El aprendiz panameño de Caspicara

Actualizado
  • 25/05/2020 07:04
Creado
  • 25/05/2020 07:04
El afamado artista indígena diestro tallador de madera y mármol, embelleció el s. XVIII con sus creaciones de arte religioso

El crucifijo fue develado y la Corte quedó sobrecogida por su realismo, la prodigiosa imagen de Jesucristo había viajado miles de leguas desde Quito a través de Panamá y media España para que el monarca Carlos III la admirase, quien luego de santiguarse exclamó: "no me preocupa que Italia tenga Miguel Ángel, en mis colonias de América yo tengo al maestro Caspicara" (J. Rivas, 2012).

Manuel Chili Caspicara era un afamado artista indígena, diestro tallador de madera y mármol, que embelleció el s. XVIII con sus creaciones de arte religioso.

Su taller en la villa de San Francisco -caserío que devino en convento gracias a Fray JodocoRicke que se inspiró en los planos del Escorial para su construcción y sentar así las bases de una tendencia artística- fue el epicentro de la "Escuela Quiteña" de la imaginería barroca religiosa. Caspicara inspiró a muchos, sus seguidores fueron admitidos con generosidad en su taller, aprendieron su estilo y lo divulgaron, generando que el prestigio de su maestro trascendiese fronteras. 

Floreció entonces el comercio de un importante volumen de obras de arteque se vendía y transportaba a lo largo del Virreinato peruano, neogranadino y del Istmo (Fray A. Moreno, 1976).

Sin embargo, Caspicara llegó a ser quien fue por la visión de los jesuitas que descubrieron su potencial desde niño. Gracias también al meticuloso registro de estos sacerdotes se conoce cuántos ayudantes y cófrades componían el equipo de este insigne artista que, como fruto del sincretismo cultural y del mestizaje, caracterizó sus obras –además de la policromía con una paleta de colores propia-con el sello de la combinación y la adaptación de rasgos europeos e indígenas.

Si bien mucha de esta papelería se extravió o fue destruida después que la Compañía de Jesús fuese disuelva por el Papa Clemente XIV (1773), se sabe que sus aprendices mestizos provenían de Popayán, Piura, Cajamarca, Trujillo (Perú) y del Istmo. Llama la atención el nombre José Benito oriundo del Istmocuyo hermano Francisco era integrante del Batallón de Infantería Fijo de Panamá como soldado (Archivo General de Indias 357, 592 citado por J. Marchena, 2019).

Detengámonos un momento en la "empresa artesanal urbana" (J. Tord, 1984) de Caspicara para conocer la labor en la que se ocupaba Benito. Estas empresas constituían talleres manufactureros en los cuales -bajo la dirección de un maestro artesano "con carta de examen o carta de oficio" expedida por el Cabildo- trabajaban oficiales adultos, jóvenes aprendices y esclavos adscritos al taller. Los oficiales podían ser estables o contratados según las ocasiones. Los maestros sólo podían ejercer en tienda pública estando inscritos en el gremio correspondiente. 

Los gremios eran una corporación que agrupaba a los artesanos maestros en el oficio y cuyo reglamento contemplaba lo siguiente: verificar que en los talleres se cumpliera con lo estipulado por el Cabildo; tomar los exámenes de suficiencia a los futuros maestros; dictar reglas de producción; ejercer un control del abastecimiento de las materias primas tratando de evitar los monopolios; y dictar las medidas para evitar la competencia desleal de productos que maestros no agremiados ponían en el mercado.

Es altamente probable que Benito trabajase en las tallas de las figuras de Santa Rosa de Lima (altar de San Antonio de Paduaen la iglesia de San Francisco), Santa Marianita de Jesús (La Cantuña) y San Martín de Porres (museo Alberto Mena Caamaño) ubicadas todas ellas en Ecuador.Caspicaraesculpió también una cantidad importante de miniaturas como un nacimiento de marfil tallado en una superficie del tamaño de una bola de billar, destreza técnica en la que habrían incursionado con éxito muy relativo sus ayudantes, entre ellos, nuestro protagonista.

Las epidemias de viruela de 1746 y de 1766 así como la de sarampión o "alfombrilla" de 1785 que asolaron Quito (G. Rodas, 2002 citando el Archivo del Banco Central del Ecuador, Fondo Jijón) y Lima virreinal diezmaron también el taller de Caspicara. La desaparición abrupta de tan valiosos operarios fue tan traumática que hacia finales del s. XVIII el gremio de talladores de imaginería religiosa solo aportaban el 9% de los bienes de Lima (J. Tord,1984) ¿quizá la situación se agudizó también con el paso de moda? ¿éstas dolorosas crisis acabaron con Caspicara que terminó en un hospicio hasta su muerte a principios del S. XIX?

Pero ¿Qué pasó con Benito? Su nombre no está en el registro de víctimas del Hospital de la Divina Misericordia San Juan de Dios de Quito (Archivo C. Rolando, Guayaquil) tampoco cuando Caspicara deja de trabajar. Sin embargo, Panamá continua contracorriente con una modesta producción de imágenes talladas ¿es nuestro protagonista que regresó al Istmo antes de la debacle? ¿sería el tributo de un aprendiz agradecido hacia su maestro?Un enigma más de la historia asociado a las portentosas creaciones de Caspicara.

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