- 12/02/2017 01:00
Quienes a través de los años hemos cuidado de una relación con el Caribe y con la isla de Martinica, esta novela, Relatos de Ceniza , de Maryse Renaud, oriunda de Martinica y profesora en Francia, ocupa inmediatamente un lugar muy especial.
En efecto, como se lee en la novela, Cyparis (1875-1929) no fue el único sobreviviente de la erupción volcánica del Mont Pelée (Monte Pelado en el norte de la isla) en 1902, una erupción que destruyó el pequeño París de las Antillas, la ciudad de Saint-Pierre, y pasó a la historia como una de las primeras catástrofes a principios del siglo XX.
Y Cyparis fue (probablemente) la primera figura del siglo XX que, salida de una catástrofe, se convierte en un espectáculo, anunciando así lo que sería nuestra moderna sociedad del entretenimiento.
Lo cierto es que él, quien se salvó mientras pagaba una pena carcelaria, tenía una destino particular, ligado a catástrofes, pues muere en Panamá en 1929, si bien no bajo las cenizas, sí cuando el mundo conoce su primera gran crisis financiera, solo y olvidado.
La novela transcurre en veintiséis capítulos cortos que atrapan esta vida que se puede dividir en tres grandes ejes: la erupción en 1902 cuando tenía veintisiete años, su corta estancia en New York como actor circense y el arribo a Panamá en 1904.
La pregunta que se impone es por qué llegó a Panamá a arriesgar su piel en la húmeda e inmunda zanja tropical del Canal teniendo trabajo en New York, aunque fuese en un circo. E incluso, esta pregunta es más punzante cuando se sabe que al terminarse las obras del Canal, los que pudieron dieron el salto a New York en su peripatética vida como trabajadores inmigrantes que no fueron pocos.
Entonces, ¿por qué vino? Como muchos caribeños pudo haberse sentido atraído por el llamado a trabajar en el Canal, pero como es difícil encontrar una explicación racional, es comprensible que la escritora pusiera un motivo convincente, el amor, que trajera a nuestro héroe a estas playas, que además tenía sus heridas de guerra heredadas de la erupción y que eran un atractivo en el circo.
Por amor, lo sabemos desde los griegos, se han formado grandes batallas. Y Victorine nunca existió, como tampoco Helena. Y ésta y otras lagunas más es lo que trata la novela de solventar con esta vida que, en verdad, es desconocida para nosotros.
Por ejemplo, no sabemos si realmente Cyparis vivió en Calidonia, barrio antillano de la Ciudad de Panamá, o si murió de un ataque al corazón. Sin embargo, estas lagunas que cubre la novela en su ficción son la única oportunidad de re-crear al Caribe, a la historia caribeña, en su compleja y rica historia no escrita, y que solo es posible escribirla en la ficción porque permite a la vez llegar a lo esencial de nuestras historias: darle vida a la memoria.