• 07/06/2020 00:00

Nos la vieron

Así es, las conferencias nuestras de cada día no son para que les veamos la cara, no, señores, son para que ellos nos la vean a nosotros...

La cara de imbéciles. Nos la vieron. Y nos la siguen viendo. Tampoco se piensen ustedes que a mí me extraña o que me asombra; como sin duda saben los habituales de esta columna, el desencanto ante la inteligencia humana es una constante en mí. Y aquí seguimos, viendo cómo los políticos nos ven la cara de tontos, semana tras semana.

Aquí estamos, en cuarentena sí, en cuarentena no, en cuarentena me quedo que no quiero contagiarme yo. Total, no hay nada que hacer en la calle. Los negocios siguen cerrados, y miles de personas enloquecidas andan como hormigas a las que se les tiró una bombita en el hormiguero tratando de ver dónde logran conseguir algo que llevarse a la boca. Pero abren las iglesias.

Los teatros no. Las iglesias sí.

Hay que rezar, dicen, y no precisamente a Comus y a Gelos, no. Todo esto es muy serio. Nos lo hemos tomado todo a pecho. Y nos burlamos de vosotros, pero en serio. Robamos en vuestra cara, pero con mascarilla y nos roban pruebas desde países hermanos, pero todo desde el cariño.

Nos regañan mientras esconden la risa que se les escapa tras la mascarilla, llevan la banderita, sí, todo muy patriotero, sí, en serio que sí, pero nos la clavan en un hospital modular y repiten que lo volverían a hacer. Ahora ya sabemos por qué los ladrones se enmascaran.

Pero en serio, quédense en casa, que no hay nada que hacer en la calle. No sabemos cómo ni por dónde estamos en el ranking de muertes de Latinoamérica, y eso es muy serio, sí, señores, y eso con cuarentena total, absoluta y asesorada.

La muerte es algo muy serio, pero siempre lleva la sonrisa sardónica puesta, para que no sientas que la cosa es tan grave. Total ¿qué importa que se burlen de ti si en cien años todos vamos a estar calvos?

Nos han visto la cara de tontos, y nos han tomado las medidas. Saben perfectamente hasta dónde estirar la soga para que no reviente por lo más gordo. Mientras tanto, ¿qué importa que lo delgado no tenga agua para lavarse las manos? Que se las laven a escupitajos, total, tampoco tienen dinero para comprarse mascarillas. Y ¿qué importa que lo de la moratoria fuera mentira y la culebra ande correteando a los desempleados? Ya vemos cómo se ríen de todos nosotros, que veto la ley y que no la veto.

¿Qué las compañías de electricidad son un asco y nos roban detrás de su loguito mariposil? Pues paga con una sonrisa, porque si no pagas te quedas sin luz. Y si no tienes luz te mueres a oscuras. Y nadie hace nada, ni con los cortes, ni con los apagones, ni con los aparatos dañados.

Riámonos, total, ¿qué importa?, con el índice de muertes que hay quizás no lleguemos a tener que pagar el siguiente recibo. Así que mientras podamos paguemos el aumento de luz, y el de la gasolina.

¿Que ha bajado el barril de petróleo? ¿Y? Como sois imbéciles os subimos la gasolina, y cuando vuelva a subir os la subimos más aún. Y la casa gana y se ríe.

Así es, las conferencias nuestras de cada día no son para que les veamos la cara, no, señores, son para que ellos nos la vean a nosotros, a todos y cada uno, la cara de idiotas que tragan y callan. De idiotas que, dentro de tres años y medio, más o menos, van a volver a votar por los mismos, porque no nos engañemos, nos joden… y nos gusta.

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