Un liderazgo para la gobernabilidad democrática

  • 04/02/2024 00:00

Ayer comenzó oficialmente la campaña política para las elecciones generales del próximo 5 de mayo y los votantes deberemos afinar nuestra inteligencia para identificar entre los aspirantes aquellos poseedores del genuino liderazgo para promover y fortalecer la gobernabilidad democrática que necesitamos para atender las demandas sociales de forma eficaz, estable y legítima.

No podemos dejarnos embaucar por el discurso descalificador de siempre, que se limita -cargado de promesas, jamones y ofertas de trabajo- a señalar todo lo que se conoce o inventa sobre la trayectoria de los oponentes, buscando restarle votos a un posible contendiente.

Exigimos que ese/a líder nos diga, qué propone para recuperar la institucionalidad democrática, erradicar -caiga quien caiga- el clientelismo político, nepotismo y corrupción que nos empobrece, limita nuestro desarrollo y, lo más importante; qué es lo prioritario que debe alcanzar Panamá en el próximo quinquenio, y qué va a hacer para lograrlo; sin olvidar ni por un momento -cómo lo han hecho todos- que el presidente es el primer servidor público y su patrón es el pueblo soberano que lo seleccionó.

Dicho lo anterior, le dedico el resto de esta entrega a señalar las características que considero obligatorias para permitir a un líder dirigir de forma efectiva el país en el próximo quinquenio, y qué significa la gobernabilidad democrática. Busquemos esas características entre los aspirantes, y las garantías de gobernabilidad en sus propuestas. No podemos seguir equivocándonos quinquenio tras quinquenio, eligiendo políticos que no cumplen sus promesas.

Para comenzar, el líder político que necesitamos debe ser honesto, coherente y transparente. Debe ser creíble, es decir, que sus palabras y acciones -actuales y en su pasado- deben estar alineadas. Sin antecedentes de acusaciones de corrupción y nepotismo.

Nuestro líder debe ser capaz de ponerse en el lugar de los demás y comprender sus problemas. El país tiene una gran desigualdad social, y los ciudadanos quieren y exigen que los líderes entiendan sus necesidades. Por esa razón debe ser capaz de desarrollar políticas públicas que sean inclusivas y que respondan a las demandas de todos los sectores de la sociedad. Por eso tiene que mostrarnos el plan que propone para abordar los desafíos que enfrenta Panamá y para lograr un futuro mejor para todos los ciudadanos.

No menos importante es que posea la capacidad demostrada para rodearse del mejor equipo, y tomar decisiones difíciles de forma concertada, rápida y acertada. El país enfrenta por lo menos cuatro desafíos vitales -llevar a cabo las reformas constitucionales necesarias, garantizar el funcionamiento del Canal, la recuperación del fondo de pensiones de la CSS y, el futuro de la minería- y el líder debe ser capaz de evaluar la información disponible y tomar decisiones que sean en el mejor interés del país. Debe poseer la suficiente adaptabilidad para enfrentar los desafíos arriba descritos, encontrando soluciones innovadoras a los problemas, a la vez que mantiene su liderazgo.

Por esa misma razón debe tener habilidades de comunicación efectivas y ser capaz de convocar y trabajar con personas de otros partidos políticos para construir consensos y generar apoyo para las políticas nacionales. Nuestro país tiene un sistema político multipartidista y es probable que -como ha sido la mayoría de las veces en las elecciones pasadas- quien salga electo lo haga con apenas 30% de los votos. En ese escenario será obligatorio sumar al 70% restante para el desarrollo pleno del país.

Por otro lado la gobernabilidad democrática es la capacidad de un sistema político democrático para atender las demandas sociales de forma eficaz, estable y legítima. Implica, como señalé arriba, que el gobierno sea capaz de generar consensos entre los distintos actores políticos y sociales, y de implementar políticas públicas que satisfagan las necesidades de la mayoría.

Íntimamente dependiente del liderazgo político, la gobernabilidad democrática se basa en los siguientes elementos: legitimidad: el gobierno debe contar con el apoyo de la ciudadanía, lo cual se logra a través de elecciones libres y justas; efectividad: el gobierno debe ser capaz de implementar políticas públicas que resuelvan los problemas de la sociedad y; estabilidad: el gobierno debe ser capaz de mantenerse en el poder de forma pacífica y duradera.

En ese contexto -para lograr el progreso económico, social y político- la gobernabilidad democrática panameña viene arrastrando por lo menos dos desafíos que debe superar: la desigualdad social, que es un problema estructural en Panamá. La brecha entre ricos y pobres es una de las más altas de América Latina. Esta desigualdad puede generar descontento y conflicto social, lo cual puede dificultar la gobernabilidad y; la corrupción: la corrupción es un problema generalizado en Panamá. Según Transparencia Internacional, Panamá ocupa el puesto 108 de 180 países en el último Índice de Percepción de la Corrupción. La corrupción erosiona la confianza de la ciudadanía en el gobierno, y dificulta la gobernabilidad.

Dicho todo lo anterior, solo me resta subrayar la urgencia de recuperar nuestros valores, superar el “que hay pa mí” y ejercer nuestro voto por la Patria en las próximas elecciones.

El autor es médico, exrepresentante de la Organización Mundial de la Salud