La tragedia del color en el Panamá colonial

Actualizado
  • 13/12/2015 01:00
Creado
  • 13/12/2015 01:00
Leyendo el libro, el lector puede darse cuenta y confirmar que la esclavitud no era sólo un sistema de explotación sino de apropiación

El nombre de la ‘Tragedia del color' se deriva de la apreciación de cómo estos grupos afrodescendientes de diversos vecinos del África experimentaron una serie de circunstancias inhumanas, desde su captura, hacinamiento en su traslado a las Indias, con su familia, sus crías y luego, como pieza de valor, en sus canjes, ventas, contrabando, trabajo forzado en las minas, en la bucería , en los aserraderos, en la fábrica de tejas y ladrillos, pues el espíritu avaro de sus amos, sin mediatizar su religiosidad, trataron de aprovechar al máximo el rendimiento de su fortaleza física.

Situación un tanto comparable con el holocausto nazi, si se guardan las proporciones de las épocas. De allí que considerara que solo el verso podía trasmitir el sentimiento de tal afrenta, para incluir en la obra, mi poema: ‘Holocausto del negro colonial'.

EL AUTOR

No obstante como resultado de la intolerable relación entre amos y esclavos, surgió un nuevo horizonte de panameñidad, trasmitido por Bayano, Luis de Mozambique, Felipillo, Yalonga, cuya herocidad se trasmitió en versos de poetas de América como: Juan de Miramontes y Suázola, Juan de Castellanos, del Dr. Juna de Páramo y Cepeda, para nutrir así, una literatura colonial panameña.

Si bien es cierto, que los trabajos históricos sobre el negro colonial de Armando Fortune, marcaron un horizonte historiográfico, sobre todo, en lo relativo al cimarronaje, lo mismo que, la obra de Antonio Guzmán Navarro en la trata de esclavos, me llevó a buscar otro norte historiográfico, aunque, sin dejar de apuntar aquello con nuevas noticias al respecto.

Para surgir así, una obra bajo la guía académica de teóricos de la historia como Foucault, Pierre Vilar, Ciro Candase, Pérez Brignoli y otros que me suministraron las herramientas metodológicas, para la elaboración de un estudio difícil; sobre todo, cuando la documentación oficial está plagada de atributos de los blancos. Era necesario desarrollar todo un imaginario para ofrecer originalidad al sujeto de la historia, trabajar, ya fuera como esclavo, libre, mestizo, con educación, en sus faenas, como miliciano, hombre de hogar, incluso, con sus virtudes y defectos.

Se puede considerar que la obra en el mercado librero ha sido un éxito, no solo a nivel nacional, sino que especialistas en el tema de otras latitudes, requieren de su consulta. Definitivamente la obra La tragedia del color en el Panamá colonial, corresponde a una insignia historiográfica contemporánea.

Tema que me ha llevado a participar en congresos bajo nuevas dimensiones historiográficas, a recibir entrevistas de un cineasta japonés de New York, de antropólogos, historiadores, periodistas y otros.

El proceso investigativo sobre el negro colonial se produjo cuando me percaté que en el Archivo General de Indias en Sevilla, España, Sección de Escribanía de Cámara, había una mina de datos que podrían enriquecer la historiografía sobre este tema; que en 2006, abundaban los enfoques sobre el cimarronaje y la trata de esclavos; mientras que en lo relativo a los servicios de los negros esclavos y la vida cotidiana, apenas se insinuaba en ñas diversas publicaciones. Es decir, la idea fue descubrir en el negro esclavo, otro tipo de relaciones con los amos, más allá del maltrato, para demostrase que la mano de obra del negro esclavo era determinante en la vida económica del Istmo, para esa época.

A través de los testamentos, cartas de dote, escrituras de venta de esclavos, juicios, pleitos, de traspaso herenciales de negros esclavos, pude observar en dichas fuentes, el trato o relaciones de los amos con sus negros esclavos, ya fuera para otorgarles libertad graciosa, o como reconocer del valor en piezas producto de sus relaciones maritales.

Así como, reconocer los oficios que desempeñaban, las fugas de negras esclavas por acoso sexual, y el porte de estos a la cultura popular, en sus danzas, en ña confección y posesión de polleras.

Panamá enriquecido por la figura del sacerdote Juan Francisco Carrión, como protector de los esclavos en sus fugas o, para obligar a algunos hacendados en el pago de réditos de los bienes de cofradías, y otras referencias sobre relaciones de producción, donde se trataba de evitar que el negro esclavo fiera obligado a trabajar los días de asueto,Definitivamente que la consulta documental en Sevilla, de otras secciones como Indiferente General, Santa Fe, y por supuesto la Audiencia de Panamá, ofrecieron otras perspectivas, en lo relativo a los juicios de residencia de los gobernadores, relaciones de méritos y servicios, pues tanto las obras públicas, la defensa del territorio, persecuciones de negros cimarrones, se reconocían los méritos, de quienes suministraban gratuitamente sus negros esclavos, en tales menesteres.

Sobre todo, luego de la destrucción de Nombre de Dios, 1595, de la Ciudad de Panamá en 1671 y otros casos de luchas contra piratas y corsarios.

La idea o enfoque a presentar era el de demostrar la injusticia social experimentada por los negros esclavos, bajo la mentalidad de la época, que se constituyó, en una licencia que le otorgaban a los dueños de esclavos, para castigarlos, mal trato y sobre todo, en los renglones de la explotación humana.

La obra de La tragedia del color en el Panamá colonial, expresas los prejuicios sociales y raciales que se prueban en los registros parroquiales de bautismos, matrimonios y defunciones y a través de ciertos rescates literarios, de décimas lanzadas como libelos difamatorios y otros.

No obstante, en un balance historiográfico, se prueba el alcance de aquellos negros libres que lograron alcanzar profesiones, como los Ayarza de Portobelo, y el mulato Nicolás Uzelay Mojica, médico que fundó el Hospital de San Juan de Dios, para denotar mucha caridad en la atención de los enfermos.

Se puede asegurar que en dichas estructuras sociales se cimentaron diversos problemas que aún hoy flagelan en la sociedad panameña.

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‘Lejos del amor, su rodar por el mar se hizo interrogante? su mirada se ensoñaba fija al exotismo; ¡sí! se desboronaron sus sueños; vinieron las macabras noches, los días de agonía eterna, era morir sin alma; sin abrazos, con dolor'

FRAGMENTO DE ‘HOLOCAUSTO DEL NEGRO COLONIAL'

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La tragedia del color en Panamá

LUIS PULIDO RITTER

luispulidoritter@gmx.net

El libro del historiador Mario Molina, ‘La tragedia del Color en el Panamá Colonial !501-1821', es un texto que, sin duda alguna, enriquece la bibliografía del país y de la región sobre la esclavitud, sistema de explotación económica y humana, basado en la raza, cuyas consecuencias han sido y son de largo alcance.

Leyendo el libro, que esta bien documentado por la utilización de múltiples pasajes de la vida cotidiana en la época colonial, el lector puede darse cuenta y confirmar que la esclavitud no era sólo un sistema de explotación sino de apropiación, de propiedad, sobre otro ser humano que es designado como negro.

El esclavo era como un órgano extendido de propietario, su proyección incluso para realizar desmanes: robos, crímenes y transgresiones. Y es que el sistema colonial, que estaba muy lejos de ser un estado de derecho civilizado, era en sí mismo una transgresión de los valores humanos, mismo de los valores cristianos, basado en el respeto, el perdón y la piedad, valores que la iglesia como institución no supo acorpar porque obtenía provecho del trabajo esclavo.

Todo esto está muy bien ilustrado en el trabajo de Molina con buenos ejemplos anecdóticos de la época, ejemplos que le dan un gran valor al libro porque el autor aporta nuevas pruebas y documentos de la sociedad, de la esclavitud e, incluso, del hecho de que hubo mujeres negras libertas prósperas de la época. Había de todo en el período colonial.

Lo que a ratos le quita fuerza al libro es la intención del autor de querer conmovernos al denunciar la esclavitud. No era necesario incluir su poema, Holocausto del negro colonial, a pesar de estar bien escrito. Eso es para un libro de poesía y no para un libro de historia. Es más, es muy discutible la intención del autor de presentar la esclavitud como comparable al holacausto de los judíos.

Son fenómenos completamente distintos, que obedecen a dinámicas históricas, culturales y religiosas harto complejas, que no pueden simplificarse y homogeneizarse con la palabra holocausto. Pero estos son detalles que no desmeritan para nada el trabajo bien documentado del Dr. Molina que está dividido en seis capítulos, una obra que además es una incursión del "ser" panameño, un "ser" que él cree encontrar en la época colonial cuando nos habla del "yo resentido" de los negros, porque en efecto la historia es una fuente de explicación de fenómenos actuales.

Y lo que sí queda bien claro es que el cimarronaje fue el compañero de viaje de la esclavitud, la otra cara de la moneda, de ese sistema que llegó a su término en 1851, pero cuyas secuelas no dejan de estar presentes en la fracturas de un país que no logra librarse del racismo.

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