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- 30/06/2010 02:00
‘La casa de Dostoievsky’, del escritor Jorge Edwards aborda el tema del amor, la poesía, la vida de los poetas. El título de la obra proviene de una casa en ruinas de la ciudad de Santiago de Chile, en la que pintores y poetas se reunían durante los años cincuenta a compartir sus obras.
Edwards retrata la generación literaria chilena de los 40 hasta los años 80. El libro está ambientado en Santiago de Chile, La Habana y París.
Es un retrato libre del poeta chileno Enrique Lihn. Edward recrea su relación clandestina con Teresa, quien lo amó toda su vida.
Rememora el caso Padilla, en La Habana. Gana el Premio ‘Casa de las Américas’. Seducido por la vida nocturna pierde su matrimonio con una campesina revolucionaria, a la que abandona por estar en encinta de otro.
Regresa a Chile donde Teresa deja su familia. Por él abandona todo y se van a vivir a su hacienda. Dicen que lo encontró borracho besando a uno de sus hijos. El misterio no se aclaró nunca, parece que tenía gusto por los más jóvenes, lo que algunos llaman uranismo. Sufría de ataques de pánico. Preparó un libro de poemas titulado ‘Venus en la desembocadura’. Decide lanzar un poemario en un prostíbulo. Rumoraban que en noches de juerga, alcohol y drogas, se acostaba con bailarines jóvenes. Tuvo media docena de heterónimos, proyecciones de fantasías del espíritu: una constelación de personajes decadentes en estado de tardía proliferación.
Escribió contra la Escuela de las Américas en Panamá, formadora de una generación de gorilas, torturadores, golpistas, asesinos.
Se refugiaba donde su anciana madre, cerca del estadio en el que se escuchaban los gritos de torturados y asesinados. Rememora los tiempos de Salvador Allende, la muerte del presidente cuando la fuerza aérea bombardeó el palacio de la Moneda, la dictadura de Pinochet.
La vida se repetía de un modo cada vez más siniestro. Lo llevan preso. Es rescatado de un calabozo. Teresa le cuida hasta el final. Cae enfermo de bronquitis. Su estado de salud se empeora y finalmente cae en estado de coma.
El escritor y diplomático chileno llegaría a escribir en estas páginas cargadas de lirismo: ‘En los últimos días había empezado a escribir en uno de sus cuadernos escolares. Eran hileras de versos que se curvaban, se entrechocaban y se desplomaban por las orillas, asomándose a veces en el otro lado de las páginas’.