zary Alleyne, entre otros. Y aunque hasta el momento sólo han publicado una sola colección de cuentos, no puedo dejar de mencionar la excelencia de los de Érika Harris, Marisín González, Eduardo Soto, Lucy Cristina Chau, Juan David Morgan, Shantal Murillo, Gina Paola Stanziola, Julio Moreira Cabrera, Arabelle Jaramillo, Basilio Dobras, Carmen de la Guardia, Gilza Córdoba, Eros Cajar y Lupita Navarro, entre otros. Recomiendo la lectura de sus cuentos a quienes recién empiezan a escribir. La mayor parte figura con méritos propios en “Semblanza múltiple del cuento en Panamá” (2021), hasta el momento la más exhaustiva de mis antologías en torno al cuento panameño.
Por último, no puedo dejar de aludir a varios excelentes cuentistas extranjeros que han producido casi toda su obra en Panamá: las mexicanas Silvia Fernández-Risco y Yolanda Ríos Vda. de Moreno, y los venezolanos María Pérez-Talavera, Vicente Emilio Lira y Yoselín Goncalves, además de los más constantes Carolina Fonseca y Joel Bracho Ghersi. Su valioso aporte al desarrollo de nuestras letras me parece fundamental. Sin embargo, quienes conocen las rigurosas antologías que he ido preparando con respecto a la evolución del cuento en nuestro país, saben no sólo que en el siglo actual predominan las mujeres, de varias generaciones, sino que la lista es larga sigue creciendo.
Como suele ocurrir, todos y cada uno de estos destacados autores empezaron escribiendo para sí mismos, a menudo con mucha inseguridad, pero a la larga con una tenaz perseverancia y altas dosis de disciplina insobornable, aprendiendo los rudimentos, las normas básicas al escribir historias; eludiendo en lo posible las torpezas.
