La ciencia en el sendero del arte

Actualizado
  • 24/11/2015 01:00
Creado
  • 24/11/2015 01:00
El Laboratorio de Arte y Ciencia de Estudio Nuboso elevó la investigación científica panameña a un panorama artístico.

En Panamá se hace una gran cantidad de ciencia de alto nivel, mas las investigaciones científicas y los descubrimientos que se hacen en el país usualmente no trascienden la comunidad de investigadores ni las paredes del laboratorio.

Con la intención de crear un puente entre los investigadores y la sociedad, de contribuir a la divulgación y apreciación de la ciencia nacional, Estudio Nuboso se embarcó en un proyecto que juntó a tres doctoras en química con tres artistas.

Ellos se convirtieron en la primera generación del Laboratorio de Arte y Ciencia en Panamá, un proyecto diseñado para educar a la comunidad sobre temas científicos a través del arte.

Esta corriente, que no ha cobrado auge en nuestro país pero en el resto del mundo va en rápido crecimiento, logró resultados positivos en su primera edición local.

SIMBIOSIS DE LENGUAJES

Los participantes del laboratorio fueron seleccionados a través de una convocatoria y luego emparejados. Así se formaron los tres equipos de investigadoras y docentes de la Universidad Autónoma de Chiriquí (UNACHI) con artistas de origen venezolano, colombiano y costarricense.

Estos fueron la Dra. Viviana Morales con el arquitecto y museólogo Román Florez, la Dra. Aracelly Vega con Carlos Fernández, artista multidisciplinario con estudios en agricultura orgánica, permacultura e ingeniería agrónoma; y la Dra. Ariadna Batista con el artista visual y fotógrafo José Carlos Zavarse.

El pasado 19 de octubre, el proyecto de un mes se inauguró con una inducción de cinco días en Gamboa.

El propósito era lograr, a través de distintas actividades, que los integrantes de cada equipo aprendieran a hablar el mismo lenguaje y a la vez comunicarse con la comunidad.

Algunos de los facilitadores invitados que participaron en esta etapa del laboratorio incluyeron a la artista visual Donna Conlon, la arqueóloga Karen Holmberg, la científica Oris Sanjur y el arquitecto Ramón Zafrani, así como la científica Nyasha Warren.

Conlon, que antes de artista fue bióloga, llevó a cabo una actividad en la que un integrante del equipo le describía al otro una imagen, sin decirle lo que era, y éste la debía dibujar basándose en la selección de lenguaje de su compañero.

‘Esto ayudó a cambiar esa percepción de que los artistas piensan de una manera y los científicos de otra', esboza Ela Spalding, fundadora y directora creativa de Estudio Nuboso. ‘Al final simplemente somos humanos que pensamos de cierta manera'.

Por su parte, Vega explica que ‘los temas y los facilitadores propiciaron un clima agradable de aprendizaje... nos orientaron en lo que nos tocaba hacer como parte del área científica en este proyecto... y entender el papel del artista en el mismo'.

RETROALIMENTACIÓN COMUNITARIA

Para la segunda semana del laboratorio, artistas y científicas se trasladaron a Chiriquí, tierra natal de las investigaciones.

Cada equipo se adentró en el proceso de recolecta de especímenes o datos en el campo, así como en el trabajo de laboratorio que las doctoras realizan en la UNACHI.

Una de las actividades de la semana consistió en preparar una muestra en proceso, que se organizó en el Mercado Artesanal de Volcán.

Esto fue una oportunidad para que los equipos expusieran algunas de sus ideas con el público de la comunidad, para recibir retroalimentación.

‘A las dos semanas era difícil definir lo que sería la pieza final', explica Spalding, y aunque no llegaron tantas personas como hubieran querido, destaca que fue una experiencia exitosa, pues todos obtuvieron el feedback que necesitaban para continuar el proceso.

DEL LABORATORIO AL ARTE

Durante últimas dos semanas de trabajo los artistas, en colaboración con las científicas, se enfocaron en el desarrollo de sus piezas artísticas.

Florez trabajó con Morales, cuya investigación parte de la obtención de tintes de plantas en la provincia de Chiriquí y en llevar a cabo talleres para su fomento.

Para esto, recorrieron senderos chiricanos en busca de las flores y hojas que les proveerían los tintes. Parte de su trabajo también incluyó un taller de dibujo con los tintes en la escuela secundaria de Volcán. Luego de este, hicieron una exhibición de las obras de los estudiantes.

Por otro lado, Fernández colaboró con Vega, cuyo trabajo de investigación está relacionado al procesado del café y la manera de prevenir su contaminación por micotoxinas, sustancias tóxicas que produce un hongo que ataca los granos.

‘Los hongos atacantes necesitan condiciones ambientales específicas como temperatura y humedad, y es durante el proceso de secado del grano y el almacenaje donde hay más riesgo de contaminación', destaca Vega. ‘Las micotoxinas producen problemas del hígado a los seres humanos'.

Una de las piezas que desarrolló Fernández, en este sentido, fueron unas estructuras para el secado al sol y el almacenaje del café, basado en las buenas prácticas para evitar que se preserven las micotoxinas.

Mientras tanto Zavarse cooperó con Batista, cuyo proyecto investiga las propiedades y la utilidad de las microalgas nativas.

El día de la muestra en Volcán, el equipo repartió botellas que contenían microalgas a los asistentes, educándolos sobre su uso como fertilizante para plantas.

Entre otras cosas, la pieza final del artista consistirá de una instalación de fotos y video de las microalgas en macro. Es decir, proyectando a mayor escala las imágenes que se observan en el microscopio.

PRECEDENTE DE CO-CREACIÓN

Desde la concepción del proyecto, Estudio Nuboso lo concibió como un espacio para la co-creación entre disciplinas y un mecanismo para despertar la curiosidad sobre la ciencia en Panamá a través del arte.

Con esto en mente, la organización ha estado en diálogo con el Museo de Arte Contemporáneo (MAC), la idea es exhibir allí las piezas resultantes de su primer laboratorio. También se les ha acercado el Biomuseo, con interés en la exhibición.

‘En 2016 queremos hacer una o dos exhibiciones en la ciudad de Panamá y una en Chiriquí, con publicación incluida', señala Spalding.

Por su parte, tanto artistas como científicas reportaron haber crecido a partir de sus vivencias en este primer laboratorio en Panamá.

‘Como resultado de esta experiencia, mi vida personal y profesional se ha nutrido de nuevos conocimientos, visiones, sentimientos y metas', esboza Vega.

‘El laboratorio de arte y ciencia resultó para mí no solo una experiencia enriquecedora y de gran impulso para mi rol como artista y arquitecto, sino de forma muy especial, un espacio transformador y profundamente íntimo', bosqueja Florez.

A esto, Spalding agrega que la sensación de todos los participantes fue que el laboratorio era solo el inicio de muchas más cosas. ‘Queremos ser parte de ese movimiento actual que busca darle mayor apoyo a la ciencia y al arte en Panamá', concluye.

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‘El laboratorio de arte y ciencia resultó para mi... un espacio transformador y profundamente íntimo'

ROMÁN FLOREZ

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TRAVESÍA

De paisajes, tintes e inspiración artística

La obra de Román Florez consta de cuatro episodios atados a través de la investigación científica y su experiencia personal y artística durante el Laboratorio de Arte y Ciencia. ‘De la línea, el suelo' (dibujo y cartografía), ‘Volver' (narración del sendero con dibujos), ‘Manual curioso para la extracción de tintes' (parte de la obra con un componente más didáctico) y el ‘Diario de las cosas no menos importantes' (un diario con textos, entrevistas con gente de la región, dibujos, escenas fantasiosas, etc.). En algunos momentos, la pieza está acompañada de ciertos escritos.

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