Monseñor Ulloa hace un llamado a los administradores de justicia: ‘No puedes servir a Dios y al dinero’
- 21/09/2025 12:11
El Arzobispo de Panamá destacó la necesidad de coherencia y honestidad en la vida pública y privada, en un mensaje dirigido a jueces y administradores de justicia.
Este domingo el monseñor José Domingo Ulloa, Arzobispo de Panamá, envió un mensaje claro y contundente sobre la relación entre justicia, dinero y poder, durante la celebración del Jubileo de los Administradores de Justicia en la Parroquia Nuestra Señora del Camino.
El monseñor centró su reflexión en la parábola del administrador deshonesto, recordando las palabras de Jesús: “No podéis servir a Dios y al dinero”.
Para Ulloa, esta enseñanza tiene un profundo alcance político y social: en un mundo donde los intereses económicos y políticos frecuentemente se imponen sobre el bien común, la corrupción y la idolatría del dinero amenazan la justicia, la equidad y la confianza en las instituciones.
El Arzobispo advirtió que un corazón dividido entre Dios y el dinero genera fracturas profundas en la sociedad. Señaló que la corrupción, la impunidad y la avaricia no solo degradan al individuo, sino que distorsionan la justicia y socavan el tejido social. “Cuando el dinero se convierte en amo, deja a Dios relegado y corrompe la equidad”, afirmó.
Ulloa hizo un llamado a que la justicia no dependa únicamente de jueces y magistrados, sino que sea una responsabilidad de todos:
En la vida pública, exhortó a políticos y servidores públicos a legislar y decidir en favor del bien común, no de intereses particulares.
En la economía, instó a empresarios a priorizar la dignidad humana sobre la ganancia desmedida.
En la familia y la educación, destacó que inculcar valores de honestidad y coherencia desde el hogar y la escuela es fundamental para formar ciudadanos íntegros.
El mensaje se reforzó en el contexto del jubileo de jueces, magistrados y fiscales, recordando que quienes administran justicia deben actuar con valentía, integridad y fidelidad a la ley, resistiendo las presiones externas y el poder del dinero.
“Ser administrador de justicia es un acto profético: anunciar que nadie está por encima de la ley y que la dignidad de cada persona es inviolable”, señaló.
Concluyó su homilía invitando a los cristianos a aplicar inteligencia y creatividad no para el beneficio propio, sino al servicio del Reino y de la justicia.
El llamado fue a construir una sociedad más justa, donde primen la verdad, la equidad y la paz, y donde la corrupción no tenga la última palabra.
En su mensaje final, el Arzobispo enfatizó: “Todos estamos llamados a actuar con honestidad y coherencia. No basta mirar a los jueces: cada uno de nosotros puede contribuir a que el bien y la justicia prevalezcan en nuestra sociedad”.