Crecimiento a través de la interrogación continua de la existencia

Actualizado
  • 14/06/2019 02:00
Creado
  • 14/06/2019 02:00
¿Realmente estoy haciendo las cosas como debo? No lo sé, pero el tiempo que tenga en esta vida no dejaré de tratar de averiguarlo. Sé que la única forma es creyendo en mí

Quiero hablar de algo que suena muy simple, pero tan complicado de aplicar en nuestra vida. Todos desde que nacemos empezamos a creer en alguien o en algo. Cuando somos bebés o niños, vemos a nuestros padres como personajes de cómicas, como nuestros superhéroes. Queremos ser como ellos cuando seamos grandes.

Luego de esa etapa viene la adolescencia. Empezamos a creer en las amistades o grupo sociales, donde muchas veces queremos ser aceptados e imitar al artista de moda y a esa amiga o amigo popular. Sigue la etapa en que vamos a la universidad, ahí estamos confundidos todavía en qué queremos creer, pero el aspecto social continúa imponiendo muchos de nuestros comportamientos, estereotipos o los sentimientos que adoptamos como algo común en nuestra vida.

‘Es una etapa por la que atravesamos todos, siempre creyendo en alguien, buscando opiniones de aceptación, acerca de si estamos haciendo las cosas bien'.

Luego viene la etapa de enamoramiento. Empezamos a creer en la pareja sentimental, en el jefe, en emprendedores, líderes religiosos, en algún político o filántropo, en fin, en personas que nos inspiren a cumplir los sueños; son gente a la que empezamos a imitar porque creemos que están en lo correcto, porque comenzamos a compartir la misma meta. Es una etapa por la que atravesamos todos los seres humanos, siempre creyendo en alguien, buscando opiniones de aceptación, acerca de si estamos haciendo las cosas bien o en el rumbo correcto.

Pero no hemos analizado que lo más importante es creer en nosotros mismos.

Si les contara cuántas equivocaciones he cometido en mis 38 años, no acabaría este escrito, seguro recordaría desastres e inmadureces en los que he incurrido en mi camino. Pero les prometo que para llegar a conseguir lo poco o mucho que he tenido, tuve que creer en mí y en lo que puedo hacer.

Antes cuando alguien se burlaba de algún proyecto o hablaba a mis espaldas de lo mal que me veo haciendo algo que no me va a llevar a nada, o de cómo puedo perder el tiempo con cosas que son insignificantes, como le ha pasado a cada uno de los que están leyendo o que se han sentido ridículos o ridículas, prestaba más atención a las críticas; quería agradar a muchas personas o hacer lo que los demás creían correcto.

Pero descubrí que la única que puede llegar a saber a dónde quiero ir y hacia dónde quiero llegar soy yo misma. Creer en ti es la mayor felicidad que puedes sentir como ser humano. Nadie ha dicho que todo te saldrá bien, porque eso no le pasa a nadie, pero sí que valdrá la pena tu esfuerzo, tus noches en vela, tus inseguridades, tus lágrimas y muchas cosas por las que los seres humanos tenemos que pasar en este trayecto que se llama vida.

Si me preguntan cuál es la fórmula para poder creer en ti mismo, creo que ni yo misma la tengo, porque todos los días me toca aprender cómo hacer las cosas mejor, cómo trabajar en mis inseguridades y, al igual que todos, tengo miles de dudas de qué debo hacer con mi vida o hacia dónde voy. ¿Realmente estoy haciendo las cosas como debo? No lo sé, pero el tiempo que tenga en esta vida no dejaré de tratar de averiguarlo. Sé que la única forma es creyendo en mí.

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