Entre la cámara y la política

Actualizado
  • 23/03/2014 01:00
Creado
  • 23/03/2014 01:00
Protagonizada por Kevin Spacey, la serie ‘House Of Cards’ desenmascara a los políticos. 

Mira hacia arriba pero no obtiene respuesta. Sabe que no se la merece y no puede culpar a Dios por ignorarlo. También mira hacia abajo, pero ya sabe que tampoco le responderán. Frank Underwood es un hombre terrenal. Por eso, mira a la cámara, a su público, a las millones de personas que lo siguen desde febrero de 2013, y dice: ‘No hay consuelo arriba ni abajo. Sólo nosotros. Pequeños, solitarios, esforzándonos, luchando unos contra otros. Yo me rezo a mí mismo y por mí’. 

Seco, directo y despiadado. Así es Frank Underwood, el absoluto protagonista de House of Cards , la serie que se dedicó a mostrar las intrigas y manipulaciones de la política; y, a pesar de que el New Yorker la acusó de ser el ‘mejor show tonto que se hace pasar por inteligente de la historia’, cuenta entre sus seguidores a políticos de la talla de Barack Obama y David Cameron. 

Frank, interpretado por un Kevin Spacey que quedará para la posteridad, es, como ellos, un político, un congresista demócrata de Carolina del Sur que apoyó al candidato presidencial correcto, pero nunca obtuvo el puesto de secretario de Estado prometido. 

Así comienza esta serie y su venganza. Mientras detrás suyo asume el nuevo presidente de Estados Unidos, Frank mira por primera vez a la cámara y dice algo que ya sabemos pero nos gusta volver a escuchar: cualquier político que logra una cierta cantidad de votos está necesariamente metido en algo más grande que él mismo. 

Las falsas sonrisas, las miradas cómplices y los diálogos a cámara son la esencia de House of Cards , las que hacen que el espectador se convierta en cómplice y testigo obligado y privilegiado de todo lo que sucede. Frank no sólo nos cuenta cada detalle de lo que está por hacer o cada estrategia que utiliza para ganar poder o manipular a los políticos de la cámara, sino también cuáles son sus posibilidades de salir ganando o cuál es su punto de vista sobre lo que sucede, como si el espectador fuera el que debe votarlo después de cada capítulo. 

No hay consuelo arriba ni abajo. Solo nosotros. Pequeños, solitarios esforzándolos, luchando unos contra otros. Yo me rezo a mí mismo y por mí

Por eso al comienzo de la segunda temporada, mientras se encuentra asumiendo la vicepresidencia de Estados Unidos, con una mano sobre la Constitución y la otra en alto -y después de las mil intrigas y estrategias que lo vimos hacer para escalar en el poder-, Frank desvía la mirada a la cámara y confiesa: ‘A un paso de la presidencia y ni un solo voto emitido a mi nombre: la democracia está tan sobrevalorada’. 

Frank Underwood es un hombre que no duda en ensuciarse las manos, en mentir -u ocultar- para lograr sus objetivos. Como él acostumbra a decirnos: sólo se trata de política. Una política en la que se privilegia el fin a los medios, en la que no existe la lealtad sin objetivos, en la que sólo es posible crecer en el poder a costa de negociados y astucia para saber de qué lado sopla el viento. 

‘Cuando la propina es así de grande, todo el mundo hace fila’, asegura Frank acerca de las empresas que compran lealtades en el congreso. Es la política cruda y sin tapujos en la que los políticos llegan a mostrarse el pene para ver quién lo tiene más grande. Para ellos, importan menos las políticas en cuestión o la ideología que cómo fluye el poder entre las personas y cómo las palabras y las estrategias planificadas –cuando las hay- crean, afianzan o hacen perder el poder. 

House of Cards no es sólo una serie sobre la política. Es también, y sobre todo, sobre la aspiración de los seres humanos a estar por encima de los demás y ganar poder a su paso. Desde los grupos de amigos a los compañeros de trabajo, pasando por las parejas y el sexo, toda relación según la biblia política de Frank es una relación de poder. 

Entre el realismo crudo y la ficción, entre la mirada de la cámara y el poder, House of Cards se convirtió en una de las mejores series sobre política. Sobre cómo operan los grupos de presión en el parlamento, cómo se financian las campañas, cómo se crean problemas para luego aparecer como el que los soluciona o cómo se crean o se perfilan las noticias para favorecer a un candidato o la aprobación de una ley. 

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