Ricardo Risco: ‘hacer música es un acto de amor'

Actualizado
  • 24/06/2019 02:00
Creado
  • 24/06/2019 02:00
El director asistente de la Orquesta Sinfónica Nacional de Panamá y profesor del Ciclo Superior, Instituto Nacional de Música, evoca los detalles de sus inicios en el universo musical. Reflexiona sobre el valor de ‘tomar la batuta y dar lo mejor de sí ante miles de personas'

A la edad de 14 años descubre la música clásica y se enamora de ella. Ricardo Risco Cortés, director asistente de la Orquesta Sinfónica Nacional de Panamá, se inició en el mundo musical en 1974 mientras cursaba el segundo año de secundaria en el Colegio Félix Olivares C., en la ciudad de David, Chiriquí. Antes de ello, seguro estaba que ‘no deseaba una carrera convencional'. ‘Mi papá era médico y mis hermanos mayores siguieron la misma línea. Yo sabía que no quería ser doctor', sostiene. Con un panorama sin definir, Risco descubre un disco de música clásica archivado por su padre, ‘en ese momento tuve una revelación y supe para qué vine a este mundo'. La primera pieza que puso era la obertura de la ópera ‘Tannhaüser' de Wagner. ‘Al escuchar esa obra, interpretada por una orquesta sinfónica con todos esos instrumentos y riqueza de sonidos, quedé conmovido y tuve una certeza: quería ser compositor, quería escribir música como esa', rememora. En 1981, se mudó a México y estudió las carreras de Composición, Dirección Orquestal y Dirección Coral, en el Conservatorio Nacional de Música. En ese país laboró como director de diversas orquestas y coros, y fue profesor en distintas instituciones musicales. Sus obras han sido interpretadas en distintos países de América, Europa y Asia. Ha sido ganador de importantes premios internacionales de composición. En abril del 2000, regresó a Panamá y desde entonces ha realizado una fructífera labor como pedagogo, compositor y director.

¿Cómo fue su inicio en la música?

Afortunadamente pude descubrir mi vocación a temprana edad. En la época de los 70 no había forma de escuchar música clásica donde yo vivía. En mi casa no se escuchaba este tipo de música. Pero encontré un disco, lo escuché y me enamoré de esa melodía. Lastimosamente no había dónde estudiar lo que yo deseaba. Entré a la banda de música del colegio en la secundaria a los 14 años. Allí me enseñaron a leer música, pero no fue una formación conservatoriana o formal. Cuando salí de la secundaria, me vine a la capital e ingresé al Conservatorio, lo cual fue un requisito de mi padre para dejarme viajar a estudiar lo que yo quería, composición. Luego de estudiar un año aquí en Panamá, mi papá me mandó a México. Sé que mucha gente puede pasar toda su vida y no sabe para qué vino a este mundo, pero yo sé que vine para ser músico.

¿Recuerda la primera vez que tomó la batuta?

La primera vez que me tocó pararme en un podio profesional fue en 1987. Me invitó el director de la Orquesta Sinfónica del estado de México, a dirigir la orquesta. Obviamente, tenía nervios y ansiedad aunque tenía años de experiencia dirigiendo agrupaciones estudiantiles y ya había dirigido coros, pero cuando te paras allí todo el nervio se te va y todo tiene sentido

¿Cuándo pierde el miedo al escenario?

Siempre hay, pero yo no le llamaría miedo. Aprendí temprano en mi carrera que cuando haces música para un público, pretendes dar lo mejor de ti a través de la música y cuando das lo mejor de ti a otras personas, das amor. En ese sentido, yo relaciono la actividad musical con una relación amorosa. Para mí, hacer música es un acto de amor, es un acto que nos hace hacer comunión con otras personas y en cuanto lo piensas así, se te quita el miedo. Cada vez que me paro en un escenario, es una emoción maravillosa porque tengo otra oportunidad de dar lo mejor de mí.

¿Su mejor premio profesional?

Soy compositor y director coral y orquestal, me he desenvuelto en ambas. He ganado premios en composición. Premios importantes como 15 mil dólares por una obra. Esas cosas son, obviamente, importantes y no solo por el crédito de haber ganado un concurso, sino porque te están dando una buena cantidad de dinero. Sin embargo, para mí el premio más grande fue cuando yo estaba dirigiendo un coro como invitado en México. El coro era institucional y tenía el compromiso de hacer actividades sociales. Los del instituto me dijeron que tenía que cantarle a reclusas de alto riesgo. Estaba montando una obra compleja y les dije: ‘tengo este repertorio, de ir lo llevaría, no sé si para las reclusas sea adecuado, pero es lo que tengo'. Recuerdo que los del coro no querían el repertorio. Decían que había que llevarles canciones populares, pero llevé lo que tenía preparado. Lo cantamos, ellos a regañadientes, pues pensaban que las privadas de libertad no apreciarían el trabajo. Cuando terminamos, una de las reclusas levantó la mano y dijo ‘yo estoy aquí porque asesiné a una persona y toda mi familia me ha abandonado, nadie me viene a visitar y para mí la vida dejó de tener sentido. Pensaba suicidarme en estos días y ahorita que los escuché, sentí que Dios me habló, sentí que tengo que salir de aquí, que tengo una misión que cumplir. Ustedes cantaron como ángeles, vi la luz de Dios y ahora quiero estar viva para salir algún día de aquí y hacer cosas buenas'. Los del coro que no querían cantar estaban llorando. Ese es mi premio y como esa historia, tengo muchas. Cuando sientes que tocas a alguien, ese es el mejor premio.

¿Con qué celebridad le gustaría compartir escenario?

Hay un chelista chino maravilloso, Yo-Yo Ma, es fantástico. Transmite tanto amor, él toca y se nota que está dando lo mejor de sí. Sería genial hacer música con él. Igual con los compañeros de la sinfónica, me encanta hacer música con todos ellos y cualquier persona que quiera dar, que quiera hacer música.

¿Su experiencia más difícil en el escenario?

‘Todas las cosas que puedan suceder en tu vida, que en algún momento parecen ser malas, pienso que tienen una razón de ser y por lo mismo hay un aprendizaje',

RICARDO RISCO

DIRECTOR ASISTENTE DE LA ORQUESTA SINFÓNICA NACIONAL DE PANAMÁ

Cada vez que tú te paras en el escenario es una responsabilidad, pero por otro lado yo procuro estar lo mejor preparado y poder hacer un buen papel. No tengo ningún recuerdo complejo o difícil en ese sentido. Todas las cosas que puedan suceder en tu vida, que en algún momento parecen ser malas, pienso que tienen una razón de ser y por lo mismo hay un aprendizaje. Independientemente de que en el momento uno las pueda sentir difíciles, después las canalizas para que sean positivas y entonces la experiencia negativa se borra. Experiencias difíciles no te podría decir. No digo que soy una persona tocada por la mano de Dios, que nunca ha sufrido, ¡claro que todos los humanos sufrimos! Yo, por ejemplo, cuando perdí a mi madre y a mi padre. Pero finalmente cuando pienso que ellos también dieron lo mejor de sí y están juntos en algún lugar, eso me hace sentir bien, y no es que esté feliz que hayan muerto, pero sé que hay algo mejor después y ellos están mejor.

¿Por qué aspecto de su vida se siente más agradecido?

Como maestro. Enseñar a otros, compartir tus conocimientos con otros es la única manera de que sigas aprendiendo.

¿Cuáles considera son sus debilidades?

Quizás no sea la persona indicada para hablar de mis debilidades. A lo mejor tengo cosas muy terribles de las que no soy consciente y los que están a mi alrededor dicen ‘¡ufff! tienes mil debilidades', pero sé que a veces peco de decir cosas no políticamente correctas, hablo muy directo. Tiendo a decir las cosas como las pienso en el momento y a veces no me limito. No soy lo suficientemente político en ese sentido. Otra debilidad es que a pesar de que me gusta estudiar, porque el músico tiene que estar estudiando, siento que soy un poquito flojo y pierdo tiempo, últimamente me gusta mucho ver películas y de repente debería enfocarme más en mi actividad de hacer música.

¿Qué le disgusta?

La mediocridad, las cosas a medias. Me gusta la gente que se compromete, que hace las cosas bien dando el 100%; en ese sentido, cuando alguien me pide que yo le ayude, dirija un concierto o haga alguna actividad, soy muy comprometido.

¿Pedir perdón o disculpas?

Cuando tienes que pedir perdón, es perdón; dependiendo de la situación.

¿Cuan amiga es la música de la política?

Deberían ser amigas, pero por ahora muy poco. La música y el arte en general debe ser entendida por los políticos como parte íntegra del ser humano.

¿Cuál es la principal debilidad del panameño que aconseja corregir?

No sabría señalar, no soy quién para señalar una debilidad, pero sé que al panameño le gusta el bochinche, le gusta hablar cosas. Está, a veces, más interesado de la vida de los otros que de la propia. Viví en México, una ciudad tan grande que a la gente no le interesa lo que hacen los demás. Por otro lado, esto tiene su aspecto negativo porque a veces la gente está que ni se habla, muy aislada, entonces hay que buscar un punto medio. Me encanta esa calidez del panameño, ese contacto, ese ‘buenos días', aunque no te conozcan, eso no se vive allá, al menos los años en que yo estuve.

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