Columnistas

Unidad, lo que Panamá necesita

  • 05/05/2025 00:00

Vivimos actualmente momentos complejos no solo en el ámbito económico, sino también en lo social y político, atravesamos una crisis que exige grandes decisiones y un alto compromiso y retos para todos los actores políticos de nuestra sociedad.

Existen ejemplos destacables de situaciones similares, como el caso de la presidente de México, Claudia Sheinbaum. Aunque al momento de su elección contó con un amplio respaldo ciudadano, también enfrentó una fuerte oposición a sus propuestas. Sin embargo, con el tiempo, esa oposición ha cedido, en parte, unificada por un enemigo común: la política exterior de Estados Unidos y el presidente Donald Trump.

En momentos como los que vive hoy nuestro país, debe ser más lo que nos une a lo que nos distancie, hablar de soberanía y patria no puede ser una consigna vacía.

Son palabras que deben retumbar en nuestra conciencia colectiva y despertar ese espíritu de lucha cívica, diálogo y entendimiento que alguna vez nos permitió no solo recuperar nuestro canal, sino construir una democracia y avanzar, hacia un mejor país.

La patria no es una bandera que se ondea en actos oficiales, ni un discurso que se pronuncia en fechas conmemorativas o algún discurso armónico para agradar a la tribuna. La patria está en la dignidad de los ciudadanos, en el derecho a la educación, a la salud, al trabajo digno. Está en cada panameño que se levanta desde muy temprano a diario a buscar su sustento con la esperanza de seguir adelante. Y la patria duele cuando se traicionan sus principios por intereses personales, cuando la corrupción y la impunidad son normalizados.

Los derechos ciudadanos deben ser el pilar de cualquier democracia sana. Porque sin ciudadanos informados, activos y valientes, no hay soberanía real y sin un Gobierno en sintonía con las necesidades de su pueblo, es complicado que cualquier país pueda avanzar.

Panamá necesita reconstruirse desde el respeto mutuo, el diálogo honesto y la voluntad de servir, dejando a un lado de manera urgente los intereses personales.

Las autoridades tienen la responsabilidad indelegable de actuar con integridad, pero también los ciudadanos debemos asumir nuestro rol, fiscalizar sin miedo, y trabajar desde cada uno de nuestros espacios y labor para mejorar el país. No es tiempo de cruzarse de brazos ni de ceder a la apatía.

Es vital entender que solo juntos —gobierno, sociedad civil, pueblo trabajador, sector privado, y juventud — podemos sacar adelante a nuestra joven y frágil democracia. A nuestro hermoso país, Panamá.

Y no se trata solo de salir de una crisis política. Se trata de redefinir el país que queremos vivir.

Un Panamá más justo, más transparente, más soberano. Porque patria no es solo herencia, es también compromiso.

*La autora es ciudadana panameña